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La cruel e ilusoria mentirocracia de Maduro

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El candidato aspirante a la reelección por el modelo socialista y la revolución bolivariana propone al pueblo venezolano mantenerse pobre, esclavizado y en muchos casos indigente por las buenas o por las malas. Tanto él como otros connotados jerarcas del régimen han gritado a los cuatro vientos, sin consideración ni vergüenza alguna, esta consigna indigna ante un país que clama su salida del poder.

He leído y escuchado a un sinnúmero de grandes profesionales en el área de las ciencias políticas y jurídicas, en economía, sociología, informática, estadística y decenas de importantes y prestigiosos comunicadores sociales opinar y argumentar los posibles escenarios que debemos enfrentar en estos tiempos, para llegar al proceso electoral presidencial, convocado de manera anticipada, con una fecha fuera de contexto, que en teoría buscaba descontrolar a la oposición, pero que evidentemente se ha vuelto en contra de quienes mal gobiernan por la naturaleza de la realidad inaguantable generada por quien tiene 7 años prometiendo una recuperación económica que nunca llegó, que empobreció a la sociedad y trajo como consecuencia la migración más alta en la historia del mundo civilizado, ya calculada en 8 millones de venezolanos, a quienes por cierto se les ha negado su participación para sufragar en el venidero proceso electoral.

Se sustituyó la democracia y la meritocracia por mentirocracia y autoritarismo, que sustentado en la corrupción, la inoperancia, la indolencia y el engaño crearon un desbalance incontrolable, con la aplicación del control social y el injerencismo permanente en todas las áreas sociales, políticas y económicas.

Cada venezolano independientemente del oficio que desempeñe es víctima de sus gobernantes y autoridades, en teoría elegidos para darles bienestar y garantizarles sus derechos constitucionales según el pacto social que dio inicio a esta era de destrucción e involución, que fue la Constitución de 1999, hoy convertida en letra muerta  y decenas de veces mal interpretado su articulado para suprimir sus efectos, para terminar beneficiando a la barbarie, generando grandes niveles de injusticia e ilegalidad, visibles públicos y notorios.

Este régimen a todas luces desviado, distorsionado y esquizofrénico, sin ninguna cura posible para cambiar los nefastos e intangibles resultados, todos documentados en estas dos últimas décadas, contrarios y antagónicos al desarrollo de una nación y el bienestar de su ciudadanía, tienen la osadía de amenazar a la mayoría del pueblo venezolano, ya cansado, sitiado, confinado, obstinado  y permanentemente humillado, con mantenerse en el poder, por encima de la voluntad popular, esa que se le atribuyó ser el soporte de la ilusoria y falsaria quinta república, que mil veces prometió dar la mayor felicidad posible a los venezolanos, pero que finalmente solo alcanzó para ofrendarla a una minoría voraz y hamponil, compuesta de connacionales y extranjeros invasores que saquearon las arcas de la nación.

Desbancados como estamos todos los venezolanos, tenemos que soportar diariamente la instaurada e institucionalizada mentirocracia, diaria ejercida por la oferta malintencionada y nuevamente engañosa del señor Maduro.

El mal gobierno que ya conocemos por sus efectos nocivos contra la débil y casi inexistente democracia está entrampado y sin capacidad para solucionar por ejemplo el problema eléctrico que afecta a la mayoría de las regiones del país y como lo aseguran los expertos, la capacidad instalada no está en condiciones de soportar la demanda y predicen que el racionamiento continuará por mucho tiempo. Sus posibles soluciones, propuestas por profesionales venezolanos no han sido estudiadas ni consideradas en abierto desinterés de dar soluciones por diferentes causas, cuyas consecuencias por ahora no le preocupan al régimen por el costumbrismo y la pasividad que ha asumido la población ante algo que consideran no está en manos de esta administración resolver.

