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La Florida rehispanizada II

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Destacamos en la primera parte de este artículo que en la llamada Revolución cubana de 1959 ocurrieron violentos golpes por debajo de la mesa entre los propios luchadores insurgentes. Ello desembocó a partir de 1961 en la expulsión inesperada, súbita, precipitada y en masa de toda una alta cultura, una capa de la población de gran productividad, sobre todo en el cultivo y comercialización del azúcar de caña e industrias conexas. Simplemente, se expulsó de su país a la alta cultura hispano-cubana y esta fue a carenar donde pudo, en especial a donde de manera natural conducía la historia y las corrientes marinas. Y el punto escogido se llamó Miami, en Estados Unidos, un país que recién emergido como vencedor en la II Guerra Mundial, se encaminaba a un período de gran auge. Aceptar masivamente aquellos muy preparados inmigrantes hispano-cubanos, fue un acto de bondad, pero tambien re-hispanizando el sur de la Florida, la enorme nación del norte creo las bases para que Miami se redefiniera de ser una playita para retirados a proyectarse al sur en español y fuera lo que es hoy, la capital financiera y cultural de Hispanoamérica.

En los años sesenta, en muy poco tiempo un cuarto de millón de cubanos se vio obligados a dejar sus propiedades y patria a como diera lugar, establearse fundamentalmente en Miami, pero luego un poco en toda la Florida y posteriormente en otros estados.

El “ejército de campesinos” que tomó La Habana, se vio libre para degradarla. Establecieron como método, mientras más crecía el país industrializado del Norte, permitir una sangría migratoria de todo el que les incomodara. Ello dejó a los barbudos y luego a la nueva élite castrense-castrista, casi sin oposición por más de 60 años. El método ha sacado del país más de 2 millones de personas, todo el que dude, todo el que disienta, todo el que tenga empuje y sea emprendedor. Ello ha dejado a Cuba con una población domesticada, “el pueblo” que ahora pastorean unos viejos gordos que se rasuran diariamente con Gillette. Y ya no son rebeldes sino tropa de ocupación, inamovilidad y status quo.

Por primera vez en la historia de Estados Unidos, un país de inmigrantes, en los años sesenta arribó un grupo de origen hispano cohesionado, de alta capacidad cultural. Hasta ese momento, lo que venían eran braceros mexicanos, de poca cohesión social y capacidad gerencial. Ello explica el empuje hispano actual del Miami hispanohablante. Heredó parte de la “sacarocracia” cubana, en su inmensa mayoría personas de raigambre hispana y que en el siglo XIX incluían algunas de las fortunas más grandes del mundo, pero que, por cercanía y osmosis desde el norteño vecino, ya operaban en Cuba con marcada tendencia industriosa y capitalizante.

La Revolución cubana no fue extremadamente violenta, pero como todas, inestable, llena de recovecos, trampas e injusticias, en nombre de la justicia y la redistribución, decidida desde las botas. Cuba fue obligada, a punta de pistola desde el poder y contradiciendo el discurso previo, a seguir una agenda jacobina emanada desde unos pocos hombres de acción, magnificados desde y por ciertos “intelectuales revolucionarios”, que impulsaron y luego adoraron la lucha armada y sus aplomadas “soluciones”, reales dolores de la historia.

Pero escarbemos un poco más en la historia. El vecino del norte, se independizó de su matriz para industrializarse más intensamente que como había ocurrido en su madre patria, que a partir de 1760 había sido la cuna de la Industrialización (la muy mal llamada Revolución industrial). Eso puede explicar las reservas de Carlos III y sus ministros al apoyar al ejército continetal de George Washington. Tal vez preveían que estaban creando un futuro émulo en sus propias fronteras, tal como ocurrió. Además de que dudaban en enfrentarse abiertamente a Inglaterra, que podía hacer lo propio, tal como tambien ocurrió, apoyando los movimientos independentistas de América hispana de la metrópoli arrodillada traidoramente por Napoleón.

La semilla que estaba sembrada en las XIII Colonias, fructificó y además se vio favorecida por algunas casualidades históricas como la derrota de las tropas napoleónicas en Haití, luego que fueran diezmas por la fiebre amarilla y a la consiguiente venta de la Luisiana a Estados Unidos por Napoleón, lo que permitió a la joven nación la incorporación de considerable espacio vital sin necesidad de costosas guerras, como las que ocurrían y desangraban a Europa. Es asi que el discurso fundador de las XIII colonias se cambia por uno de conquista y ocupación. Ello se aceleró al ver el caos caudillesco en el México del siglo XVIII, lo que facilitó la ocupación y cercenacion de gran parte de su territorio, que incorporó al nuevo país con ánimo industrialista e imperialista. Luego vino la Guerra Hispano-cubana-americana.  Ello explica, muy brevemente, cosas de como Estados Unidos se convirtió en una gran potencia.

La singladura del transatlántico norteamericano ha llevado a remolque la pequeña isla de Cuba, de posición geográfica inmejorable, y con tradición emprendedora e industrialista dado que La Habana era el puerto por excelencia de las Américas. Allí se refugió por casi 300 años la Carrera de Indias, por lo que era la ciudad más cosmopolita de las Américas. Allí estaba en el siglo XVIII el mayor astillero del imperio español, donde se construyeron naves de la envergadura del Santísima Trinidad, la mayor del mundo en la década de 1770.

Esa cultura específica de La Habana, relacionada con la sacarocrasia cubana, fue lo que Fidel Castro expulsó de su tierra originaria, y emigraron en masa a Miami y otros muchos lugares del mundo. Pero en Miami, su masividad y cultura se impuso y al cabo de los años, esta es un área otra vez cosmopolita, muy hispanizada, en que se habla español tanto como inglés.

Fue así como se abrió una ventana para la posterior inmigración masiva desde otros muchos países, no solo ya de braceros mexicanos. Llegaron entonces grandes grupos de nicaragüenses, salvadoreños, colombianos, venezolanos, etc., que hoy intentan integrarse en una ciudad multicultural. En fin, la Florida, entre 1513 y 1763 continuamente hispana y luego intercambiada varias veces, finalmente se ha rehispanizado injertándose en un tronco y “contrato social” Cromwelliano-Jeffersoniano.

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