El estado de la democracia en América Latina y el mundo, permanece fundado en hipótesis, no en principios inquebrantables que son el derecho de la libertad de expresión, libre pensamiento, y libertad de prensa; cuando se transgrede estos simples principios por parte del aparato del Estado u cualquier otro ente, es prueba más que suficiente que no se está en un sistema democrático.

Una sociedad controlada de manera absoluta, como precisamente la Norteamericana, como ejemplo de democracia, no es precisamente, el modelo por excelencia; aunque ese sea el punto de la democracia, la seguridad. Sin embargo, el control absoluto por parte del Estado o cualquier forma, a través de cada uno y todos los mecanismos de control social, deja mucho que decir de un sistema democrático.

Tampoco una democracia se basa en un sistema de escrutinio donde es evidente su alteración, si eso fuera cierto, las democracias más avanzadas serían las presentes en los regímenes populistas o colectivistas de las naciones no industrializadas.

En los últimos 100 años, la democracia ha servido sólo para fungir como un sistema de control y dominación de las poblaciones, introduciéndose la dialéctica positivista como doctrina filosófica, para arrebatarles no sólo la identidad cultural, sino los derechos naturales, ayudado por el constante cambio al que son sometidas las sociedades a través de los intereses monopólicos poderosos, iniciadores del nuevo orden social.

Por ejemplo, deponer un régimen tirano, con los mismos instrumentos de democracia representativa y participativa a la par de un sistema de partidos, manejados por los mismos intereses monopólicos, no es posible, ya que lo que buscan los mismos, es fortalecer el sistema de pensamiento de dominación.

Se requiere más que de voluntad política, un esfuerzo mancomunado de los elementos políticos internacionales, que coadyuven en el derrumbe de cualquier forma de tiranía. Sin embargo, por ahora hay que esperar, cuando se den las condiciones de un gobierno mundial, abiertamente capitalista, con mercados libres, de respeto a la libertad de expresión, y libre pensamiento, para que queden atrás los episodios como los vividos en la Venezuela actual y que siguen siendo una amenaza para los pueblos del mundo. Desafortunadamente el orden mundial instaurado que existe en la actualidad y para los cuales trabajan los factores de producción, es contrario a mercados libres, libertad de expresión y libre pensamiento.

Del mismo modo, una democracia es ilusoria si se basa fundamentalmente en economías capitalistas, libertades económicas, zonas francas, y no goza de un principio fundamental como lo es la libertad de expresión que lleva implícito la libertad de pensamiento y la libre prensa, factores que sirven de garantes e impulsores de la libertad humana.

Por otro lado, se viene insistiendo en la propagación de la idea de que durante décadas grandes poderes económicos, instalan sus gobiernos “democráticos” pero poco o nada se explica, que de la misma manera, con el mismo ímpetu de la propaganda, iguales o superiores poderes hegemónicos instalan gobiernos colectivistas como métodos extractivos de recursos nacionales, entre ellos, la población, obligándola al éxodo para debilitar cualquier oposición en contra de los nefastos intereses económicos que mantienen las naciones sumidas en el corral.


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