Destruyeron y arruinaron la industria petrolera y tienen casi una década hablando y vociferando su posible recuperación y tampoco han podido. A lo largo y ancho del territorio son despojos los que se pueden observar de toda la infraestructura petrolera y todos quienes administraron el principal recurso generador de riqueza en el país son hoy prófugos de la justicia o sometidos por judicialmente por los mayores escándalos de corrupción. Ni hablar de las industrias de Guayana, que han sufrido igual o peor suerte.

La vocación de los oficialistas como servidores públicos se transformó en una función apetecida para el enriquecimiento personal. La militarización de la administración pública ha tenido una razón justificada por la era revolucionaria y un resultado nefasto que hoy vemos estupefactos en cada rincón del país. La politización de la fuerza armada es un acto sin precedentes que ha liquidado su razón de ser de defender la soberanía y la Constitución para haberse convertido en base de sustento de un modelo fracasado e inhumano.

El sistema educativo subsiste a duras penas con grandes fallas en el recurso humano, profesional administrativo y obrero. Programas de alimentación y transporte deficientes o inexistentes. Para este sector pareciera que estuviéramos aún en pandemia, limitaciones severas para el funcionamiento ordinario del sistema educativo en todos los niveles desde preescolar hasta el universitario que durante los últimos años decrece en las posibilidades de cumplir sus metas. La educación pública está considerada de muy baja calidad.

El sistema de salud está absolutamente colapsado, deserción permanente del recurso humano. La red hospitalaria y ambulatoria es ineficiente, no se da garantía de atención. Enfermarse en este país es encontrarse con la  cara de la muerte si no se tienen recursos. Misiones alternativas son actuaciones espasmódicas y efectistas ante la gran demanda de asistencia y tratamientos médicos que el estado tampoco está en capacidad de atender y lleva años demostrándolo.

El poder judicial, la mayoría de los  jueces provisorios, incluso algunos magistrados se han jubilado habiendo mantenido esta condición durante toda su carrera judicial, la mayoría de los profesionales del derecho que han asumido vacantes no cumplen los requisitos mínimos para ejercer tamaña responsabilidad, cientos de alguaciles que en algún momento cursaron sus estudios para lograr una prima de profesionalización en sus salarios hoy ejercen como jueces en muchas dependencias judiciales igualmente sin las credenciales suficientes para impartir justicia. Según los expertos y estudiosos de este fenómeno en Venezuela expresan que recuperar este sistema judicial bajo los criterios de no independencia de los poderes y politización del sistema judicial bajo este modelo político dominante es imposible.

El candidato oficialista no está en capacidad, ni puede ofrecer recuperar lo que en sus manos ha militarizado, desmantelado, explosionado o controlado. Nada de lo que promete le ha dado cumplimiento. Se habituó a cabalgar de promesa en promesa de anuncio en anuncio donde aprueba recurso, firma puntos de cuenta permanentemente en público y en cadena nacional en sus programas creados para mostrar un escenario inexistente e imperceptible de carácter efectista.

Las instituciones son guaridas de facinerosos. No hay respuesta para los ciudadanos. Todas son instancias del rebusque, el negociado, la corrupción y siguen un proceso de desmantelamiento y deterioro imposibles de recuperar en manos de sus verdugos.

La política salarial no ha podido ser resuelta en años. Los venezolanos somos esclavos del sistema socialista. El asalto  del régimen a las prestaciones sociales y desmedro y confiscación absoluta de los beneficios laborales de los trabajadores es la mayor muestra de decadencia del modelo dominado por quien se considera y se autoproclama presidente obrero y que asombrosamente pretende mantener a la nación anclada al subdesarrollo y que utiliza sus riquezas para invertirlas también en un proyecto ideológico troglodita  que muestra pobreza en todas las regiones donde tiene su radio de acción.

La infraestructura vial del país es una vergüenza injustificable en una nación petrolera y todos los días está peor, sin que se vislumbre algún plan de recuperación real y efectiva.

