OPINIÓN

La cubanización en Venezuela

por Freddy Marcano Freddy Marcano

Los cubanos, y no otros, han hecho el milagro de prolongarle la vida a un régimen repudiado por la casi totalidad de los venezolanos. Su experiencia le permitía saber que, en Venezuela, era otro el procedimiento que debían aplicar. Lejos quedaron los masivos fusilamientos, la inclemente represión y el fanatismo que desplegó Fidel Castro en Cuba en medio de la Guerra Fría. Fue un inmenso laboratorio que supieron enlazar con los intereses geopolíticos antioccidentales para garantizar la propia supervivencia de la cruenta dictadura isleña a la que Obama le sobó el lomo por un rato al reabrir su embajada.

Al país de una acendrada cultura electoral, con una alternabilidad en el poder y la garantía de un sostenimiento petrolero, no se le podían conculcar las libertades de la noche a la mañana. Luego, había que trabajarlo desde su realidad, enganchado a la suerte de un líder carismático ―hablador hasta el cansancio y tan narcisista como el barbudo de los Castro―, ofrecer villas y castillos a un sector más desvalido. Por muy pasado de moda que tuviera el comunismo, había que meterlo de contrabando, poco a poco, infestando al país de agentes, hasta que quedaran los indispensables para economizar fuerzas y recursos a cambio del subsidio y mantenimiento económico de la isla.

Y, en estos momentos, nos encontramos con que el gobierno, tan elocuentemente impopular, ha jurado legitimarse por el ritual electoral que comenzó en mayo de 2019, continuó en diciembre de 2020, y continuará, para este y el año que viene, con los comicios de las gobernaciones y alcaldías, consejos legislativos y concejos municipales. Uno o dos años atrás, parecía impensable. Contados con los dedos de la mano son pocos los referentes que quedan en la oposición. No hay duda alguna sobre la capacidad de los servicios de inteligencia cubanos para indagar y actuar en una realidad como la nuestra, con líneas políticas y recomendaciones personales tan certeras, que han logrado infiltrar hasta la misma oposición.

No pudieron exportar la dictadura del proletariado en los sesenta, pero sí lograron hacerlo con esta suerte de regímenes híbridos entre democracia y autoritarismo, que con el tiempo van asfixiando a pueblos enteros. Hallaron a un agente ejemplar, golpista fracasado, cuya figura fue inmediatamente aceptada por todos: la izquierda marxista, la ultraizquierda con la patente que habría de aprovechar y explotar al máximo, los sectores revanchistas del miquilenismo con sus deseos de pasar una vieja factura, así fuese muy tarde, al que Rómulo Betancourt supo derrotarlos a todos y en todos los terrenos.

Esa escuela cubana, aprendida de su propia experiencia, es algo más que una empresa mercantil que oferta sus servicios, sus agentes, sus modos de proceder, puesto que cuenta con analistas en todas las áreas ―de los que nadie sabe ni sabrá jamás― incluso para la publicidad y solo para la publicidad, pues no son los del conocimiento duro, extremadamente estratégico. Detrás de los periodistas y politólogos cubanos, en un país sin libertades públicas, que tienen nada más y nada menos que una transnacional de televisión (Telesur), pagada por otros, aunque gran parte con fondos venezolanos, resultan maquilladores para un poderoso aparato, paciente, hábil, denso y oportuno, que perfeccionó la otra escuela, la de la KGB. Una empresa que va más allá, hundida en las más difíciles circunstancias de una geopolítica, cuyos cambios oferta para sobrevivir ella y su más distinguida clientela, bajo un siniestro contrato de adhesión.

Tarde o temprano el país debe salir de la cubanización que, durante más de 20 años, ha generado un gran daño: ha sembrado antivalores y creado una sociedad temerosa, la cual puede manejar a su antojo. Pero todavía existe la llama de la esperanza y el cambio que ni los cubanos, ni los chavistas, ni los maduristas podrán apagar, y que en cualquier momento generará un cambio. Venezuela ha resistido esta embestida ideológica, ha insistido en ser democrática y persistirá para renacer con más ímpetu y el conocimiento que ha obtenido en estos años de resistencia, tanto pasiva como activa. Venezuela no se rinde.

@freddyamarcano