La corrupción no solo surge de personas propensas a hacer el mal, sino que existen otros factores determinantes. Aunque pocas personas son así, a casi todas las motiva su amor propio y, en consecuencia, se guían por sus intereses personales. Por lo común, esto quiere decir que buscan maximizar su beneficio (placer) y reducir su esfuerzo (dolor). Por tanto, pese a que la corrupción puede emanar del mal, generalmente su origen está en las condiciones que la propician. Esto la convierte en una acción basada en el cálculo.
La corrupción, al igual que otros crímenes calculados, se basa en la oportunidad, el motivo y los medios. Enfocar la lucha contra la corrupción únicamente en sus protagonistas pasa esto por alto, lo que nos lleva a preguntar: ¿cuáles son estas oportunidades, motivos y medios? ¿Es posible hacer algo al respecto?
Oportunidad: La oportunidad se origina cuando las condiciones permiten que una persona pueda tomar decisiones sobre el bienestar o la propiedad de otra. En todo sistema gubernamental existen oportunidades para actuar de forma corrupta debido a la habitual discreción de los funcionarios con relación a los recursos que controlan —desde permisos hasta fallos judiciales—. No obstante, en muchos Gobiernos, un exceso de regulaciones, de trámites burocráticos y de opacidad multiplica estas oportunidades.
Motivo: El motivo puede deberse a múltiples factores. Dentro de nuestros Gobiernos, una motivación para actuar corruptamente nace del hecho de que los funcionarios se ven obligados a utilizar sus cargos con el fin de favorecer los intereses de los dirigentes políticos y sus aliados. Esto ocurre cuando las oportunidades de empleo y avance dentro del gobierno se colocan en las manos de los dirigentes políticos, lo cual hace que muchos en la planilla estatal dependan de ellos. Paradójicamente, a causa de esta dependencia, los funcionarios que no usan su autoridad para promover los intereses de sus jefes políticos son los que ponen en riesgo su empleo, su reputación y hasta su libertad.
De forma similar, el motivo para muchos particulares se encuentra en la escasez de opciones. Una burocracia excesiva y asfixiante, sumada a personajes gubernamentales parcializados, crea obstáculos que los obligan a buscar rutas, con frecuencia ilegales, a fin de evadir estos problemas.
En este entorno, para aquellos con acceso al poder político, la motivación emana de la necesitada «agilización», que debe ser adquirida a través del cambalache.
Medio: El medio trata los instrumentos necesarios para cometer los actos corruptos y proteger a sus protagonistas. En muchos de nuestros países, el principal medio lo constituye las estructuras gubernamentales mal diseñadas, que crean dependencias por parte de los funcionarios hacia los dirigentes políticos. Los políticos, mediante su control sobre los funcionarios, pueden intervenir en toda gestión gubernamental. Esto les permite distribuir favores y conferir impunidad a sus colaboradores o investigar y sancionar a aquellos con los que chocan.
Se ha de tener en cuenta que todo gobernante, incluso el más autoritario, a pesar de su poder, depende de una base de colaboradores para conseguir y mantener el mando. En países donde existen los medios, estos colaboradores pueden ser reclutados a través de un sistema de clientelismo, en el que cargos públicos y privilegios se intercambian por apoyo.
Por ejemplo, no es inusual que haya ciudadanos que, con el objetivo de mejorar sus expectativas o proteger sus bienes y negocios, necesiten aliviar la carga de una burocracia excesiva, ineficaz y arbitraria. En efecto, esto se asegura al intercambiar el apoyo a dirigentes políticos por «favores» políticos. De igual manera, también se da la situación en la que el político que se niegue a intercambiar tales privilegios por patrocinio perderá colaboradores ante algún rival dispuesto al clientelismo.
En resumen, existe un paradigma: muchos individuos que no se involucran con los políticos o con los partidos son sofocados por la burocracia y la injusticia, mientras que el mejor negocio está en patrocinar al político que otorga «favores».
Castigar a los que cometen delitos es importante en la lucha contra la corrupción. Sin embargo, al igual que en las mejores campañas de salud pública, la lucha deberá centrarse en la prevención. Esto incluye combatir la oportunidad y el motivo y, más importante aún, enfrentarse a los medios que crean la paradoja por la cual los actos indebidos se recompensan y los actos íntegros se desincentivan.
Un sistema gubernamental cuya estructura crea dependencias rara vez permitirá que los que están en mejor posición para combatir la corrupción (los políticos y los funcionarios) actúen bien y perduren. Por lo tanto, más que un enfoque en el castigo de protagonistas «malos», combatir la corrupción requiere confrontar las oportunidades, los motivos y los medios. Esto implica analizar si la estructura gubernamental (p. ej., quién nombra a quién) agrava y nutre estas tres plagas.