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La educación como herramienta de seguridad

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El hombre ha comprendido que los riesgos son parte de su vida. La definición de términos como amenaza y vulnerabilidad en la seguridad son poco conocidos por el ciudadano común. Los riesgos de la seguridad personal y patrimonial deberían estar presentes en nuestra línea de protección prioritaria.

Nos educan para convertirnos en profesionales, producir y tener éxito en la vida, pero no nos enseñan a cuidar bien de nosotros mismos, de nuestra gente, de nuestros bienes.

El psicólogo norteamericano Abraham Maslow en su teoría de la pirámide de las necesidades señala que el hombre requiere satisfacer la necesidad de sentirse seguro y protegido. Esta necesidad de seguridad tiene un segundo lugar jerárquico en la pirámide luego de las necesidades fisiológicas o básicas de los seres humanos y solo en algunas sociedades o países desarrollados se le da la importancia que realmente merece.

Si seguridad es sinónimo de certeza y confianza podemos decir que el conocimiento nos da esa seguridad para actuar en determinado momento frente a posibles riesgos o situaciones de peligro.

Países como Finlandia, Suecia y Noruega tienen bajísima tasa de delitos, donde los ciudadanos perciben una sensación de bienestar y de seguridad tanto en sus hogares como en las calles, gracias a que, y no por mera coincidencia, poseen uno de los mejores sistemas educativos del mundo. Tenemos otro ejemplo con el caso de Japón donde las escuelas son las encargadas de impartir educación preventiva en especial para saber actuar en caso de terremotos, siendo estos una de las principales causas de muertes y daños por desastres naturales en el archipiélago asiático.

El siglo XXI es un siglo tecnológico. En apenas 20 años el avance de las herramientas informáticas, de las comunicaciones y de los objetos electrónicos ha convertido no solo a las nuevas generaciones en sujetos dependientes de la era digital sino a un acelerado y creciente grupo de consumidores tecnológicos de personas mayores, quienes se han tenido que adentrar a este nuevo mundo para buscar y acceder a información.

Esta era nos ha situado en medio de la Revolución de la Información que no es más que la Revolución del Conocimiento, pero esta explosión de la información y explosión del conocimiento nos ha planteado otros problemas para la supervivencia: la necesidad de aprender a aprender, de pensar y razonar de forma reflexiva y crítica frente a los retos y nuevas amenazas globales para saber tomar las decisiones correctas.

Frente a esto, vale la pena preguntar: ¿Es posible que la educación sea el medio para desarrollar habilidades cognoscitivas que nos permitan tener capacidades protectivas? La sociedad en sí representa esos desafíos. Los jóvenes tienen el gran compromiso de continuar asegurando lo que hasta ahora se ha protegido. Su aprendizaje en este mundo líquido y cambiante nos llama a todos a creer en los procesos sociales de hoy, aunque se vean de un modo diferente, sobre todo en las nuevas TIC y las herramientas tecnológicas que ya son parte, queramos o no, de nuestras vidas.

La seguridad, insisto, sigue siendo y no dejará de serlo la sensación de paz y tranquilidad que el hombre teme no controlar. Solo la educación en buena medida nos brindará la posibilidad de estar mejor preparados gracias a su poder de producción de conocimiento.

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