Apure siempre reflota en la opinión pública nacional por noticias lamentables. Somos una población pequeña, de menos de 400.000 habitantes, en 76.500 kilómetros cuadrados, ceñidos a una realidad fronteriza contenida por la presencia histórica de grupos irregulares y el trasiego de cocaína de Colombia a Venezuela, que afecta la dinámica social y económica, y nos causa graves problemas de identidad en lo que respecta a la cultura del llanero.
La mal llamada revolución del siglo XXI nunca ha permitido que un verdadero conocedor de la idiosincrasia de los habitantes y los diferentes grupos sociales en el que convergen sea el gobernador del estado. 20 años tiene Apure en manos de foráneos sin arraigo y compromiso con el desarrollo, condenando a la población al atraso y a la pobreza sin expectativas de crecimiento. El problema comenzó con el capitán Jesús Aguilarte, que era natural de Barinas y que fue sucedido por el coronel Ramón Carrizalez, siendo por mucho el peor gobernador que ha pasado por Apure, en su capacidad de destrucción masiva, y persecución de todos los sectores políticos y sociales. Ahora está al frente de la gobernación el profesor Eduardo Piñate, que si bien nació en Apure y posee familiares en el estado, todo su desarrollo académico y político fue en la ciudad de Caracas.
Todos estos gobernadores del PSUV han generado debates regionales por traer de otras ciudades a sus círculos de confianza y no asignar responsabilidades a los profesionales existentes en la región. Ramón Carrizalez fue implacable con los educadores y en el Hospital Pablo Acosta Ortiz mantuvo una junta interventora a manos de un coronel de apellido Jiménez, que nada sabía de medicina y ocasionó un caos durante años en el servicio médico. Tal parece, por los últimos acontecimientos, que el gobernador Eduardo Piñate asumirá esa misma línea, despótica, cínica y autoritaria contra los médicos y el servicio de enfermería de nuestro principal hospital.
Con argumentos aportados por su círculo de confianza, el gobernador ha acusado a los médicos de sustraer medicamentos y de levantar una mafia en el sector hospitalario. Además, con las actitudes antidemocráticas que caracterizan al gobierno de Nicolás Maduro, se negó rotundamente a escuchar al personal que se ha propuesto defender su moral, su profesionalismo y su entrega a la defensa de la salud.
Negarse a atender a los médicos que han mostrado profundo sacrificio y se han entregado durante años a defender la vida de nuestros ciudadanos, solo es propio de quien no conoce la calidad humana de esos profesionales, a los que muchos les debemos la vida de nuestros familiares. Profesionales que siempre han puesto en primer lugar su código médico, ante cualquier diferencia política o ideológica.
Sostener la verdad en una sola dirección y evaluar un único escenario siempre será un error. El gobierno de Apure está rodeado de un mar de fragilidades, no escuchar y atropellar a quienes les sirven a la población es una torpeza gigante que tendrá grandes repercusiones en la gestión, porque la doble moral nunca será bien admitida.
El actual gobernador, que está alineado con Nicolás Maduro, debe saber que sobre él varias conspiraciones se ciernen. La línea militar dependiente de Diosdado Cabello siempre ambiciona reconquistar el control del territorio y para ello cuentan con la colaboración de todos los alcaldes del estado, aspecto que se les facilitará mientras la gestión gravite en beneficio de lo mediocre y la mala conducción de los sectores preponderantes de la sociedad.
Así que al politizar el conflicto de la gerencia médica y pretender mancillar la moral de profesionales de las mal altas consideraciones dentro de la sociedad apureña, no podrán pretender en el ocaso de sus acciones que no tendrán a su vez repercusiones en la misma línea política, a lo interno con los propios demonios que los habitan y externamente con quienes rechazan su ineficiente modelo en el país.