En días recientes, desempolvamos de nuestra biblioteca un libro escrito por un tal Juan Gabriel Valdés, La escuela de chicago: operación Chile. Buenos Aires, Grupo Editorial Zeta, 1989. El tema de este libro es la historia de la transferencia de las doctrinas económicas de Chicago a Chile de la implantación de sus ideas en la Universidad Católica de Chile y la gestación del grupo de economistas que actuaron en el régimen de Pinochet. No es por lo tanto un estudio acerca del régimen militar chileno, de sus medidas económicas o de las acciones emprendidas por los “Chicago boys” desde la administración del Estado. No es tampoco un libro de economía. Es un estudio político, sobre conceptos, valores y actitudes y su transferencia organizada. Es también un relato sobre la influencia de Estados Unidos sobre un país de América Latina. Es por último un ejercicio contemplativo de una generación de la década de los sesenta que absorbió, esta vez no desde la izquierda sino de la derecha, una visión totalitaria y antidemocrática de la sociedad  de la sociedad y que a diferencia de otras generaciones y grupos extremos de la época, que no vivieron para ver aplicados sus sueños, pudo realizarlos a cualquier costo  con el respaldo de una dictadura militar.

Su autor, el economista Valdés, estudió en la Universidad de Princeton (Estados Unidos), pero estudiar allí ¿entonces no es también una influencia norteamericana? ¿Acaso la Universidad de Chicago pertenece o ha pertenecido al Tío Sam? Lo primero que nos extraña enormemente es que el intercambio entre profesores y becarios de la Chicago University comenzó en 1956, y el golpe contra Allende y a favor de Chile se dio en 1973. Es ilustrativo señalar la diferencia con el régimen católico-fascista inaugurado por el general Francisco Franco en 1939, que durante años soportó el bloqueo europeo y hasta americano (excepto Argentina con Perón) con hambre, carestía, etc. Esto se acabó cuando los tecnócratas del Opus Dei cerraron los controles de cambio, de precios, etc. y se acogieron al programa del FMI. De esta forma, España durante los años 1960-73 creció 7,73% su PIB en términos reales. También se convirtió en la octava potencia industrial del mundo. ¡Otro programa del FMI y el Banco Mundial que resultó exitoso!

La Escuela de economía de la Universidad de Chicago

De acuerdo con la amplísima nota descrita en The New Palgrave’s Dictionary of Economics sobre la Escuela de Chicago, sus principales características son (1) creencia en el poder de la Teoría neoclásica para explicar la conducta económica observada; (2) eficacia de los mercados para asignar recursos y distribuir el ingreso. Los progenitores de esta Escuela son Frank H. Knight  y Jacob Viner. Otros valiosos miembros que luego se incorporaron fueron Milton Friedman, George Stigler y W. Allen. También esta nota del Dictionary revela que hasta Oscar Lange fue profesor en Universidad de Chicago, no obstante su afiliación socialista, porque él patrocinaba un socialismo a través del mercado para beneficiarse de las ventajas del capitalismo en términos de eficiencia. Aquí hago la acotación de que Milton Friedman funda una subescuela denominada el monetarismo, en donde reinventa la famosa ecuación cuantitativa del dinero. Aquí acotamos la interesante reseña que hace el propio Valdés en una nota al pie de página (p.69) sobre la preparación de Milton Friedman:

En Chicago, Friedman había cursado Estadística con Henry Schultz y Economía Política con Frank Knight, Henry Simons y Jacob Viner. Dejó Chicago y fue a Columbia, donde estudió Matemáticas, Estadística y Economía con Harold Hotelling: Economía Monetaria con James Angell e Historia del Pensamiento y ciclos empresarios (Sic) con Wesley Mitchell. Desde 1937-40, desarrolló trabajos empíricos en el National Bureau of Economic Research. Al regresar a Chicago se reunió con Rudolf Carnap y Frederick Hayek, quienes enseñaban en el Departamento de Filosofía. Durante la década de los sesenta, también establecería fuertes contactos intelectuales con Karl Popper, el filósofo.

Es interesante destacar algunos datos de Chile en 2002, cuando ya en Venezuela gobernaba el hombre del socialismo del siglo XXI que no estudió en ninguna universidad.  En un trabajo que realicé hace algún tiempo, evaluando la economía chilena sobre la base del éxito que había tenido en la implantación de un programa del FMI y del Banco Mundial, tenemos que la expectativa de vida era en Chile de 76 años, mientras que en Venezuela era de 73 años. La mortalidad infantil de 9 por cada 1.000 nacimientos, mientras que en Venezuela era de 24/1.000. (Esteves Arria, p.3, 2003).

