OPINIÓN

La “cuestión” minera en Panamá

por Boris Santos Gómez Úzqueda Boris Santos Gómez Úzqueda

Hay un debate muy intenso sobre la industria minera en Panamá. Estoy en Panamá y no me puedo abstraer a las posiciones sobre el debate de la industria minera (industria que no es nueva pero sí amenaza con ser una industria de presencia significativa) y por ello urgen nuevos criterios y paradigmas para evitar que una industria se convierta en atentatoria al paraíso llamado Panamá.

Obviamente, como todo debate a veces toma posturas no racionales; pero sin querer entrometerme en asuntos internos me adhiero a la opinión de muchos latinoamericanos con relación a una premisa: a la dirigencia empresarial, política, económica, académica y ciudadana de Panamá: cuiden a Panamá que es la joya de la corona de Latinoamérica. El país que, junto a Paraguay, Costa Rica, El Salvador y Uruguay están creciendo y son sociedades liberales, de respeto a la libertad, a la libre iniciativa, la democracia plena y son sociedades más avanzadas comparativamente a la media latinoamericana.

Dicho esto, como buen latinoamericano, por supuesto me interesa que Panamá sea siempre un país próspero y de libertad. No es la primera vez que expreso mi cariño y admiración por Panamá y Paraguay.

Primero que nada, compartamos algunos datos de Panamá: su perspectiva de crecimiento del producto interno bruto (PIB) para este 2023 fue mejorada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) de 5% a 6% (ver Informe Perspectivas Económicas: las Américas de octubre 2023).

La “clave” del éxito de Panamá es su dinamicidad en: comercio, construcción, turismo, banca, seguros, transporte y electricidad, entre otros.

Y, principalmente, el canal de Panamá que sin duda es no sólo una maravilla mundial que permite transporte y logística en menores costes, sino que representa casi 8% del PIB del país y lo coloca como un verdadero hub de logística global.

El canal de Panamá conecta 180 rutas marítimas que llegan a 1.920 puertos en 170 países. En 2021 transitó por esta vía 2,4% del comercio marítimo mundial (datos de Autoridad del Canal de Panamá) que ya tiene un cálculo de ingresos para la gestión 2024 de casi 5.000 millones de dólares (3% superior a 2023).

Cruzan por canal aproximadamente 40 buques diariamente; y es permanentemente sujeto a mantenimiento o a grandes inversiones de ampliaciones (2017) que permiten que su flujo de agua sea constante. Además, la vigilancia permanente a las cuencas que alimentan los lagos que conforman el canal es tarea diaria.

Volvamos a repetir estas cifras del FMI: Panamá lidera las previsiones de crecimiento del PIB en América Latina en 2023 con 6%; seguido de Paraguay 4,5% y Costa Rica 4,4%. Vale decir que son los países líderes en crecimiento de la región.

En ese contexto surge un elemento en la economía y política de Panamá: el debate y la cuestión minera.

Recientemente, ha habido protestas de ciudadanos contra contratos mineros otorgados por el Estado a compañías internacionales

La actividad minera es importante, pero siempre y cuando sea estrictamente regulada, cuidando todos los ángulos de los daños, mitigaciones y remediaciones ambientales y principalmente cuidando la vocación de país.

Panamá tiene vocación de ser un país de servicios antes que minero. En esa lógica habría que fomentar también la exploración/explotación de petróleo y gas. Que no es una actividad “mala”, ni mucho menos, pero entenderemos que Panamá debe ser altamente cuidadoso con este tipo de industrias extractivas que le hacen daño al entorno ambiental de no tener la regulación y medidas de salvaguarda correspondientes.

En tanto la tecnología mejore y avance, lo hará con en el paso de los años, Panamá seguramente se incorporará a la economía minera, hidrocarburífera extractiva; pero para ese momento tendrá ya una gerencia política que haya diseñado legislación moderna de respeto al medio ambiente y cuidando de que el país sea un socio estratégico y no sólo un país al que van a esquilmarle sus recursos no renovables.

No es, tampoco, un justificativo el indicar que comparativamente a la extensión territorial del país las concesiones mineras «son minúsculas partes territoriales». Ese argumento es inválido, cuidar la naturaleza implica desde cuidar y preservar bosques hasta tener cuidados ambientales específicos con el aire y las cuencas.

El país, a través de su Alta Corte Suprema de Justicia, tomará una decisión en breve sobre la constitucionalidad del contrato entre el Estado y la empresa Minera Panamá, subsidiaria de la canadiense First Quantum Minerals (FQM), aprobada el 20 de octubre pasado y que renovó por 20 años prorrogables la concesión que explota cobre (inversión de 10.000 millones de dólares). La proximidad de las elecciones para presidente le dan un toque especial a este evento minero/económico. Habrá que ver cuál es la visión de los candidatos a presidente sobre la industria extractiva minera.

Con relación a contrataciones con compañías mineras, de gas o petróleo: en toda negociación se debe establecer participaciones estratégicas: de manera que no sólo es suficiente que el país reciba el impuesto o regalía por explotación, sino que haya un compromiso compartido con el medio ambiente a largo plazo. El medio ambiente (fauna, flora, aire, agua) requiere al menos 40 años de compromiso de cuidado y vigilancia. Y que el país se convierta en socio y su participación vaya incrementando con el paso del tiempo; de manera que el país no sólo reciba impuestos, como dijimos, sino participación accionaria (dividendos) por el buen y eficiente desempeño de la industria; pero con legislación clara y moderna.

Finalmente los nuevos desafíos para Panamá están, entre otros, en tener una arquitectura política legislativa regulatoria de última generación: es bueno pensar en una nueva ley sectorial de minería, ley sectorial de energía e hidrocarburos y un código de comercio para incorporar nuevos conceptos, nuevos paradigmas y principalmente el apoyo accesorio de la tecnología para que las futuras inversiones sectoriales extractivas sean no sólo reguladas, sino transparentes y el ciudadano sienta que sus recursos naturales serán aprovechados con beneficios para todos y sin el viejo paradigma desarrollista de extraer y destruir.

La atracción de inversión extranjera será siempre con medidas relacionadas a tener un país que respete la democracia, la regla de la ley, impuestos razonables y cero burocracia. Con ello se seguirá garantizando que Panamá lidere junto a Paraguay las cifras de crecimiento latinoamericano.

Panamá es un lugar en donde convergen dos paradigmas: la modernidad y tecnología con la naturaleza. Es un paraíso que todos los latinoamericanos estamos llamados a apoyar, cuidar y preservar.

@BorisSGomezU