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La Criminología, una carrera en alza      

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No podemos desconocer el advenimiento de importantes cambios y por ende de transformaciones en los modos de concebir el mundo, la economía, la sociedad, los procesos de socialización y la propia cotidianidad trastocada en sus diversas aristas en la contemporaneidad. Nuestras sociedades están registrando procesos indetenibles de cambios, algunos implícitos, otros de forma solapada; algunos para bien, otros no así; pero lo que es indiscutible es el vector de cambio que trae aparejado, además, desafíos y retos en todos los ámbitos.

Los cánones, códigos y esquemas con que hemos pensado el mundo y la sociedad algunos se han quedado cortos, o son de poca utilidad en la actualidad. El mundo no solo cambió con el advenimiento de la globalización en la segunda mitad del siglo XX, sino que en pleno siglo XXI el mundo sigue cambiando. Las formas de concebir la vida, los hábitos, el espacio, el tiempo, las obligaciones, la educación, los roles, las ideologías, el papel del Estado, el trabajo, la familia, las estructuras, la comunidad, las instituciones, la pareja, la inteligencia artificial, los crímenes, delitos y sanciones y pare usted de contar, estimado lector, están mutando día a día y a las ciencias sociales, entre ellas la criminología, les corresponde aprender y dar cuenta de dichos fenómenos.

Una variedad de autores como Zygmunt Bauman, Tzvetan Todorov, Daniel Innerarity, Tony Judt, Ulrich Beck, Arjun Appadurai, Anthony Giddens, Manuel Castells, para significar e inferir que nuestras vidas se desenvuelven en medio de una vorágine que pareciera replantea los cánones tradicionales. Asistimos a una época ciertamente confusa y excesivamente afanosa y mutante, emergen un sinnúmero de dinámicas, situaciones, fenómenos y demás que perfilan e impulsan repetimos transformaciones y cambios en muchos ámbitos, y especialmente en nuestras concepciones, replanteándose precisamente los parámetros a través de los cuales pensamos, tomamos decisiones y existimos.

Han transcurrido tres décadas desde que el ímpetu y la visión adelantada por lo demás junto a la filigrana de valiosos académicos, entre ellos Christopher Birkbeck, Luis Gerardo Gabaldón, junto a otros patriarcas profesores más, fundamentalmente de nuestra Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, en la Universidad de los Andes en Mérida, Venezuela, concibieron lo que en un principio fue un proyecto que parecía ciertamente muy ambicioso al proponer nada más y nada menos que estudios de criminología, no como especialización o maestría que existían para el momento en el país, sino con pie de plomo, disciplina estoica y audacia académica proponer una carrera de pregrado de cinco años, literalmente una licenciatura en Criminología.

Con ese empuje y visión nació la primera Escuela de Criminología -no solo en Mérida, orgullosamente en nuestra Universidad de los Andes- sino única en América Latina, es decir, es una escuela pionera con antecedentes y cierto linaje en su campo, en sus estudios, en sus asesorías y fundamentalmente en sus egresados reconocidos en el mundo entero. Tal osadía o presunción pudiésemos decir tenía un asidero académico escrito en un manto de roca volcánica … los proponentes no eran ningunos iniciados, ni mucho menos improvisados, y como todo proyecto necesitaba de responsables, de promotores, de bujías incandescentes que produjeran la  necesaria combustión para hacer encender ese motor académico que pasó todos los filtros y controles (Consejo de Facultad, Consejo Universitario, Consejo Nacional de Universidades y demás) y cristalizó en la tercera y más joven escuela de nuestra Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad de los Andes, después de las Escuelas de Derecho y Ciencias Políticas.

Mucha agua ha corrido en tres décadas, que se dice fácil pero no lo es. Esa Escuela de Criminología de la ULA tiene impronta propia. La conformación de su pensum de estudios original, sus profesores, materias, seminarios y algo muy importante, esa escuela nació – como corresponde a una disciplina de intervención– anclada y vinculada a investigadores, a libros colectivos y proyectos de investigación. Por sus aulas han pasado notables maestros vinculados al campo de la criminología, cientos de egresados regados por el mundo entero en instituciones públicas y privadas, recordemos que el criminólogo es básicamente un analista especializado con capacidad de intervención, investigación y prospección sobre la problemática de la delincuencia y el control social, nuestros egresados están unos haciendo docencia, otros investigación, otros dirigiendo múltiples y variados programas, en diversos organismo vinculados a la seguridad, prevención y control social, otros en el alto gobierno venezolano haciendo actividades de diversa índole, la retrospectiva es positiva al ponderar la evolución de aquel proyecto y escuela, que coincidía su nacimiento con la terminación e inauguración de la nueva y actual sede de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, ubicada en la avenida Las Américas de Mérida, Núcleo Liria, frente a la Monumental Plaza de Toros Román Eduardo Sandia.

