OPINIÓN

La extrema derecha de Trump en Estados Unidos, un peligro

por Leopoldo Martínez Nucete Leopoldo Martínez Nucete

Durante la últimas semanas me han consultado con frecuencia en los medios y casi en todas las ocasiones me han hecho una pregunta con relación a las primarias del Partido Demócrata: ¿No cree usted que el Partido Demócrata está tomando un giro muy abrupto hacia la izquierda?

La interrogante flota en el ambiente porque el Partido Republicano ha impuesto ese talking point, que es, en realidad, una trampa retórica basada en un falso supuesto. De allí los republicanos pasan con pasmosa facilidad a la absurda equivalencia entre quienes destruyeron a Venezuela, Nicaragua o Cuba, con quienes llaman “socialistas o izquierdistas” del Partido Demócrata. En las elecciones de 2018 usaron esa estrategia contra Andrew Gillum y lograron confundir a suficientes electores latinos de Miami, quienes como yo migraron de esos países -en mi caso, Venezuela- hipersensibles frente al término y sus temibles connotaciones.

Aunque parezca increíble, se ha hecho necesario explicar las oceánicas diferencias entre los postulados del Partido Demócrata y las devastadoras acciones del socialismo totalitario caribeño. Tres puntos básicos marcan con claridad la abismal diferencia.

Primero. Nadie en el Partido Demócrata aboga por ideas o políticas comparables a las que aniquilaron la democracia y las oportunidades económicas en Venezuela. Quienes se autodefinen como socialdemócratas o “socialistas democráticos” piensan en políticas en materia de salud y educación pública, o sustentabilidad medioambiental, como las que han llevado adelante Suecia, Dinamarca, Noruega, Holanda o Alemania, todas fuertes democracias con economías sociales de mercado altamente productivas y competitivas.

Segundo. ¿Qué plantea la agenda demócrata? Que debemos tener una economía con crecimiento económico incluyente y medioambientalmente sustentable, que ofrezca más oportunidades a la clase media, la clase trabajadora y la pequeña o mediana empresa. Los matices van desde quienes postulan que debemos hacer una reforma radical e integral que incorpore al país a un sistema de salud universal, de contribución única fiscal (como en Canadá, Inglaterra o Alemania, países capitalistas con acento en lo social); hasta la iniciativa de Joe Biden, quien propone un sistema con una opción pública que amplíe la cobertura y abarate el costo de la salud y medicamentos, pero siempre como resultado de una elección del ciudadano. Para Biden lo lógico es seguir avanzando a partir del Obamacare y que la gente decida si quiere seguir con su seguro privado o cambiarse a una opción pública. Y, entretanto, trabajar en reducir el costo de los medicamentos de prescripción, así como los de cirugías y otros tratamientos, para ubicarlos en precios equivalentes con los que tienen en otros países comparables con Estados Unidos. Ejemplos similares de estas rutas para hacer de nuestra economía un sistema más justo podemos citarlos en cada una de las áreas temáticas antes referidas. ¿Qué tiene esto que ver con Cuba, Nicaragua o Venezuela? Nada. Nada en absoluto. Todo lo contrario.

Tercero. Trump y la mayoría republicana en el Senado, liderada por Mitch McConnell, han hecho todo por evitar que se mejore el salario mínimo federal, así como para no proteger el agua y el aire que bebemos y respiramos, ni los ecosistemas que hacen viable nuestra presencia en el planeta. Atrás quedaron también las promesas de crear nuevos puestos de trabajo en nuestra industria. La realidad es que el gobierno de Trump se encamina a un enfriamiento (algunos hablan de recesión) de la economía, porque redujo los impuestos a los sectores con más recursos y ahora se ha propuesto elevar los aranceles a las importaciones de cientos de productos, lo cual es un impuesto que pagarán los consumidores, sin ningún beneficio para el país.

Las encuestas comienzan a perfilar tendencias muy interesantes. Biden, con 35%, crece. Encabeza y casi dobla con comodidad las preferencias entre demócratas, según la última encuesta de la Universidad de Quinnipiac. Su candidatura derrotaría a Trump si las elecciones fueran esta semana, 50% vs 38%, según la encuesta del medio preferido por la derecha, FOX News. Y algo más, al corte de hoy, todos los principales candidatos demócratas lo derrotan, aun cuando por márgenes más cerrados. Por otro lado, una serie de encuestas hechas por NBC o Morning Consult demuestran que Biden derrota a Trump por ventaja amplia en Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Florida y Ohio.

¿Por qué la ciudadanía hace esta lectura y no cae en las manipulaciones? Porque el Partido Demócrata está enfocado en las prioridades de la gente. Y eso está quedando claro, al tiempo que se hace explícito el hecho de que, bajo la presidencia de Trump, se ha dado un giro peligrosísimo hacia un extremo de la derecha, que no solo promueve el odio y la polarización, con base en prejuicios que con mucho esfuerzo habíamos superado o comenzábamos a dejar atrás, sino que en materia económica se promueve una nefasta agenda apegada a los intereses de las grandes corporaciones y familias de mayor poder económico, mientras olvidan la salud, educación y mejores oportunidades para las clases trabajadoras de nuestro país. Así de simple.

@lecumberry