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La decadencia del coraje

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Alexander Solzjenitsyn

Releyendo viejas cosas para evadirme del carnaval electorero que nos abruma tropecé con un vetusto texto contentivo del discurso pronunciado por el entonces exiliado ruso Alexander Solzjenitsyn, premio Nobel de Literatura, en el Aula Magna de la Universidad de Harvard el 8 de junio de 1978. Paradójicamente la lectura de marras me hizo sumergirme en una especie de mar de los sargazos. Al principio me invadió un pesado pesimismo. Sin embargo, luego de las disquisiciones de rigor, hube de concluir con un dicho muy criollo: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”. Me permito, entonces, copiar un párrafo muy elocuente para que cada quien lo interprete como mejor le parezca. Con el deseo manifiesto de que recuperemos a la brevedad posible el coraje ciudadano tradicional de la venezolanidad.

… El valor cívico no solamente ha desertado del mundo occidental en su conjunto, sino también de cada uno de los países que lo integran, de cada uno de sus gobiernos, de sus partidos lo mismo que, por supuesto, de la Organización de las Naciones Unidas. Esta decadencia del coraje es particularmente notable en la capa dirigente y en la zona intelectual dominante de donde surge la impresión de que el valor ha abandonado a la sociedad entera. Ciertamente que todavía hay mucho coraje individual pero no son esas individualidades las que le dan dirección a la vida en sociedad. Los funcionarios políticos y los intelectuales exhiben esta decadencia, esa debilidad, esa indecisión en sus actos, en sus discursos y más que todo en las consideraciones teóricas que ellos complacientemente suministran para probar que esta manera de actuar, que funda la política de un Estado sobre la cobardía y el servilismo, es pragmática, racional y está justificada, a cualquier altura intelectual y aun moral en que uno quiera colocarse. Esta decadencia del coraje que aquí y allá parece llegar a la pérdida de toda huella de virilidad, está subrayada con una particular ironía en aquellos casos en que los mismos funcionarios parecen ser víctimas se súbitos accesos de valentía y de intransigencia frente a gobiernos sin fuerza, ante países débiles que nadie defiende o ante corrientes de opinión condenadas por todos y que están manifiestamente en incapacidad de contestar una agresión. Mientras tanto su lengua se seca y sus manos se paralizan ante los gobiernos poderosos y las fuerzas amenazantes, ante los agresores de todo género y ante la internacional del terror.

¿Será preciso recordar que la decadencia del coraje ha sido considerada como un signo precursor del final?…

Luego del soliloquio de rigor llegué a la conclusión de que debería compartir el texto supra citado con los conciudadanos venezolanos y extranjeros que vivimos en el país…

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