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La crueldad revolucionaria

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Una mirada superficial a la historia milenaria de los cambios radicales en sistemas políticos  con sus diversas etiquetas que prometen el paraíso terrenal muestra cómo todos usaron la pulsión destructiva de la naturaleza humana, el Tánatos -muerte, división, sufrimiento- para destruir al Eros -vida, creatividad, placer, unión- dualidad psiconeurológica profundizada por Sigmund Freud que nuestra afortunada generación de venezolanos pre-Ciber conoció por curiosidad individual o lecturas básicas exigidas por algunos avanzados programas del buen bachillerato y universidades autónomas, durante el breve período democrático.

Un original registro de horrores padecidos entre disidentes, contado desde la Edad Media, llega en un pequeño libro por su tamaño, grande por su concepto resumido en un difícil estilo literario de punzante y amable sarcasmo. Su autor, el profesor y novelista español Jesús del Campo, lo titula Panfleto de Kronborg (Acantilado, febrero 2022). Por allí desfilan múltiples músicos compositores y ejecutantes en especial del rock and roll, escritores y sus personajes, políticos déspotas y asesinos con decentes del ayer y actuales, costumbres de siempre. Parecen a lejanos y diferentes, pero están juntos, revueltos y unidos porque son gestores o víctimas de la crueldad, instrumento de asalto para la  permanencia en sus tronos, igual mediante el culto a la personalidad o institucionalizado por leyes religiosas y agnósticas. Hamlet, Cervantes, Bob Dylan, el Santo Oficio, Juana de Arco, Hitler, George Harrison, Montaigne, John Kennedy, los Rolling Stones, la reina Elizabeth I, Los Beatles, Savonarola, los histriónicos Fidel Castro y Donald Trump cara y sello de la misma moneda, retratados en sus afanes de triunfo, decadencia y reaparición. Siempre latente, lo cruel e inhumano emerge vivito y coleando “porque el idealismo despierta crueldad en el opositor”.

Pero tal como lo explica Moisés Naím en su académico, iluminativo, imprescindible estudio La revancha de los poderosos, sí ha cambiado el procedimiento para instaurar trampas de por medio una crueldad oficializada. Ya no hay hogueras, ahorcamientos públicos, latigazos a la vista ni paredones para fusilamientos. Hoy, mediante la mentira desfachatada constante el populismo contemporáneo, en especial el latinoamericano, se sirve del teatro turístico, aparentes novedosas promesas, diálogos condicionados a peticiones insólitas que de antemano saben serán rechazadas durante un tiempo pero a la larga, complaciendo peticiones interesadas por ambos bandos, culminan en perdones de crímenes imperdonables como el caso del liberado narcoclan Maduro-Flores y las venganzas confesas de sus ejecutantes hermanos Rodríguez Gómez. Mientras, repiten atroces acciones contra el pueblo humillado y empobrecido, igual para los casi trescientos civiles y militares presos bajo torturas, escasa alimentación nutritiva, nula atención médica, sometidos a métodos sádicos detallados en el reciente informe de Provea La muerte lenta de Raúl Isaías Baduel. El caso emblemático de la violación de los derechos a la vida, la integridad personal y la justicia en Venezuela. Octubre, 2022.

Conductas que condicionan el ambiente y perfeccionan la tecnología  para  triunfar en otra elección fraudulenta y lo más trágico, inducen a que la sociedad harta, indiferente y  desconfiada, finalmente aterrada, se resigne adoptando un castrochavista síndrome de Estocolmo tropical. Todo vale.

Oportuno, el citado texto irreverente de Jesús del Campo tiene a Europa como principal telón de fondo, analiza sin piedad pero con gracia el presente de las diferentes Europas que perviven en la OTAN, su mentalidad que nació de reinos ensangrentados y simula fuerte cohesión. La guerra de Putin es el ejemplo, la oratoria y ayuda material tarda demasiado en tomar salvadoras decisiones drásticas para derrotarlo y evitar más sacrificios, tal como se condujo frente al nazismo. De nuevo, mientras tanto entre saludos y carcajadas, con desdén, estrechan manos criminales como si las víctimas del momento, venezolanos del insilio y del exilio, con seguridad ya no cuentan, solo son mirones de palo.

Claro que pactar, conversar, negociar pausas con el adversario es la necesaria diplomacia que evita guerras pero es positiva cuando se realiza entre políticos jamás con facilitadores de cínicos gánsteres.

La antipolítica se ha empoderado desde los altos mandos militarizados que resguardan la barbarie de los civiles subversivos. Lo dijo hace una semana el expresidente Felipe González en el programa televisivo de CNÑ Dialogando con Longobardi donde afirmó que los auténticos demócratas pedían a sus representantes militares los acompañaran en declaraciones públicas ante circunstancias peligrosas como señal de su fijo civilismo constitucional uniformado, ahora muchos mandatarios, demócratas farsantes, se sustentan únicamente por la fuerza brutal  de las armas y hasta solicitan abiertamente su injerencia, léase el caso reciente protagonizado por el presidente mexicano.

La crueldad pretoriana de las revoluciones  siglo XXI sigue al mando, ahora vestida de terciopelo y entre sonrisas descaradas para las fotos de ocasión.

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