Por equipo editorial
La carrera docente en Venezuela ha sido destruida en todos sus niveles por el madurismo, lo cual equivale a decir que la educación ha sido malograda en las arterias y corazón del conocimiento y del aprendizaje pedagógico.
El madurismo, ahora representado por dos «ministros» como Héctor Rodríguez y Ricardo Sánchez, siendo uno peor que otro, en los distintos estadios de la ejecución de políticas públicas, en este caso, sobre la educación, demuestran con cada uno de sus actos que la finalidad de sus despachos jamás estará a favor de la carrera docente, porque solo profundizan la degradación del quehacer de los educadores.
En efecto, Héctor Rodríguez y Ricardo Sánchez son un binomio -el primero ofreciendo zapatos y el segundo permitiendo que fuerzas represivas allanen los recintos universitarios para detener a inocentes- que demuestra que el objetivo del madurismo consiste en terminar de acabar con la educación en Venezuela. Humillan a los docentes al decirles que ni siquiera podrán comprarse un calzado de su preferencia porque sus salarios no existen y al aludir a una política del miedo contra quien pueda levantar la voz crítica contra ellos, so pena de terminar encarcelado, aunque se encuentre dentro del propio recinto universitario, es decir, lo que una vez fue llamado «autonomía» de las casas de estudio simplemente ha sido llevado a la miseria gubernamental del «Estado soy yo» desde lo más alto del poder.
Ante semejante realidad, lo que se intente decir por cambiar las pretensiones del madurismo sería pleonástico. Con una política de salarios miserables, eliminación de la atención de programas de salud, anulación de facto de los beneficios sociales, y lo que es peor, con una directriz del miedo, socavando la dignidad de la conciencia, y la autonomía del pensar, so pena de ser juzgado por «incitación al odio» o incluso «traición a la patria», nadie querrá volver a estudiar la carrera de educación y aquellos que aún están dentro de las aulas también abandonarán esos espacios, porque al final tal profesión ha sido asesinada en todos sus componentes profesionales, morales y éticos.
El madurismo convertido en verdugo de la educación y la carrera docente ha colocado a dos individuos al frente de tales cátedras para que terminen de enterrar o ahogar a los sobrevivientes de quienes aún intentan mantener con respiración artificial lo poco que todavía recibe el nombre de enseñanza y aprendizaje, para que sea transformado en bazofia política e indignación colectiva.
Sin duda que Héctor Rodríguez y Ricardo Sánchez solo son «ministros» de nombre, porque les sobra ignorancia no solo en materia educativa, sino en comprender que la humanidad se encuentra en la praxis del desarrollo de la educación y ese es un acto conclusivo al ver cómo Venezuela ha quedado reducida a los más espantosos índices sociales, cuya emigración de casi 10 millones de venezolanos son la máxima prueba de una política madurista destinada al hambre y la miseria.
Héctor Rodríguez y Ricardo Sánchez son los protagonistas para terminar de liquidar absolutamente la carrera docente en Venezuela. En ellos está el paroxismo de la destrucción societaria de la patria del Libertador.