La imposición troglodita e inconstitucional de jefes de calles, juntas comunales y el culto de la personalidad de históricos forajidos políticos-militares consagra la demolición de la libertad de los individuos: sus derechos civiles, entre los más importantes. Genera zozobra, degrada la paz. Ofende principios de la razón, los cimientos de la inteligencia superior. Esas cacas cooperadoras que actúan en suburbios, barriadas donde cumplen el trabajo sucio de comisarios de una falaz revolución. Sus informes son injurias, vilipendios contra vecinos rebeldes que propagarán entre miembros de las comunas tras pronunciar que un fetiche supremo e indiscutible vive y que vencerán. Vociferan en pódiums el vilipendio, chisme y odio contra quienes no adhieren al sistema esclavista. Miras y adviertes que la asistencia es ridícula, aun cuando amenacen suspender la venta de alimentos o gas doméstico a los apáticos.
Desde finales del siglo XX y en el curso del XXI, la principal causa por la cual haya prosperado la justicia mercenaria en Patria o muerte destruiremos y el Terrorismo doctrinal de gobierno ha sido el premeditado y alevoso desacato desconocimiento de su Constitución nacional (analicé mucho una, suscrita la víspera del fin del siglo XXI) por parte de quienes ejercieron y los que hoy son sus muy cuestionables reemplazos en funciones de villanos. Aun cuando los redactores debieron excluir el torpe estilo barroco que abulta su contenido, no es fatuo calificar a ese [en vigencia] «contrato social» como aceptable carta magna. Sin embargo, sostengo que pudo ser escrita con depurado lenguaje y mayor precisión para que no requiriese ser torcida por quienes integran la «sala de interpretación» que finalmente de «manipulación de contenidos» instalada en ese adefesio que llaman Miasma de Justicia [MJ] plagada de cortesanos o bufones.
Empero, si existe una Constitución suscrita por representantes del pueblo, ¿a qué se debe permitir que sea sistemática y cínicamente violada por quienes ejercen funciones de gobierno? Jefaturales mayores y menores ―cuya legitimidad de origen es paupérrima― se apropian de la institucionalidad de la justicia para pervertirla a su antojo y legitimar los flagrantes actos abominables que comete una arrogante y tiránica oligarquía política. ¿Por qué engendros de bestias capitanean eso que llamo «Apalea Nacional» y suele darse el tupé de afirmar «[…] que ni por las buenas ni por las malas su malévola banda jamás entregará el mando […]» a quienes se oponen a la infamia que han instaurado en Patria o muerte destruiremos?
-La respuesta la tienen todos los ciudadanos: lo hace por cuanto actúa con soberbia e irrespeto hacia la dama más violada, máximo contrato social mediante el cual se debería conducir a nuestra república.
¿Por qué, en concierto, los principales funcionarios de importantes organismos del Estado (Miasma de Justicia, Fecalía General, Defecador del Pueblo y Urdimbre Nacional Electoral) declaran lealtad a írritos propósitos revolucionarios? ¿Adhesión a un grupo político integrado por crápulas sin legitimidad en funciones de gobierno? Igual la respuesta es obvia. Lo hacen porque excretan encima de la carta magna, es parte de su goce y disfrute del poder. No hay maneras eufemísticas para describir sus comportamientos que sean escatológicas. Es plausible que una Constitución sea el más expedito entre los caminos del pugilato intelectual para conducir naciones. A extramuros, siempre propugnaré discusiones políticas-filosóficas a favor de restituir la majestad de la justicia y el derecho.
Los que ejercen (lunfardos explícitos) funciones públicas persisten, mediante suntuosas inversiones de recursos financieros en la franquicia oficial «que propaga y anda», con la misión de consagrar los fundamentales propósitos de gobierno que a continuación inferiré: enajenar, socavar el amor propio de cada individuo o su dignidad, el contrasentido, robo, malversación, la conspiración para derogar la tesis según la cual la soberanía reside en el pueblo, desabastecer o acaparar alimentos para someter y controlar individuos, exterminar los derechos humanos, frenar la producción endógena de tecnologías o productos y socavar nuestras determinaciones personales, que nunca podrán abolir porque quien libre nace tiene el concepto de emancipación inmanente. La Constitución de Patria o muerte destruiremos es la dama más violada con hoz y martirio (☭), lo cual generó el éxodo de millones de víctimas del reinado criminales organizados.
@juescritor