«Vendéis al justo por dinero«. Profeta Amós
La guerra genocida de Vladimir Putin contra Ucrania muestra y cuenta en vivo, día a día, las por ahora parciales víctimas militares y civiles. Hoy, por la inmediatez que otorga la tecnología comunicacional, el infierno es aquí, ahora. Saldo de horrores cada vez más difíciles de asimilar en lo emotivo y conceptual porque la realidad supera con creces imágenes de la filmografía documental y creativa sobre el tema.
Más allá de su papel en coordinar la digna reacción militar defensiva del pueblo ucraniano, su presidente comanda una difícil gesta de concientización mundial sobre los viejos y continuos errores del cada vez más agónico universo democrático. Electo por mayoría de 73% en limpio sufragio constitucional, dirige su lucha en dos dimensiones complementarias.
Judío de nacimiento y por tradición mantenida fuera de ortodoxias, 44 años de edad, esposa y 2 hijos cristianos, representa un país libre de la fascista órbita federalista rusa. Preside con logros un país multirreligioso, polirracial, de variados idiomas coloquiales y diversa producción cultural. Universitario graduado en Economía, actor de potente fuerza comunicativa, especializado en el género comedia de crítico acento político. Este es su armamento civilista.
Al contrario, el criminal Putin se autoelige por ciclos anulando disidencias mediante prisión, tortura, envenenamientos individuales y sectoriales, toda forma de oposición que acumula un extenso prontuario, una sistemática hoja de ruta militarista que fusiona los fascismos zarista, soviético y nazi. Gesta delincuencial de veinte años que segrega y elimina uno por uno a sus adversarios individuales, grupales y nacionales –Chechenia, Georgia, Crimea, Siria– por ahora.
A su vez, los sistemas democráticos con sus organismos legales fundados para detectar, comprobar, denunciar y detener esa clase de criminalidad se limitan a leerlos como fechorías en la prensa noticiosa de ayer o convocar para lamentarlo y sentirse muy consternados. Conducta diligente que sustenta instituciones septuagenarias en congelación disfuncional como son la organización de las naciones desunidas y su consejo de inseguridad con oficinas inútiles, dispersas, dedicadas a reconocer el auge de los derechos Inhumanos, para colmo de males la propia OTAN avisa que esta guerra puede durar meses o años, admitiendo que de manos atadas por sus propias leyes carece del derecho a impedirlo, costumbre con eco hemisférico en la Organización de Estados Americanos que al no actualizar su Carta Democrática Interamericana renovada en 2001, también se paraliza en retórica repetida y caro mantenimiento por admitir en su seno regímenes dictatoriales populistas totalitarios que se disfrazan de “neutrales”, sin posibilidad de concretar acciones como serían bloqueos diplomáticos y financieros más tribunales penales que juzguen y castiguen a los violadores de sus documentos fundacionales.
De allí la vital campaña divulgativa de esas desmoralizantes fallas estructurales ejecutada a viva voz por Zelenski en sus breves pero contundentes apariciones desde las pantallas parlamentarias europeas, de Estados Unidos y Canadá. Al margen de los resultados bélicos cumple una misión responsable de antecedente en los profetas bíblicos proyectados siglos después en las republicanas incorruptibles fiscalías democráticas: independientes pero muy pendientes de las transgresiones criminales colectivizadas desde los distintos tronos, las enumeran en sus narices como delitos presentes, causa y efecto de inmediatas y futuras catástrofes masivas (VR: ”El derecho al veto de Rusia es el derecho a matar.”)
¿Culpa de ciegos y cómodos funcionarios? En parte. Grandísima culpa de quienes continúan dándoles garrote, kalashnikov y modernas armas atómicas con elegantes sillones en recintos que promueven una impotente vergüenza ajena en el público espectador, próximas víctimas de esas degradantes puestas en escena.
En primera conclusión, a 45 días de El infierno tan temido (vale robarle el titulo al relato de 1980 del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti), la fórmula pública de Zelenski señala, precisa, pide urgentes rectificaciones, anulaciones o refundaciones que legalizadas permitan accionar en concreto a fin de salvar lo que resta de su patria invadida, destruida pero no vencida, tragedia que se proyecta planetariamente, pues el crimen que fomentas o permites hoy, sin la menor duda se revertirá como verdugo contra ti.
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