OPINIÓN

La ficción de la democracia

por Albert Geovo Albert Geovo

Madame Roland

Métodos de participación por medio de elecciones, seudoseparación de poderes en complicidad de una oposición al gobierno que tras camerinos pacta con el sistema de robo y saqueo a las riquezas nacionales; educación pública y obligatoria que es lo más parecido a un plan de adoctrinamiento, al igual que un sistema de salud que viola los derechos exclusivos  de las personas; dónde la ética y vocación se quedaron como obras de museo, en un ambiente hostil a la estética, a lo bello, al arte, en sí, a la vida.

Estos trastocados fundamentos de la fanfarronada democracia, han traído problemas tan esenciales cómo maestros sin vocación, política sin ética, salud sin sentimiento, religión sin espíritu, seguridad sin valores, economías sin carácter competitivo, ciudadanos alienados; en sí una sociedad enferma, carente y decadente, donde lo esencial, lo fundamental de la civilización no se le da valor, ni importancia.

Además que, es más que sabido que la palabra democracia ha permitido los peores atropellos a los derechos fundamentales cómo la vida y la libertad en esencia. Aquella frase de Madame Roland: “¡Oh, libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre!” le viene bien a la democracia.

Por otro lado, el siglo pasado, se le analizó muy bien por Hannah Arendt sobre cómo estuvo conducida la sociedad hacia regímenes totalitarios; hoy la humanidad se enfrenta a desafíos más difíciles aún; es decir, la humanidad está siendo conducida hacia la tiranía en nombre de la democracia.

Es arduamente conocido que en aras de la democracia se han hecho los desfalcos más grandes al patrimonio público, ya que precisamente la convertida democracia ha retrocedido en los principios y valores, esencia  de la democracia moderna que está en salvaguarda de la vida, la propiedad, la inteligencia, la libertad de las personas en paz y seguridad.

En ese sentido,  los políticos abandonaron ser estadistas; proporcionándole la espalda y lo que es peor desconociendo el interés nacional, por sobre los intereses de la planificación global de un sistema tirano, opuesto a los derechos fundamentales; a través de la narrativa democrática constituida en una agenda que se viene desarrollando durante todo el siglo XX hasta la actualidad.