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La enfermedad infantil del «cortoplacismo» en la oposición venezolana

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Foto: AFP

Por todos es conocido que la oposición en nuestro país y en la diáspora identifica a las diferentes expresiones del espectro político y social nacional, quienes por primera vez en el siglo XXI lograron milagrosamente ponerse de acuerdo en 2024, en torno a un solo candidato a presidente de la república en la persona de Edmundo González Urrutia.
Para concretar ese gran acuerdo nacional de una dimensión extraordinaria se debieron superar numerosas emboscadas, apartar sigilosamente la paja del trigo, para que finalmente el Poder Electoral y su organismo el CNE no tuviera más excusas que inscribir al candidato a la postre triunfador el pasado 28J, aun así el régimen le dio curso a candidatos de circo y oropel identificados como opositores para confundir a la ciudadanía, que no dudó en desecharlos con el peyorativo de “alacranes” y aventarlos al muladar de la historia.
Ahora bien, todo este titánico esfuerzo liderado por María Corina Machado por años se pretende ahora desacreditarlo al no concretarse la toma de posesión de EGU el pasado 10 de enero bajo la excusa de no haber cumplido la promesa de “Hasta el final”, como si el fin de la historia de Venezuela concluye con la tétrica toma de posesión, que en realidad fue un ejercicio de usurpación del tirano Maduro.
Desde ese día profusamente han circulado por las redes sociales toneladas de mensajes de corte apocalíptico, colocando a MCM y EGU una lápida en el cementerio de los fracasos opositores, de los cuales conocemos suficiente a lo largo de este último cuarto de siglo.
Debo manifestar que la impaciencia no es el mejor argumento para el análisis político, quienes integran esa nueva tribu de los “te lo dije” calificándose como los nuevos gurús de la política nacional, al devenir en una suerte de inquisidores de quienes han acertado en su lucha contra el régimen tiránico. En resumidas cuentas, terminan como quinta columna de la propaganda oficialista.
Quienes mantienen esa ola de comentarios negativos ignoran que durante estos 25 años todos los experimentos desplegados desde la Coordinadora Democrática, la Mesa de la Unidad, La Salida, Frente Amplio y la Plataforma Unitaria no pudieron concretar una derrota tan aplastante como la obtenida el pasado 28 de julio.
Ese día la oposición venezolana alcanzó el mayor capital político en su lucha contra el chavismo opresor y su actual versión madurista, con la obtención según el último conteo publicado por la dirigencia estudiantil universitaria de 7.493.584 VOTOS para Edmundo González Urrutia, hoy presidente electo por los ciudadanos de este país, cantidad que sería duplicada si hubieran podido votar los mas de 8 millones de compatriotas hoy en el exilio.
Esta aplastante realidad ocasiona el insomnio y pesadillas al tirano y su camarilla, sabedores del repudio generalizado de la población han recurrido al único argumento de la galería de dictadores de la historia como lo fueron Hussein, Al-Assad, Gadafi, Castro, Noriega y los actuales Putin, Ortega, Kim Jong-un, como lo es la represión despiadada.
Han desplegado a nivel nacional un efectivo aparato del terror propio de los Estados policiales, en Guayana, Maracaibo, Caracas, en fin, en todo el territorio nacional como lo hiciera una vez la Securitat de la Rumania de Ceaușescu, cuando otro Nicolás mordió el polvo de la ira popular.
Por tanto, resultaría conveniente citar las fuentes de esa campaña de la desesperanza, el pesimismo, pretendiendo crear un clima de resignación y de derrotismo. Proviene en primer lugar de impacientes ciudadanos fatigados de tanta miseria, lo que es comprensible, igualmente tras telones se esconde la infamia de los normalizadores, de los pasapáginas, de los cuales hablaremos en una próxima oportunidad, y finalmente detrás de esta campaña está el vasto aparato publicitario del régimen, quien disfruta con promover el desencanto.
Todo le será inútil ante un pueblo que a pesar del miedo y el terror se apropió de una decisión mediante millones de votos, de reconquistar la libertad y la democracia, que nos permitirá al mismo tiempo presentar nuestras coincidencias y divergencias ante un nuevo gobierno. Para llegar a ese estadio de cosas necesitamos primero desalojar del poder a la tiranía, como lo señala nuestra carta magna.
Finalmente, el esfuerzo y sacrificio de este pueblo esperanzado al lograr la conquista de elegir soberanamente en unas elecciones no quedará en vano.

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