OPINIÓN

La elección entre Colombia y el castrochavismo

por Carlos Sánchez Berzaín Carlos Sánchez Berzaín

Petro y Hernández

La elección del presidente de Colombia 2022-2026 es un hito histórico que marcará los próximos veinte años de la historia del país y de las Américas. Este 19 de junio los colombianos decidirán entre el outsider Rodolfo Hernández y el castrochavista Gustavo Petro, una elección existencial, en la que está en juego la naturaleza misma de Colombia con efectos radicales en la vida de los colombianos. La situación de los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua demuestra que esta elección es entre la libertad y el sometimiento, entre democracia y dictadura, entre Colombia y el castrochavismo.

El resultado de la primera vuelta electoral del pasado 29 de mayo sorprendió con la irrupción de Rodolfo Hernández como el candidato que disputará la presidencia con Gustavo Petro. El socialismo del siglo XXI o castrochavismo en todas las elecciones de la región nunca ha tenido un candidato de mayoría absoluta en la primera elección -Petro tampoco lo es- por lo que usa la estrategia de alentar la multiplicación de candidatos para dividir la opción democrática y aplicar el sofisma de presentar como mayorías absolutas sus minorías relativas, como lo demuestran los casos recientes en Perú y Chile.

Conocidos y aceptados los resultados de la primera vuelta se ha tratado de presentar al candidato Rodolfo Hernández como un populista cuando es en verdad un “outsider”, esto es “un candidato que no se esperaba que gane” porque se trata de “una persona que no se acepta como parte de un grupo u organización concreta”. El más perjudicado con la irrupción de Hernández es Petro, que se ha visto obligado a volcar su campaña en una intensa “guerra sucia” directa e indirecta contra su inesperado oponente. El “asesinato de la reputación” es una de las armas principales del castrochavismo contra los líderes democráticos, y como no esperaban la aparición de Hernández no se habían ocupado de él.

Para resumir lo que está en juego en la elección del próximo presidente de Colombia solo hay que anotar el hecho confeso e indiscutible que Gustavo Petro es el candidato del socialismo del siglo XXI o castrochavismo, el grupo liderado por la dictadura castrista de Cuba que se ha expandido en este siglo gracias a los recursos de Venezuela proporcionados por Hugo Chávez y que ha convertido en dictaduras a Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Todos estos países tienen hoy presos políticos, exiliados, perseguidos, procesados por operadores de justicia infames y son países en crisis.

Colombia desde hace décadas es objetivo principal de la dictadura cubana que organizó, sostuvo y protegió -entre otros- a los grupos guerrilleros y narcoterroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, el Ejercito de Liberación Nacional (ELN), el Movimiento 19 de Abril o M-19 (al que pertenece Petro). En ese propósito, Cuba utiliza como su plataforma principal el territorio y el régimen dictatorial de Venezuela y usó el territorio de Ecuador con Correa. Hoy protege en territorio cubano a los capos del ELN requeridos por la justicia colombiana mientras interviene en las elecciones con su candidato Petro.

Las “dictaduras del siglo XXI” se forman a partir de presidentes elegidos democráticamente, que “desde el poder destruyen y suplantan sistemática y progresivamente la institucionalidad democrática hasta hacerse del poder total” utilizando para eso mecanismos de manipulación popular como «referendos y las asambleas constituyentes”, “opositores funcionales” y “empresarios amigos” a los que en cualquier momento persiguen, despojan y encarcelan.

Además de la aplicación de la metodología del socialismo del siglo XXI para la liquidación de la institucionalidad y la economía, en el caso de Colombia la presidencia de Petro supone el inmediato control de la institucionalidad militar y policial que trabaja exitosamente contra el narcotráfico, la guerrilla y el crimen organizado y cuyo desmantelamiento es vital para el castrochavismo que ha convertido a Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua en narcoestados. Lo prueba el dictador Maduro con orden de captura internacional y 15 millones de dólares de recompensa como miembro del “Cartel de los Soles”.

Los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua son víctimas y prueba viva de la destrucción nacional, pobreza, hambre, persecución y todo tipo de violaciones de los derechos humanos por los regímenes de “terrorismo de Estado” castrochavistas que han uniformado sus métodos de gobierno con los de la dictadura cubana.

La elección del próximo presidente de Colombia está enfrentando al pueblo colombiano con la intervención transnacional presentada como humanismo o progresismo. Es una elección existencial entre Colombia y el castrochavismo porque si este último toma el poder, la Colombia libre y exitosa de hoy tiene los días contados.

Artículo publicado en Infobae.com