La política cambiaria vigente se planteó estabilizar la tasa de cambio, disminuir las expectativas de devaluación y cerrar la brecha con el dólar paralelo. Si bien esos objetivos se lograron, los efectos colaterales no deseados revelan que esa política está agotada y se hace cada vez más insostenible.
Se estima que el tipo de cambio de equilibrio que iguala la oferta y demanda de divisas está en torno a los 100 Bs/$, pero la tasa oficial es de 36,4 Bs/$. Un tipo de cambio anclado, combinado con una inflación mayor, significa que mientras todo lo demás se encarece, el dólar mantiene su precio y comparativamente se vuelve más barato.
Dicho gráficamente, mientras el precio del dólar sube por las escaleras, los demás precios lo hacen por el ascensor. Este rezago o apreciación del tipo de cambio genera serias consecuencias:
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- Impulsa una demanda artificial de divisas que obliga al BCV a quemar reservas internacionales para sostener la estabilidad cambiaria.
- Estimula importaciones sin arancel que compiten ventajosamente con la producción nacional.
- Tiene un ruinoso impacto fiscal toda vez que impide al Estado obtener más bolívares por cada petrodólar vendido.
- Genera un impacto recesivo al restringir el gasto público y el crédito a la producción y el consumo.
En el mercado interbancario la oferta de dólares no es suficiente para satisfacer la creciente demanda estimulada por un tipo de cambio apreciado. Quienes no consiguen divisas en los bancos se trasladan al mercado paralelo y el precio del dólar sube. Para evitar que se ensanche la brecha entre la tasa de cambio oficial y la paralela, el BCV quema reservas internacionales e inyecta divisas en las mesas de cambio, pero esta es insuficiente para frenar el alza del dólar paralelo. Al momento de hacer este análisis el paralelo está en 40,2 Bs/$ mientras que el oficial se mantiene en 36,4 Bs/$.
Las Reservas Internacionales del BCV están en el piso y la reactivación de las sanciones a Pdvsa obligará a vender el petróleo con ruinosos descuentos. Se estima que 60% de las exportaciones de petróleo se venderá con 40% de descuento, cuestión que afectará el ingreso en divisas que alimenta el mercado cambiario. Así, es insostenible mantener un precio del dólar tan bajo.
Cualquiera sea el candidato que gane las elecciones presidenciales, una de las primeras distorsiones macroeconómicas que tendrá que corregir es la apreciación del tipo de cambio real. Dicho de otra forma, estamos ante una bomba de tiempo cambiaria que estallará después de las elecciones y ante la cual hay dos opciones:
- Que la desactive el actual gobierno
- Que se haga en el nuevo período presidencial
Eso dependerá de quién gane las elecciones. Si las gana la oposición, lo más probable es que el gobierno saliente posponga el ajuste cambiario para que el nuevo gobierno tenga que pagar el costo electoral de la depreciación y consiguiente inflación en las megaelecciones de diputados, gobernadores, alcaldes, legisladores regionales y concejales previstas para el 2025.
En cualquier caso, en el próximo período presidencial habrá que soltar el ancla cambiaria hasta que el precio del dólar llegue a un nivel en el que se igualen la oferta y la demanda y se logre una tasa de cambio que exprese la verdadera competitividad de la producción nacional. La devaluación o depreciación poselectoral está cantada.
Escuche el análisis completo en el nuevo podcast de Pedagogía Económica y Electoral https://t1p.de/aspyh
@victoralvarezr
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