Karl Marx, define en su pensamiento los siguientes periodos o fases en la implantación del comunismo:
1. Un periodo de transición, que se iniciaría con la llamada dictadura del proletariado que sería una dictadura de las clases trabajadoras sobre la burguesía.
2. Una “primera fase del comunismo” (que Lenin llamaría “sociedad socialista”) en donde se recibirían bienes de acuerda a la contribución laboral todavía basada en una forma de derecho.
3. Y una “fase superior” en la que cada individuo contribuirá según sus capacidades y recibirá acorde a sus necesidades.
Ninguno de los países en los que está vigente un régimen comunista ha sido capaz de pasar de esa fase “temporal” de la dictadura del proletariado. Podríamos decir que esa fase temporal ha sido asumida como la fase final del comunismo, traicionando así al pensamiento del propio Marx.
En la práctica, además, esta primera fase se ha convertido en una dictadura, con un partido totalitario que dirige ideológicamente a la sociedad política y a la sociedad civil y que puede llegar a imponer medidas de violencia política contra las opiniones contrarrevolucionarias.
La caída de la Unión Soviética también significó la constatación práctica de que económicamente el sistema comunista no era lo suficientemente eficaz como para competir con el capitalista.
Por ello, tanto China como Cuba se abrieron a aplicar gradualmente en sus economías principios de la economía capitalista, que, desde luego, en el caso de China se han mostrado muy eficaces económicamente hablando.
Sin embargo, desde el punto de vista político, los dos países mencionados siguen anclados en la dictadura del proletariado, sin que haya ninguna apertura al respecto. Esto es así porque mientras que económicamente la apertura puede ser gradual, políticamente el cambio sólo podría ser de una vez, de repente, pues cualquier cesión por parte del partido único sería visto como una muestra de debilidad que sería aprovechado por cualquier movimiento contrarrevolucionario.
Las dictaduras del proletariado actualmente vigentes podrían estar pues dirigidas a su inevitable disolución, no tanto por la oposición que puedan ejercer sobre ellas potencias extranjeras, sino porque ellas mismas habrían traicionado el pensamiento de Marx al convertir una dictadura que debería ser temporal en permanente y al aceptar los principios económicos del capitalismo.
Sin embargo, por otro lado, el comunismo también habría influido a la hora de formar las actuales sociedades capitalistas. Su lema, de cada uno según sus capacidades y a cada uno según sus necesidades, habría tenido una repercusión en ciertos aspectos de la sociedad capitalista, como puede ser en el desarrollo el estado de bienestar.