Con el control por décadas del sistema bancario y financiero desaparecieron  las diversas formas de crédito  y financiamiento que existían en el país, a los cuales tenían acceso los ciudadanos para generar riqueza y bienestar.  Son años de incidencia gubernamental que liquidaron y sometieron a las instituciones financieras que hoy subsisten a duras penas bajo el yugo de la revolución.

Como señalé al principio de este artículo, todos los expertos de las diferentes áreas comprometidos con la evaluación política del país, coinciden en la evidente derrota de Maduro ante la impopularidad y nula gestión de gobierno. Le dan una fortaleza que está utilizando, que es el control de los poderes y en este caso los más determinantes el CNE, la fuerza Armada declarada en sus consignas, revolucionaria y profundamente chavista y el poder Judicial que ha servido de instrumento ejecutor de medidas  para intervenir y controlar  el sistema político aunque decadente aún vigente. Sin embargo, el desgaste de la revolución es indudable y la pérdida del capital político que en un momento ostentó el difunto presidente Hugo Chávez puesto en manos de maduro decreció abruptamente. Según cifras oficiales de 8.191.132 votos que le dejó el difunto presidente en 2012,  Maduro disminuyó proceso tras proceso hasta llegar 2.110.864 obtenidos en su convocatoria de referéndum consultivo sobre el Esequibo en el año 2023 es decir perdió 6.080.268 votos equivalente a 75% del capital heredado en 2012. Sin posibilidad de recuperarse ante la grave situación a que llevó al país y la crisis insostenible y denigrante que padecen la inmensa mayoría de las familias venezolanas. El oficialismo se prepara para aplicar todo tipo de acciones y prácticas que en anteriores procesos han aplicado y afinado. Debemos prepararnos para estos escenarios y otros más. La fórmula para contrarrestar estas anómalas conductas es con la participación masiva, la unidad nacional  y la defensa del voto: La división y  la abstención sólo favorece al régimen.

Los expertos y analistas concluyen que esta situación de crisis numérica del oficialismo, podría llevar a la suspensión del proceso electoral, para ganar algo más de tiempo ante la imposibilidad de ganar por algún medio impropio el proceso presidencial. Podrían liquidar por la vía judicial la tarjeta o la candidatura de la unidad nacional o desconocer los resultados. Finalmente, de llegar a ejecutarse las  elecciones el 28 de julio sería producto de un acuerdo que podría darse en los próximos 60 días, que se sabe está en el tape y no puede descartarse.

Nada está dicho, es un juego desigual y complejo. En honor a la verdad, debemos reconocer el esfuerzo que los venezolanos están haciendo para lograr la mayor unidad posible. Muchos consideran que se han superado las expectativas y los deseos de cambio permiten que siga creciendo, con la integración de factores oficialistas y de oposición que progresivamente siguen sumándose apostándole a la salida de Maduro y el triunfo de la fórmula integrada por el candidato Edmundo González Urrutia y el liderazgo de María Corina Machado en la tarjeta de la Unidad, la de la manito.

El venezolano que vive en carne propia los resultados del modelo socialista del siglo XXI, evidentemente degradado en su condición humana en las últimas 2 décadas, estaría cometiendo un acto desleal contra la patria,  su familia y hacia sí mismo si tuviese la intención de sufragar por el candidato oficialista o por algún apéndice del esquema de partidos comprometidos directa o indirectamente con él. No existe justificación alguna para sustentar un acto de cobardía cediendo al chantaje o presión de los sectores oficialistas por un salario o alguna prebenda irrisoria. Hermanos venezolanos, hoy llenos de esperanza y con un liderazgo responsable al frente, recuerden que nos estamos jugando el destino del país.

Armémonos de coraje, valentía y compromiso para superar cualquier circunstancia que trate de secuestrar nuestra voluntad, nuestro voto o nuestra dignidad este 28 julio. El cambio con tu aporte y el de los tuyos está a la vuelta de la esquina. Con la revolución, Maduro y su heredado socialismo «NO HAY FUTURO». Tu debilidad será tu condena y la de los tuyos en el futuro.

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