Nuestros estudiantes han sido formados con un extraordinario perfil y formación, sobre todo en las dos primeras décadas donde nuestra Escuela de Criminología era literalmente un bastión académico de grandes maestros, profesionales, académicos invitados, laboratorios, libros, colecciones, series, estudios. Nuestros muchachos arrancarían como en toda ciencia o disciplina estudiando la génesis de la criminología en las obras clásicas de los precursores Paul Topinard, Rafaelle Garofalo, pasando por Cesare Lombroso, Enrico Ferri, Franco Ferracuti, Ted Gurr y otros.

En la actualidad les compete formarse en torno a los grandes avances de la psicología social, psiquiatría, estadística, legislación, metodología, derechos humanos, prospectiva, derecho penal, derecho procesal penal, investigaciones transdisciplinarias y demás, y en los estudios y aportes de un selecto grupo de académicos de la talla de Vicente Garrido Genovés; Jorge Sobral, Santiago Redondo, Alfonso Serrano Maíllo, María de Los Ángeles Luengo, Lourdes Mirón, Eugenio Garrido, Carmen Herrero, Jaume Masip, Christopher Birkbeck, Luis Gerardo Gabaldón, Lolita Aniyar de Castro, Juan Antonio Rodríguez, Carlos Vilalta, David Rodríguez Goyes, Lucía Dammert, Cecilia Chouhy, Hugo Morales, Massimo Sozzo, Roberto Briceño León, Juan José Medina y otros más que  han cimentado con sus obras, artículos científicos, proyectos de investigación comparados o estudios de casos, entre otros, un campo muy fecundo de la criminología a escala planetaria.

La evolución de la sociedad a escala planetaria ha sido compleja y el final del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI observaremos un cúmulo de situaciones, distorsiones, fenómenos, problemas diversos en nuestras sociedades, que indudablemente exigen un abordaje y tratamiento del criminólogo. El campo de estudio, el perfil, desempeño y objeto de la criminología y del criminólogo es amplio destacándose desde el delito (génesis, control y prevención); el estudio y clasificación del delincuente (básicamente su personalidad y tratamiento); por supuesto, la delincuencia (indudablemente su prevención, predicción y medida o cuantificación) pasando por áreas complejas como el estudio y análisis de la víctima, el delito, las conductas como el alcoholismo, la prostitución, drogadicción, hasta la legislación, protocolos y administración de justicia, entre otros, y de allí su vinculación al derecho penal y procesal penal.

Ciertamente a la criminología le compete como disciplina científica de manera particular contribuir a la prevención, investigación, sanción y rehabilitación analizando el delito, el delincuente y la víctima. El pénsum de estudio de la carrera de Criminología en la Universidad de los Andes está concebido de una manera interdisciplinaria precisamente por la vinculación tan estrecha que la criminología por su metodología y objeto de estudio tiene con áreas como la psicología, sociología, antropología, la ciencia política, el derecho penal y procesal penal, la política criminal, pasando por la investigación criminal, la criminalística hasta la biología, la medicina legal y forense y por supuesto la toxicología.

No en vano nuestra Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas fundó hace varias décadas un Ting Tang el Cenipec (Centro de Investigaciones Penales y Criminológicas Héctor Febres Cordero) dedicado al cruce o encrucijada académica e investigativa de la criminología y el derecho penal, cuyos principales aportes y frutos están publicados en la Revista Cenipec que junto al Centro y sus proyectos de investigación están siendo relanzados académica e institucionalmente en la actualidad a cargo de los profesores Juan Antonio Rodríguez, Francisco Ferreira, Janeth Segovia, Nelson Garrido, entre otros, aspecto que revela la preocupación que la criminología y el derecho penal no solo en el contexto académico sino cotidiano tienen.

Más allá de este breve recuento, sin dudas, la criminología y sus profesionales están obligados a dar cuenta de una inmensa cantidad de situaciones, hechos, fenómenos algunos de vieja data, otros más recientes, e incluso algunos emergiendo en esta sociedad globalizada y transversalizada no solo por el covid, sino otras pandemias sociales que por efectos demandan su abordaje y tratamiento. Felicitaciones a nuestros profesores, investigadores, a nuestros estudiantes, a los criminólogos especialmente los egresados de nuestra escuela en medio de su trigésimo aniversario.

En los actuales momentos motorizamos cambios con el nombramiento del profesor Roberto Barrios y la colaboración de los profesores de planta de la Escuela de Criminología, junto al apoyo del profesor Juan Antonio Rodríguez y su equipo en Cenipec, con la firme intención y propósito de cristalizar con la colaboración de universidades europeas, brasileñas, peruanas y colombianas la Maestría en Criminología dentro del Proyecto Internacional SuCCESS. Sin dudas la Criminología es una carrera en alza que tiene enormes desafíos en la actualidad.

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