Hablar de la extinción de Internet parece una insensatez en un mundo que lleva tres decenios organizándose a partir de esta red, construyendo eso que Manuel Castells denominó la “sociedad-red”, una suerte de telaraña donde estamos todos metidos de una u otra forma, cuyas implicaciones y cambios exigen una adaptación constante por parte de los usuarios.
Geert Lovink, académico holandés especializado en Internet, plantea una visión crítica sobre este tema, la cual es reproducida en “La extinción de Internet: política, redes y plataformas”, texto publicado en Medium y DigiDoc (Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, febrero de 2024). Los investigadores Carlos A. Scolari y Laura Pérez Altabe participaron en la edición y los contenidos de la obra.
Lovink analiza un conjunto de problemas derivados de la forma en que se ha estructurado Internet y el uso que le damos. De hecho, plantea que es necesario generar un pensamiento alternativo sobre esta tecnología.
Un punto cuestionado por el autor es la dependencia de las plataformas. “¿Cómo podemos vivir una vida no plataformizada mientras seguimos gozando de los beneficios de vivir conectados a través de las redes sociales?”.
La vida plataformizada permite conectarse, intercambiar información, conocer personas, vender productos, pero también significa perder algo de privacidad, aceptar la extracción de datos personales por parte de las grandes corporaciones que manejan estos soportes, someterse a la constante desinformación y otros problemas. De hecho, Lovink expresa que la red es una especie de Farmakon, algo tan tóxico como curativo.
Otro aspecto subrayado por este autor es que con Internet hay “demasiada comunicación”. Esto implica sobrecarga de información y estímulos que generan distracción, cansancio y ansiedad en los usuarios. No obstante, más que comunicación, muchas veces lo que prevalece es propaganda, publicidad, marketing e información dirigida, porque no importa tanto conocer lo que opina el público, lo que importa es convencerlo, hacer que compre productos, apoye una causa y una marca.
Al lado de la sociedad red, siempre ha estado latente la irrupción de un pensamiento alternativo, el activismo de grupos contrarios al establecimiento, movimientos que denuncian las inconvenientes de Internet y las plataformas, entre los cuales tenemos: la sustracción de datos personales, la visibilidad permanente, la geolocalización constante, la vigilancia, la desinformación, y la dependencia en general de las plataformas. A todo ello hay que añadir, según Lovink, la ansiedad, el agotamiento, la distracción y otros problemas que aquejan a numerosos usuarios.
Esto y mucho más llevan al autor a plantear que la extinción de Internet: “…no es simplemente una fantasía apocalíptica de la tecnología digital. No se consagrará de un segundo a otro por un pulso electromagnético, liberado por un arma de destrucción masiva. La extinción del Internet es el fin de una era de posibilidades y cábalas cuando la adaptación ya no es posible. El duelo por la desaparición del Internet ya comenzó mucho antes, cuando las plataformas cancelaron nuestra imaginación colectiva…”
Quizás lo que plantea Lovink puede resumirse en tres preguntas: ¿es posible un futuro diferente respecto a Internet?, ¿es factible un mundo con menos Internet?, ¿la “sociedad-red” es para siempre o es solo una etapa en la evolución de la humanidad?
@humbertojaimesq
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