En la página 261, nuestro autor se lanza a una crítica “feroz” contra Arnold Haberger, que “tenía  un plan para modernizar la enseñanza de la economía en ciertos países de la región. Sin embargo, la intención de los economistas que estaban a cargo iba mucho más lejos. Su propósito a largo plazo incluía la introducción de una metodología científica, de rigurosas prácticas analíticas y de un ethos profesional, pero también estaban motivados —como esperamos demostrar en las páginas siguientes—por la idea de transformar  la concepción económica predominante en América Latina y a la influencia de Raúl Prebisch sobre toda el área. La idea de reproducir el Proyecto Chile en otros países de América Latina había estado presente en la mente de los profesores estadounidenses  —y en particular, en la de Harberger— casi desde el principio.

De la lectura de este párrafo se da por sentado las bondades que tuvo la política de crecimiento hacia adentro, recomendada ampliamente por la Cepal dirigida en una época por Raúl Prebisch. En este contexto, no he resistido la tentación de citar aquí al doctor Felipe Pazos, con quien estuve almorzando todos los jueves durante varios años:

Los absurdamente  altos niveles de protección aplicados en nuestros países no tienen justificación alguna económica alguna, y resulta muy difícil  explica cómo, y porqué, los establecieron nuestros gobernantes, y cómo y porqué los ignoramos o aprobamos implícitamente los funcionarios técnicos, nacionales e internacionales, incluso los del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. La explicación podría estar en que siendo la protección contraria a los principios teóricos del comercio internacional, pero considerada necesaria  para industrializar un país, los funcionarios nacionales e internacionales responsables de promover el desarrollo adoptamos la conducta de ignorar enteramente el hecho de que los gobiernos estaban aplicando una política de protección y, consiguiente, de ignorar también los niveles de los derechos arancelarios, sin entrar a investigar si éstos eran adecuados, excesivos o absurdos. (Pazos, p.250, 1991).

De igual forma, en la extraordinaria Historia Económica de América Latina desde la Independencia (originalmente en inglés: The Economic History of Latin America Since Independence, Cambridge, Cambridge University Press, 1994), la reducción de la proporción de las exportaciones latinoamericanas en el comercio internacional, es una señal clara de la pérdida de potencialidad de las economías latinoamericanas, basadas en una sustitución de importaciones que costaba mucho en divisas (Bulmer-Thomas, p.270,1994).

Total, fracasó el experimento de la Cepal.

Por último, en el interesantísimo libro del economista Hernán Büchi  (La transformación económica de Chile: del estatismo a la libertad económica), se precisa que la gente que salió de la Pontificia Universidad Católica no fue el único equipo que colaboró con el régimen del general Pinochet, también hubo otros equipos cuya contribución es subestimada y es la de algunas figuras que provenían de la propia administración pública. Se trataba de gente seria, y experimentada y con un sorprendente sentido de integridad personal y  de responsabilidad funcionarial. Estos equipos que habían hecho su carrera en el sector público y que motivados por los horizontes que se estaban abriendo se sumaron con entusiasmo al proceso (véase Büchi, p.11, 1993).

También, el libro de Valdés, trata muy mal al profesor Arnold Haberger, y minimiza su talento y sus ideas en relación al programa emprendido por la Universidad de Chicago y la Pontificia Universidad Católica de Chile,  a este respecto es bueno leerse completo el discurso del profesor Haberger en su nombramiento de doctor Honoris Causae en esta última universidad, donde explica el mal del ultra-tecnicismo en ciertos ambientes académicos en Estados Unidos. Sin embargo, vamos a citar este párrafo de este experimentado catedrático:

Me parece que la asociación de una buena política económica con un gobierno autoritario es básicamente incorrecta y, ciertamente exagerada. Es más cercano a la verdad decir que las buenas políticas económicas requieren que sean gobiernos razonablemente fuertes y confiados en su capacidad, que no tienen que temblar ante el pensamiento de ofender a cualquier grupo de intereses, que son capaces de tener una visión de futuro, casos recientes de logros significativos en ese aspecto son el Reino Unido bajo la señora Thatcher, Nueva Zelanda bajo el señor Lange y Australia bajo el señor Hawke. (Haberger, p.17, 1988).

Bibliografía

BÜCHI BUC, Hernán: La transformación económica de Chile, del estatismo a la libertad económica, Bogotá, Editorial Norma, 1993.

ESTEVES ARRIA, José Tomás: Chile (manuscrito no publicado), 2003.

HABERGER, Arnold C. : El economista y el mundo real, discurso pronunciado con ocasión de haber sido distinguido con el grado de Doctor Honoris Causa, Cuadernos de Economía, año 25, N° 74, pp-9-26 (abril 1988).

BULMER-THOMAS, Víctor: The Economic History of Latin America Since Independence, Cambridge, Cambridge University Press, 1994.

PAZOS, Felipe: «Capítulo XIII, La crisis latinoamericana,” en Medio Siglo de Política Económica Latinoamericana, (Tomo I), Caracas, Academia Nacional de Ciencias Económicas, 1991.

REDER,  M.W: “Chicago School”, The New Palgrave’s Dictionary of Economics, Edited by John Eatwell, Murray Milgate and Peter Newman in four volumes, published in the United Kingdom by The MacMillan Press Limited,1987.


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