Nicolás Maduro solo pudo convocar a sus iguales, Miguel Díaz-Canel y Daniel Ortega, para sumarse a esa troika despreciable de regímenes latinoamericanos que se burlan de la voluntad popular. La historia no los absolverá, ni a él ni a sus acompañantes indeseables.
Su conversión en dictador, en un tirano sin nombre ni historia, se escenificó en el Salón Elíptico del Palacio Federal, donde reposa el Acta de la Declaración de Independencia suscrita el 5 de julio de 1811. Mayor burla es inconcebible: donde se protege y se venera el texto que atestigua la decisión primera de ser un país libre e independiente, Maduro cita a los peores exponentes de la vida política del continente que han arrebatado la soberanía a sus pueblos. El objetivo era consumar un fraude gigantesco, con el apoyo de los fusiles y la aplicación del terror indiscriminado a una población que no cesará, sin embargo, en su anhelo de conquistar la libertad y restaurar la democracia.
Maduro es un presidente ilegítimo, sin autoridad, desconocido nacional e internacionalmente. Su poder deriva de la fuerza bruta, con la cual perpetró un golpe de Estado. El espíritu del 28 de julio seguirá conduciendo la lucha política del pueblo venezolano para el rescate de sus derechos consagrados en la Constitución y suspendidos de facto por la camarilla en el poder.
El acto de ayer fue una farsa, una burla inaudita, un despropósito mayúsculo que reitera que quienes se apoderaron del poder son una corporación criminal, alérgica a la negociación política y dedicada exclusivamente a causar daño sin distingo alguno: basta que un venezolano levante la voz para que pase a ser un enemigo, cuando tendría que ser premiado por su coraje.
Los venezolanos tenemos que persistir en la ruta trazada, redoblar los esfuerzos y seguir presionando hasta que se produzca el cambio político que reclamamos, para salir de la miseria, vencer el dolor y reunir a las familias. En esa dirección, como era de esperar, apunta el mensaje de ayer de María Corina Machado, en el que, además de explicar la agresión de la que fue víctima por parte de funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana, reafirmó que la lucha sigue siendo hasta el final, hasta la victoria que se obtuvo en gallarda gesta el 28J.
No hay ningún futuro con Maduro enroscado en Miraflores. Con su camarilla arremetiendo contra la organización ciudadana y el liderazgo político, sumiendo al país en la inestabilidad y llevando inseguridad e incertidumbre a todos los hogares del país.
Los venezolanos nos merecemos otro destino, porque hemos luchado por él, porque la legitimidad y legalidad está de nuestra parte y porque no nos doblegaremos ante un tirano bufón que nos condena al atraso y la miseria. La lucha es dura, compleja, exigente pero vivir en una sociedad libre y democrática será la recompensa de nuestra existencia y la de nuestros hijos.
Noticias Relacionadas
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional