Si alguien cobró o cobrará la recompensa ofrecida por la justicia y autoridades estadounidenses de cada uno de los varios altos jefes venezolanos, a raíz de la entrega del retirado jerarca militar, no se está al tanto y, la verdad, importa poco.
Lo que cuenta es el goteo de años, que podría convertirse en una cascada; no solo por los estímulos ofrecidos, sino porque quienes huyeron y escaparon antes hicieron revelaciones. Los recientes, el oculto en España, y el recién llegado a Estados Unidos, tienen muchos más años y eventos a cuestas para confesar.
Sin insinuar culpabilidad ni de qué. De eso se encargarán ellos mismos. Lo aclararán primero a los detectives, después a los fiscales, seguidamente al juez y al jurado, finalmente a sus compañeros de prisión. Se supone que, detenido y protegido, acuerda términos para narrar lo que al dedillo sabe y está al corriente. Es de imaginarse que más de uno debe estar neurasténico, histérico y muy perturbado.
Por transcurso del tiempo y cargos desempeñados tienen demasiado que narrar, en consecuencia, a más personas que involucrar y denunciar. Unos cuantos, de los que tienen jugosas recompensas ofrecidas, deben estar recordando el refrán aquel de las bardas en remojo. Las bardas, camaradas, las que ve uno arder son las bardas, no las barbas.
Comentan malas y viperinas lenguas, que han hablado públicamente por angustia de cognición y en confidencial para que les permitan conservar parte de lo esforzadamente robado, vivir tranquilos el resto de sus vidas una vez descargadas sus conciencias y vaciados conocimientos en las Cortes de Nueva York y Miami. Bueno aclarar que, la Fiscalía en Estados Unidos no actúa por órdenes de Washington ni de nadie sino por investigaciones, declaraciones y pruebas comprobadas.
¿Se imaginan lo que conoce un general, y todo lo que sumado pueden saber estos dos calvos que fueron tan de confianza de Chávez? Muchos de los que siguen engarfiados al poder deben sentir espasmos escalofriantes; según maléficas versiones lo ofrecido es bagatela, pero demasiado para cualquiera de la amplia, difícil de controlar plantilla y cortejo de adulantes que los rodea, esos millones, provocan sueños de futuros amenos y confortables.
Los imperialistas son eficientes, y en una tarde ya tenían al hombre a buen resguardo. No extrañe que, no capturado, sino que se entregó voluntariamente, haya empezado a comerciar y revelar desde las oficinas en Barranquilla. Improbable saber si lo hizo, no importa, pero los ocupantes de Miraflores, asamblea nacional constituyente, sede del PSUV, Asamblea Nacional que se reúne a escondidas y algunas mansiones, estarían preocupados, incluso, con algo de cabeza bien puesta, pensando cómo negociar, y qué pedir a cambio de qué.
Según lo expresado en el video despedida hacia la prisión, el obstáculo para la democracia y la libertad es la complicidad atiborrada de egos, intereses y traiciones. Lo que debe tener a muchos nerviosos y analizando salidas no es un problema político sino penal, de tribunales, fiscalías y oficinas policiales, nada de Casa Blanca ni Departamento de Estado. Mientras no se desarticulen, Venezuela no recuperará su anhelada independencia.
La sociedad de cómplices da aproximación de la relación concubinaria que existe, lo que explica, compromisos amorosos de ambos grupos y del porqué nunca se intentó cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres, en ese orden; el propósito fue aparentes elecciones arregladas para continuar cohabitando.
Lamentable e inocultable. La realidad se impone y la verdad florece, se necesitan mutuamente. Sin la colaboración decidida y ayuda entre socios no hubiera sido posible el oxígeno de los diálogos, y tampoco habrían mantenido el monopolio de la franquicia opositora.
¿Y el otro general, conoce la DEA su paradero? Se especula, habría contactado con la Inteligencia española para entregarse, solicitando condición de testigo protegido, para responder cuestionarios a distancia. Teoría negada por su equipo legal, afirmando aún tienen batallas legales en proceso.
La forma de salvar a Venezuela es disolviendo la siniestra alianza. Al mal no se le puede dar tregua, ni de un lado ni del otro.
@ArmandoMartini