OPINIÓN

La fuerza como discurso de paz

por María Gabriela Mata María Gabriela Mata

Cuando todavía no hemos terminado de darnos el feliz año, somos sorprendidos por la noticia de la explosión de un convoy en el aeropuerto de Bagdad en el que resultaron muertos el poderoso general iraní Qasem Soleimani, líder de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución de Irán, y Abu Mehdi al Muhandis, el número dos de las Fuerzas de Movilización Popular (Hashd al Shaabi). Esto tres días después de que presumiblemente orquestaran el ataque a la Embajada de Estados Unidos molestos por la muerte de 25 combatientes de Kataeb Hezbolá en Irak y Siria, según fuentes de los servicios de seguridad.

Sin embargo, Trump declaró amenazante a la prensa que no deseaba un conflicto bélico con la República Islámica, pues le «gusta la paz». La medida habría sido ordenada para la protección de personal de Estados Unidos en el extranjero, señala el Pentágono en un comunicado este jueves. Por su parte, el líder supremo de Irán, Alí Hoseiní Jameneí, indicó que Teherán está dispuesto a responder inmediatamente a cualquiera que lo amenace, aunque no está buscando un conflicto militar con nadie. «No buscamos guerras, pero defendemos firmemente los intereses, la dignidad y la gloria de la nación iraní”, dijo (RT, 1 ene 2020). O sea, que la paz no es a cualquier precio.  Se acuerda uno de otro enero no tan lejano y de las consecuencias.

La llamada Guerra del Golfo, también conocida como Operación Tormenta del Desierto, inició el 16 de enero de 1991  y  enfrentó a Irak con una coalición internacional liderada por Estados Unidos, como respuesta a la invasión y anexión del emirato de Kuwait. La aventura contó con el visto bueno de la ONU, organismo encargado del mantenimiento de la paz mundial. Y de aquellos polvos vienen estos lodos.

Aunque entre las causas de la que fuera catalogada proféticamente “la madre de todas las guerras”, se reconoce comúnmente la lucha por el control del mercado petrolero, en realidad siempre se ha tratado de la reconfiguración del orden mundial.

El orden internacional conocido está de salida y, aunque resulta difícil vislumbrar lo que vendrá, seguro la geopolítica tiene un papel que desempeñar.

Se habla mucho de la rivalidad entre Estados Unidos y China en el terreno comercial, que ya se refleja en el plano tecnológico en áreas como el desarrollo de la tecnología 5G o la carrera espacial. Menos probable, y sin embargo posible, es que la tensión entre los dos gigantes se manifieste además en el ámbito militar en el mar de la China Meridional o el estrecho de Taiwán.

Pero este binomio no está solo en la pugna por el poder. Rusia pretende unirse a Estados Unidos y China en la tríada de potencias mundiales.

Por su parte, Irán busca un papel preponderante en el Medio Oriente acorde con su historia y capacidades, y Japón hace lo propio en Asia oriental.

Es «la revancha de los poderes revisionistas», para usar la expresión de Walter Russell Mead (2014).

Conviene igualmente prestar atención a otros actores como Israel y Arabia Saudí, siempre dispuestos a aumentar su influencia relativa y que no se quedarán de brazos cruzados ante un enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán. Las alianzas se tejen al calor de las batallas y en función de las rivalidades religiosas.

Tras el mortal ataque aéreo de este fin de semana, el gobierno iraquí anunció que «revisará» las relaciones con Estados Unidos pues considera que se ha producido una clara violación de la normativa que regula la presencia de las tropas estadounidenses en su territorio. Por su parte, el mayor clérigo chiita en Irak, Ali al Sistani, pidió evitar que Irak sea «utilizado» como campo de batalla para el enfrentamiento entre ambos, temiendo quizás complicaciones nada santas. El Kataeb Hezbolá de Irak al igual que los de Siria y Líbano son patrocinados por Teherán en su ambición de promover el chiísmo de origen persa en la región.

Presumiblemente Arabia Saudita, de tradición sunita y enemigo histórico del chiismo, jugará en el equipo de Trump, como ya lo viene haciendo hace rato en Yemen y otros escenarios; y Rusia, tarde o temprano, se alineará con Jamenei para seguir apostando por el caos al que siempre termina por sacar provecho. El uso de la fuerza por parte de Estados Unidos contra Irán podría llevar a una catástrofe regional que a la larga afectaría a Washington, dijo el presidente Vladímir Putin durante su tradicional conferencia anual ante los medios.  ¿Amenaza velada?  Si me apuran un poco me atrevería a decir que la mesa está servida incluso para un choque de civilizaciones.

¡Ay, la paz!, en boca de todos y en el corazón de ninguno. Siempre a la merced de los intereses.

Por eso es menester entender que la paz de verdad no se impone, no se conquista, no se defiende; todos esos son términos bélicos. La paz se construye en la conciliación de las diferencias, lo cual no es posible sin el diálogo. Pero ese fue pateado cuando Trump decidió abandonar el pacto nuclear en mayo de 2018 dejando en la estacada al resto de los firmantes. Mucho había tardado en explotar esta papa caliente.

¿Será que Maduro tomará debida nota o, por el contrario, se apresta junto a los rusos a pescar en río revuelto?

@mariagab2016

Referencias:

DW (3 ene, 2020). «Escalada en Irak. Misiles y propaganda». https://www.dw.com/es/escalada-en-irak-misiles-y-propaganda/a-51851474

Mead, W. R. (2014): «The return of geopolitics: the revenge of the revisionist powers». Foreign Affairs. Vol. 93. No. 3, 69-79. https://www.jstor.org/stable/24483407

RT (1 ene, 2020). «Tras amenazar a Irán, Trump dice que le gusta la paz y no quiere una guerra con Teherán».  https://actualidad.rt.com/actualidad/338455-trump-asegurar-no-querer-guerra-iran