Justo hoy, a propósito de la celebración de la edición 22 de la Copa Mundial de Fútbol de la FIFA, que por vez primera se está realizando en un país de raíces árabes; veía una noticia de que en una ciudad mexicana (Morelia, Michoacán) dan correazos a un ladrón que está amarrado a un poste de alumbrado público con las manos atadas, imagino que queriendo hacer valer la “justicia” ante el escarnio público. Digna escena de una película que retrata lo que el ser humano es capaz de hacer desde siglos atrás para mostrar su superioridad o incluso, vengar o hasta hacer cumplir las normas y reglas. ¿Y esto no es lo que hoy también vemos que fervorosamente se critica de Qatar, la sede del Mundial?, con lo que muchas personas –algunas muy famosas– se dan golpes de pecho diciendo que no participarán de este evento deportivo, por los antecedentes violatorios de derechos humanos que tiene ese país, lo cual no es falso, pero no es cierto que sea el único donde suceden estas cosas, pues lo vemos en el caso de México que antes refería, pero también a diario en distintas partes del mundo, incluso en anteriores anfitriones de esta copa, y en muchas otras en las cuales estas acciones ni siquiera están escritas en algún reglamento como para darle “legitimidad”, sino que se hace a la oscuridad de la ley y sin que nadie se dé cuenta, porque se cree que podemos hacer cosas malas que parezcan buenas y no ser juzgados. ¡Qué tristeza! Y debo decirles que esto me confirma la doble moral con la que convivimos en nuestra sociedad.
Esto mismo, lo vemos en la gestión urbana, obviamente en el contexto respectivo, pero doble moral al fin. Hace algunos días veía también cómo personas que se dicen llamar “influenciadores”, que son profesionales prominentes del ámbito del desarrollo y la gestión de ciudades, insinuaban que por la tradición y el orgullo que define a una localidad específica, defendían la presencia de plantas de producción de concreto en pleno centro de ésta y hasta cuentan la historia como algo extraordinario, dejando a un lado que en parte, esto es una de las grandes causas de la deteriorada calidad del aire que padece esa urbe, entre otras cosas. Pero también estos mismos actores es posible encontrarlos promoviendo, en simultáneo, el uso de la bicicleta como el modo de transporte para lograr una movilidad sostenible. Esto me pone a pensar, que forman parte del mismo grupo de personas que critica el trato despreciable que se le da a la mujer en muchas sociedades del mundo, pero bailan al ritmo de reguetón y sus las letras escatológicas, que hasta son premiadas por la academia de los Grammy como las mejores del año, cantadas por el célebre Bad Bunny o alguno de sus colegas.
Entonces, ¿será que antes de emitir juicios de valor, sobretodo de forma pública, nos revisamos primero internamente, para saber qué es lo que tenemos claro o no al momento de mantener una postura? Porque muchas veces parece que queremos mostrar una imagen impoluta, sin tener lugar a grises, sino catalogando las cosas como blanco o como negro, sin entender que ello nos hace más vulnerables y sobretodo que cuando esto se trata de la gestión de ciudades, es absolutamente peligroso, porque puede conllevar a la toma de decisiones equivocadas, que no son coherentes ni congruentes con lo que realmente merecen los ciudadanos.
Lo cierto es que vivimos en un mundo dentro de submundos, en una sociedad en la que existen infinitas formas de ver la vida, tanto a nivel personal como colectivo. Estamos acostumbrados a condenar en sociedad y criticar a todo aquel que no se adapta a las normas establecidas en lugar de intentar aceptar que existen tantas formas de vivir como individuos hay en el planeta. Estamos acostumbrados a exagerar o atenuar dependiendo de los intereses creados y a no respetar la realidad e ideales de otros grupos sociales dependiendo de cómo viva el grupo social al que pertenecemos. Y peor aún, estamos acostumbrados a querer aparentar, aunque sea fingido, para poder calar en un grupo social o seguir ciertos patrones de moda.
Algunos cuestionamientos generales, que me surgen:
- ¿Qué podremos aportar para tener un mundo más transparente y alejado de los delitos que conducen a la doble moral de una sociedad?
- ¿Qué podremos hacer para que realmente existan gestiones transparentes y ganadas con un cambio verdadero, que conlleve a vivir con mayor calidad de vida, y dejando a un lado intereses económicos y políticos?
- ¿Qué podremos hacer para ser más auténticos y sinceros en el abordaje de los problemas urbanos, y también los globales con incidencia en lo local?
- ¿Qué podremos hacer para enfrentar la realidad que se nos avecina próximamente, en la que hay muchos desafíos que retan la permanencia de la vida humana en el planeta, al menos como la conocemos hoy día?
Para matizar lo dicho, aprovecho de hacer referencia a un resumen que hace la Dra. Sandra Guzmán (PhD en Filosofía con especialidad en Política, de la Universidad de Nueva York, Estados Unidos, quien defiende la causa ambiental), sobre la recién culminada cumbre COP27, que organiza la ONU, a propósito del cambio climático, sobre lo bueno, lo malo y lo terrible de esta conferencia mundial, en donde quedó más que evidenciada la doble moral en la que estamos viviendo, ante la cual debemos convertirnos en verdaderos agentes de cambio, si es que queremos tener en el futuro próximo un planeta más sano.
