La superación del modelo neoliberal vigente y su sustitución con el «socialismo del siglo XXI» mediante la idea de implementar una estrategia de desarrollo endógeno ha constituido una ficción política, económica, jurídica y social como parte de la estrategia de la izquierda internacional para la conservación del poder y la destrucción de la sociedad norteamericana.
Más de veinte años de “aparente incompetencia” en la gestión de políticas públicas, así como en la permanente confrontación política y militar contra la sociedad civil, y continuas fricciones con los países demócratas de la región Hemisferio Occidental, solo puede y debe ser entendida como la extensión de la aplicación del concepto de “guerra asimétrica” con precisa predeterminación.
Las señales muy visibles y se repiten de modo consistente.
• El régimen no publica estadísticas de su gestión fiscal y de balanza de pagos; destruyeron los mecanismos de gerencia de información para dar paso franco a flujos financieros ilegales o de origen criminal en el financiamiento del aparato del estado.
• Se devalúa la moneda de forma exponencial y el régimen declara de hecho la cesación de pagos con sus acreedores externos.
• La política fiscal es crónicamente insostenible, Pdvsa la empresa a cargo de la política petrolera fue sancionada porque a través de esta empresa se constataron operaciones de lavado de capital de origen criminal.
• Como corolario de los factores arribe descritos, por demás irónico para una política manifiesta de “desarrollo endógeno” tenemos como resultado la destrucción del tejido social y productivo del país.
Se busca inducir la inestabilidad continental como plan estratégico y se aplican tácticas que recuerdan la de los kamikazes japoneses durante la segunda guerra mundial para infligir el mayor daño posible sin importar el costo en vidas.
La violencia institucional y militar ha sido una estrategia para exasperar la población y reducirla al punto de que aumente su determinación para el éxodo. Además de pensar que la renta petrolera disminuida puede distribuirse mejor entre un menor número de habitantes, a través del éxodo masivo de migrantes desesperados, se busca congestionar la capacidad de respuesta de Estados Unidos y de los países de Centro América.
Así se desestabiliza la sociedad y las instituciones democráticas de la región y más específicamente la norteamericana. Adicionalmente, incorporamos nuestro concepto de la «economía circular criminal» que sustenta la estrategia de guerra asimétrica en contra de Estados Unidos.
Al flujo de migrantes se asocian flujos financieros provenientes del narcotráfico, trata de personas, armas, oro, con el propósito de financiar las operaciones de guerrillas y células terroristas cuyo propósito a largo plazo de infiltrarse. La penetración a través de los puertos norteamericanos de drogas sintéticas, mil veces más potentes que la cocaína, e intercambiadas por armas y dinero alimentan el sistema financiero del foro de Sao Paulo, financia la campaña electoral de políticos corruptos y a funcionarios venales que facilitan estos delitos.
Que el gobierno venezolano se encuentra formalmente en default no impide que se sostenga y financie a través de estos canales irregulares. Mas aun, las conversaciones con la oposición para la recuperación del sistema democrático, proporciona tiempo valioso para comprar tiempo.
Esta situación crea obvios daños a la sociedad de Estados Unidos debido a la penetración de la droga en forma incontenible, y de la destrucción de la familia como núcleo básico de la sociedad y consiguiente deterioro de los valores civiles y militares, éticos, morales y religiosos que impactan la calidad de sus ciudadanos como defensores de la sociedad y en último determinan la disminución paulatina de la calidad de las instituciones democráticas y la soberanía misma.
Todo este enfoque es lo que radica en la estrategia de la izquierda internacional del cual el régimen del gobierno venezolano es parte integral e integrante. Es esta realidad que debe ser representada en las tramitaciones internas e internacionales cuando se intentan estructurar alianzas de fuerzas que quieren enfrentar y solucionar la recuperación democrática de las instituciones del país y sus perspectivas de desarrollo. Se debe tomar conciencia que las condiciones a las cuales ha sido reducida Venezuela son de origen instrumental de carácter geopolítico y geoeconómico, no de la «simple» gestión de la república, limitada a los confines de la nación que por su posición geográfica y su riqueza es terreno de conquista de los poderes interesados, ubicados dentro y fuera del país y que no se solucionan si no en una lógica global de la cual parece que no se tiene consideración.
Es obvio que bajo esta premisa es difícil coordinar acciones de conjunto que deberían tener como referencia una programación viable de recuperación que tenga credibilidad y capacidad de maniobra política y militar, que no sea un simple pronunciamiento, más bien manifestación de capacidad operativa. En realidad, cuando se presenta una perspectiva que tenga consenso, el gobierno por su posición preconstituida de continuismo y la oposición por su origen fragmentaria que tiende a reforzarlo, resultando en una propuesta de “cambio gatopardiano”.
El solo planteamiento de esa alternativa asume un rol de advertencia y de coacción a los grupos que se empeñan en juegos de poder que favorecen las apetencias personales. Las primarias, si se darán, son un hito que marcara la presencia o no de cooperación entre los grupos de oposición. La toma de responsabilidad de la oposición determinará la hipótesis del cambio: así se determinarán consecuencias deseables o indeseables de largo plazo.
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