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La estría donde se mudan las temporadas

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En este fin de año medito en la línea del tiempo y la plétora información que suele proporcionar de nosotros mismos y cualquier otra persona en la que se piense. La misma expresa con contundencia la procedencia que se tiene, que tan profundos o ligeros se marcaron los pasos en las playas transitadas; evoco el mar porque comparte características del pasado, sus mareas como dificultades embravecidas nos obligan a encallar en diversas arenas, donde sin duda se amplía la visión y se retoman con mejores equipos las oleadas. Luego, tenemos el presente cuya gran personalidad se hace el centro de los días, las noches y los pensamientos en conflicto. Así mismo, el futuro que parece más majestuoso cuando se visualiza que cuando se vive, y trae sus propias añoranzas de lo que seguramente estamos ignorando hoy.

La línea del tiempo es como el carril de un tren al que no se le consigue principio ni fin, como una sucesión de puntos en la hoja, de derecha a izquierda que deja a la duda, si en presencia de un papel con dimensiones mayores continuaría dicha línea. En fin, una historia tras otra decora las edades y los tiempos humanos, todos con una carga similar de enojos y envidias bélicas que dividen, pasiones y amores profundos que trascienden y verdades trágicas, que no tardan en expresarse para recordar los finitos de nuestros pasos sobre la estría donde viaja impávido el tiempo.

La necesidad de controlar lo incontrolable en períodos cortos, permite etiquetar con años la vida y aplacar ansiedades o frustraciones con momentos festivos que dan la sensación que lo malo se está dejando atrás y lo bueno está a la puerta. En lo personal, estoy convencida de que no todo se deja atrás con el nuevo calendario y que a mitad de año se pueden tener maravillosas renovaciones, es decir, más que años vivimos temporadas, unas largas otras cortas, algunas parecen hasta infinitas, cuando de pronto, su tan anhelado cierre sorprende con la soltura de una brisa apacible. Entonces, el entorno entero nos gritaque la clave siempre estará en reposar y enfrentar sabiamente y todo llegará, pero como se podría vivir sin aquello que de una u otra forma nos estremece, seriamos como estatuas lívidas e insípidas.

Mi reflexión para este final de año, que tanto anhelé en secreto, es que más que salir de una añada se requiere cambiar una temporada y con ella una mentalidad, un pensamiento innecesario, el enojo por perdón, una distancia por llamada, un silencio con amor y una promesa vacía con el abrazo de una presencia real en la vida de quienes atesoramos. Algunas historias continúan y aún no se les ve un final próximo, otras ya han culminado aunque quisiéramos revivirlas aun desde las cenizas. Sin embargo, abrazar aquello que sujeta con fuerza como yugo, pero permite mantener los pies en la tierra, solo para mirar atrás y ver cómo se va dejando una huella, eso sí puede ser una clave oculta a plena luz del día, para crecer y sin duda mudar de temporada.

@alelinssey20

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