Entre lo bueno, se cuenta:
- Financiamiento para pérdidas y daños: uno de los aspectos más importantes para la implementación, pero el más esperado era la creación del fondo para pérdidas y daños. Demanda que vino de ONG de la sociedad civil y de países vulnerables.
- Si bien el fondo tendrá recursos nuevos y adicionales, se espera que sea un comité de transición el que defina su operación a ser acordada en la COP28. Además, que se aprobó la red de Santiago para provisión de apoyo técnico en materia de pérdidas y daños también.
- El fondo es un mecanismo financiero que puede tomar tiempo en hacerse operativo, como fue el Green Climate Fund, por ello es importante que iniciativas como el Global Shield, se mantengan como medidas de respuesta inmediata. El Global Shield logró recaudar alrededor de 211 millones de dólares.
- Transformación del sistema financiero: se reconoció por primera vez, que para alcanzar la transición es importante transformar al sistema financiero y todas sus estructuras, como los bancos centrales, bancos comerciales y todas las instituciones de inversión.
- Acceso al financiamiento: se llamó a los bancos multilaterales y a las instituciones financieras internacionales a mejorar sus esquemas de acceso, simplificándolas, así como a movilizar más financiamiento, creando nuevos esquemas e instrumentos que no sean de deuda.
- Brechas de financiamiento: se reconoció la brecha que existe entre las necesidades y los flujos de financiamiento y se habla por primera vez sobre los altos niveles de endeudamiento de los países. Esto abre la puerta para hablar de esquemas como condonación o canje de deuda.
- Transición justa: se afirma que alcanzar la transición hacia un desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima, debe hacerse de manera justa, considerando aspectos socioeconómicos y prioridades de los países, sobre todo aquellos que viven de economías intensivas en carbono.
- Derechos humanos: la decisión reconoce la importancia de atender el cambio climático, respetando derechos humanos, el derecho a la salud, los derechos de los pueblos indígenas, comunidades locales, migrantes, niños y niñas, personas con capacidades diferentes, género y equidad.
- Por primera vez se habla de la importancia de la criósfera como parte de los ecosistemas que deben ser protegidos, de la mano de bosques, océanos y toda la biodiversidad, así como el reconocimiento de la protección de la Madre Tierra y la justicia climática.
Entre lo malo, tenemos:
- Retraso en la salida de subsidios a los combustibles fósiles: se mantiene el lenguaje de limitar el calentamiento global para evitar un aumento de más de 1.5°C, pero no se ha fortalecido el lenguaje sobre la salida de los subsidios a los combustibles fósiles.
- Se habla de la eliminación progresiva de la energía de carbón no utilizada y la “eliminación progresiva de los subsidios a los combustibles fósiles ineficientes”, “proporcionando al mismo tiempo un apoyo específico a los más pobres y vulnerables en función de las circunstancias”.
- Si bien esto último es positivo, no es contundente ante la necesidad de acelerar la reducción de la producción de combustibles fósiles y si estos no son reducidos, no habrá fondo que alcance para atender las pérdidas y los daños derivados de la emergencia climática.
- La meta de los 100 millones de dólares no ha sido cumplida, pese a que llevamos 12 años de haberla establecido, pero no se han transferido; si bien se habla de que fueron 83 mmd los transferidos en 2020, estos no son suficientes. ¿Cómo van a pagar por pérdidas y daños?
- Duplicar financiamiento para adaptación no es suficiente: se reconoció la brecha que existe en materia de financiamiento para adaptación y se pidió al Comité Permanente de Financiamiento que haga un reporte sobre la duplicación del financiamiento para este tema. Sin embargo, duplicar el financiamiento para adaptación no es suficiente y no hay una línea clara de cómo la tendencia sería hacia incrementar en al menos 10 veces este financiamiento
Entre lo terrible, se tiene:
- Derechos humanos y equidad de género en el proceso: esta COP fue por mucho una muy mal organizada conferencia global climática, tanto en términos logísticos como políticos. Lo peor es que se haya hecho en un país que no tiene respeto a los derechos humanos y menos equidad de género.
- Ya no debe haber ni una sola conferencia que no garantice estos derechos no solo a participantes, sino también a sus ciudadanas y ciudadanos. Este es un tema que la ONU tendrá que considerar de manera profunda para futuras sesiones.
Y finalmente, los pendientes:
- Balance global: hay que tener muy en cuenta los resultados del Balance global o “Global Stocktake” que tendrá que ser entregado en la COP28 y que tendrá que mandar una importante señal de que áreas habrá de aumentar la ambición.
- Los cofacilitadores tendrán que hacer un balance de lo obtenido hasta ahora, e identificar las brechas para facilitar la discusión durante 2023. De lo contrario, tendremos un balance muy desbalanceado.
- Nueva meta de financiamiento: se dio la bienvenida a los trabajos que se hicieron en 2022 para la definición de una nueva meta colectiva y cuantificable de financiamiento (NCQG); se lograron establecer aspectos procedimentales hacia 2023, pero no aspectos de contenido.
- Un tema que faltó fue el llamar a los países a estimar mejor sus necesidades de financiamiento para el diseño de la parte cuantitativa de la meta. Se augura un año poco claro.
- Como toda COP, no podemos celebrar de manera absoluta, pero tampoco podemos considerarla un fracaso rotundo. En derecho internacional público los matices o “nuances” son muy importantes.
Espero haberles contribuido, ¡hasta la próxima entrega!
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