Del 22 al 24 de octubre del presente año la presidencia de la Federación de Rusia de los BRICS realizará la cumbre XVI del grupo bajo el lema: “Fortalecer el multilateralismo para un desarrollo y una seguridad globales equitativos”. Para ello se han programado más de 200 actos en distintos lugares del territorio ruso. El evento principal será la cumbre de los jefes de los países de la asociación, que tendrá lugar en Kazán. Con decenas de países invitados, de los cuales hasta el día de hoy solo han confirmado 18; igualmente se espera la asistencia del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.
Me permito recordar algunas características económicas y políticas de este grupo para poner en contexto la importancia del tema: con más de 43% de la población mundial y 25% del PIB planean proyectarse al 2050 como el mayor poder en la tierra a través de inversiones actuales de 36.000 millones de dólares en 96 proyectos alrededor del mundo, impulsados mayormente por China con su plan de la Franja y la Ruta. Crearon el Nuevo Banco del Desarrollo con el objeto de sustituir la actual arquitectura financiera mundial reemplazando a lo interno al Banco Mundial y al FMI, así como proponiendo la creación de una moneda única.
En el aspecto político: algunos de los países BRICS, como China y Rusia, han sido criticados por su historial de violaciones de derechos humanos, restricciones a la libertad de expresión y control gubernamental sobre los medios de comunicación además de su agresividad e intimidación militar, incluso con la amenaza nuclear en el caso de Putin. India, Brasil y Suráfrica tampoco se encuentran ranqueados en posiciones envidiables ni los nuevos miembros producto de su ampliación el pasado año (Egipto, Etiopía, Arabia Saudita, Irán y Emiratos Árabes) en los índices democráticos que se publican anualmente. Sus relaciones bilaterales privilegiadas son desde dictaduras hasta gobiernos semiautoritarios, todos con un elemento en común que es el antinorteamericanismo y rechazo a los valores occidentales liberales.
Desde ya se sabe que el pilar fundamental de la agenda del grupo va a ser la desdolarización, aunque por supuesto los temas de los conflictos globales serán objeto del tratamiento, aprovechando Rusia lograr apoyos para su “Plan de paz” con Ucrania e Irán para el inevitable enfrentamiento con Israel, asunto este último que se puede convertir en el epicentro de una confrontación entre el mundo occidental y el autoritario, puesto que involucra a ambas partes en la escisión que actualmente se configura en el planeta.
Para Putin este evento representa la oportunidad de reforzar un espacio donde su aceptación le permita terminar de configurar sus relaciones políticas y económicas conforme a su nueva doctrina de política exterior que básicamente consiste en considerar a Estados Unidos y Europa como sus enemigos. Para China y la India lograr avances por la hegemonía económica y para el resto asegurar un apoyo multilateral ante sus falencias en la buena gobernanza, especialmente en lo que se refiere a los derechos humanos y las libertades fundamentales. El BRICS se ha convertido en un santuario atractivo para muchos países autoritarios, entre ellos Venezuela.
Caso Venezuela
Evidentemente, Maduro ha buscado, infructuosamente desde que se planteó la ampliación del grupo, lograr su aceptación para con esa membresía blindarse frente a aquellos Estados que han condenado su deriva autoritaria y han actuado en consecuencia imponiendo medidas tanto individuales como de carácter general para forzar el retorno a la democracia, así como las decisiones multilaterales en Naciones Unidas, la OEA, el caso en la CPI y otras instancias como la Unión Europea y países individualmente. A lo interno, el amedrentamiento a la oposición política exhibiendo un respaldo de un grupo importante de países que convalidarían sus actos antidemocráticos y apoyarían su aferramiento al poder en reciprocidad de manifestar una obsecuencia con los planes y manifestaciones antioccidentales, en especial hacia Estados Unidos.
Si el régimen no ha conseguido nada, ahora menos. Veremos por qué: después del 28J el asunto del insólito fraude ha desconocido interna e internacionalmente a Maduro como presidente electo de manera rotunda. Pocos países han ido en vía contraria como China y Rusia: el primero amparado en el llamado Consenso de Beijing y el segundo, como mencioné anteriormente, en su nueva doctrina de política exterior.
Actualmente el aislamiento internacional de Venezuela prácticamente nos está convirtiendo en un Estado paria. Las acciones del régimen que profundizan cada día esta deriva va más allá de ser un problema de si se presentan o no las actas que certifican el verdadero triunfo del 28J. Se convierte en un desafío al mundo occidental. Si logra consolidarse el 10 de enero de 2025, se transmitiría un mensaje alarmante a los líderes autoritarios de la región: que en esta época ya es posible retar a Occidente, sus valores e instituciones, sin enfrentar consecuencias notables en su ejercicio de la usurpación.
En este contexto, debemos decir que hasta ahora no se conoce si hay una invitación de Putin al régimen de Maduro. De no haberla confirmaría la tendencia de que es tal su toxicidad que ni siquiera sus aliados se quieren tomar una foto con un representante de este gobierno. De haberla, este grupo agregaría un elemento más de desafío al mundo occidental.
Por lo pronto, los agentes diplomáticos de Maduro deben estar desplegando sus escasas facultades diplomáticas ante los gobiernos de China y Rusia, así como Brasil, para que les extiendan una tarjeta de invitación que mostrarán orgullosos y desafiantes en un programa del Canal 8 o Telesur. Sin embargo, lo que sí es seguro es que no existen posibilidades a la vista del ingreso como miembro debido a la falta de condiciones de todo orden para entrar en ese grupo o en cualquier otro.
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