Hay países que son ricos
Y países que son pobres.
Y hay países pobres que se están haciendo ricos.
Y luego está la Argentina.
Mario Vargas Llosa
Si tomamos el Clarín del 8 de diciembre de 2022, en Argentina, se tienen 167 impuestos, 60 años de déficit fiscal, 77 años de inflación, más 18 millones de pobres. Un buen resumen nada halagador de la Historia Económica de Argentina. De modo que no es nueva la crisis en el país de Lionel Messi y de Carlos Gardel. En el año 2020 la inflación en argentina llegaba al 42%, luego en el 2021 al 48,4% para acabar en 95% en el año 2022, y como el año 2023 es un año electoral no dudamos que llegue hasta más del 100%, ¡ tres dígitos !
En el extraordinario texto de Mauricio Rojas, Historia de la Crisis Argentina, Buenos Aires, Distal, 2004, se relata cómo Argentina atrajo cerca de seis millones de europeos —principalmente italianos y españoles— que llegaron a Buenos Aires entre 1870 y 1914, y alrededor de 3 millones se quedaron en Argentina para siempre. También, Rojas, enfatiza sobre el alud de inversiones extranjeras en especial las inversiones británicas que pasaron de 2,7 millones de libras esterlinas en 1865 a 400 millones de £ en 1913, año en que ocupaban 40% de las inversiones inglesas en América Latina. Entre 1914 y 1929 la producción industrial creció a más de doble, y entre 1925 y 1929 cerca de 1,1 millones de trabajadores estaban empleados tanto en el sector industrial como en la construcción. En 1930, el año de la Gran Depresión mundial, “el motor del crecimiento nacional —un dinámico sector exportador— dejó de funcionar de la manera que lo había hecho hasta 1929”.
En 1943, revienta un golpe de Estado, con oficiales simpatizantes con el fascismo, uno de ellos, el coronel Juan Domingo Perón se encargó de la Secretaría del Trabajo y desde allí con su flamante nueva esposa, Eva Duarte, logró influir en los líderes sindicales mediante paquetes de conciliación y captó de seguida el apoyo de la Confederación General del Trabajo que triplicó sus afiliados y se convirtió en un apoyo del peronismo. Luego, los años del primer gobierno de Perón, la agricultura bajó su productividad mientras la industria avanzada protegida por un poderoso gobierno nacionalista y proteccionista.
Entre los años 1948 y 1953 se produjo una larga recesión producto de una crisis de balanza comercial y un deterioro económico general. Ya en 1955, Juan Domingo Perón tuvo que ser sacado del poder por un golpe de Estado dirigido por la Fuerza Aérea y la Marina.
Entre la renuncia del líder populista en 1955 y retorno a la presidencia de la Argentina el 12 de octubre de 1973, la nación argentina tuvo diez presidentes diferentes, cinco de ellos fueron generales. En este lapso el proteccionismo y la inflación aumentaron, así como el endeudamiento externo a toda costa. En vista de las caídas y el gran endeudamiento externo, el país se volvió cada vez más dependiente de los paquetes del Fondo Monetario Internacional (FMI): diez de ellos se introdujeron entre 1954 y 1980 con lo que Argentina pasó a ser el cliente más asiduo del FMI en América Latina.
Entre 1959 y 1970, la balanza comercial exhibió una carga de 900 millones de dólares en importaciones para la industria automotriz, cuyas exportaciones en esos años alcanzaban ¡solo 45 millones de dólares! ¡Un fracaso el crecimiento hacia adentro!
La muerte de Perón dio comienzo a un enorme desbarajuste de la economía. Empezó así una gran malestar económico de indefinida duración. El ingreso por persona se reduciría en una cuarta parte y llevaría a una eclosión de la pobreza. En 1970, únicamente 5% de las familias argentinas se encontraba por debajo de la línea de la pobreza, mientras que en 1990 lo estaba el 27%.
En los actuales momentos la pobreza se acerca a 36,5%. Mientras que en Uruguay, un país muy similar a Argentina, la pobreza ronda el 7,4%; 51,7% de la población recibe algún plan social. En 2021 recibieron algún cheque del gobierno 24,4 millones de personas. La tasa de inflación en 2022 fue de 95%, la mayor en 32 años. Por períodos, la inflación ha ido reptando y destruyendo el poder adquisitivo. En el gobierno de Néstor Kirchner fue de 66% en cuatro años, luego vino un segundo gobierno de Cristina Kirchner y la inflación montó a 127%. Posteriormente vino la gestión de Mauricio Macri y el alza de los precios fue de 295%, pero los que creían que habían visto todo, cuando llegó Alberto Fernández a la Casa Rosada, la inflación llegó a 324% en apenas 37 meses de gobierno. Además de que manejó muy mal la pandemia del COVID-19.
Ahora bien, nosotros que estuvimos en Argentina seis meses y caminamos por muchísimas calles bonaerenses nos asombramos de ver a familias enteras durmiendo en las calles de los barrios modestos hasta en la fabulosa avenida Corrientes.
En un indicador sobre la percepción de la corrupción, Argentina está en el puesto 94 mientras que ¡Venezuela está en el 177!
En cuanto a la deuda externa, cada argentino debe según el Cesla 8.604 dólares. Esto es, la deuda pública argentina alcanzó en el año 2022 a 392.000 millones de dólares, un monto equivalente a 85% de su PIB.
Precisamente, ahora las inversiones extranjeras disminuyeron en el año 2022 un 80% con relación al año anterior. Lo cual indica el nivel de desconfianza que genera la economía argentina.
Dentro de este contexto, los economistas Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky, este último de un gran talento, han propuesto una dolarización, para el próximo gobierno que se da por descontado que no será uno más kirchnerista, sino que privatizará, bajará la burocracia y generará confianza. En efecto, estos expertos sugieren que el Banco Central de Argentina haga un fideicomiso con ciertos activos y pasivos en Nueva York, y que se dolarice al tipo de cambio del mercado.
El Fondo Monetario Internacional, consuetudinario prestamista de la nación Argentina y que ha desembolsado hasta los momentos 28.000 millones de dólares, alerta lo siguiente:
Alcanzar el objetivo de déficit fiscal primario del 1,9% del PIB para 2023 sigue siendo esencial para respaldar la desinflación y la acumulación de reservas, aliviar las presiones financieras y fortalecer la sostenibilidad de la deuda. La implementación oportuna de medidas de alta calidad, particularmente mejorando la focalización de los subsidios a la energía y la asistencia social, ayudará a compensar los impuestos a la exportación más bajos debido a la sequía, proteger la infraestructura prioritaria y el gasto social, y asegurar los objetivos fiscales. Específicamente, será fundamental garantizar que las tarifas de energía para usuarios residenciales y comerciales de altos ingresos avancen para alinearse completamente con los costos, incluyendo para reducir la regresividad del sistema. Mientras tanto, el costo fiscal de la nueva moratoria de pensiones debe mitigarse a través de regulaciones estrictas para apuntar la entrada solo a aquellos con mayor necesidad.
Esto es, ajustar las tarifas de los servicios públicos es fundamental, y lamentamos que ni siquiera recomiende la estructuración de un sistema privado de fondos de retiro, existen 7 millones de jubilados sin contar los afectados por regímenes especiales.
Aquí finalizamos recordando un editorial de La Nación, un gran periódico argentino, que siempre da la cara ante los problemas:
La pobreza no se vence con planes sociales, sino con creación de empleos, incorporación de tecnología, competitividad y seguridad jurídica.