El año en que comenzó a funcionar la imprenta moderna bien puede ubicarse hacia 1450. Y digo «comenzó a funcionar» pues, evidentemente, la imprenta no se creó de un día para otro, sino que fue una idea que fue materializándose progresivamente hasta que estuvo lista. Su creador fue Johannes Gutenberg (1398-1468).
Para tener una idea del tiempo en que ocurrió, uno puede referenciar el hecho diciendo que la imprenta fue creada unos 42 años antes del descubrimiento de América, evento que, como todos ustedes saben, ocurrió en 1492.
Unos 5 años antes de la culminación de la materialización de la imprenta nació Luca Pacioli (1445-1517) quien fue un matemático y fraile franciscano italiano que vivió en el siglo XV. Pacioli es conocido -gracias a la imprenta de Gutenberg y a sus amistades no peligrosas- por su obra Summa de Arithmetica, Geometría, Proportioni et Proportionalità, en la que se incluye un tratado sobre contabilidad llamado «Particularis de Computis et Scripturis«. Allí, Pacioli describe los principios de la contabilidad por partida doble, también llamado «el método veneciano», que se convirtió en la base del sistema contable moderno. Igualmente, promovió la idea de que la contabilidad es esencial para la gestión empresarial y el control de las finanzas.
Hay que decirlo y subrayarlo: el método veneciano ya existía cuando Pacioli nació, pero en su obra el mismo Pacioli, con sublime honestidad académica -no muy abundante hoy en día- reconoce que solo lo está referenciando.
Aun así, Pacioli entra en la historia figurando como el padre de la contabilidad moderna y claro, la imprenta de Gutenberg, las amistades de Pacioli, su excelente trabajo recopilatorio y los repetidores digitales, tuvieron que ver con tal reconocimiento.
Ahora bien, el punto medio en el intervalo de vida de Pacioli es el año de 1481 y 100 años antes ya existían evidencias de la contabilidad que conoció Pacioli y que conocemos nosotros hoy en día. De esas evidencias escribiré en mi artículo de la semana que viene.
No obstante, yendo todavía más atrás en el tiempo, es posible ubicar antecedentes interesantes e -igualmente importantes- de la contabilidad y uno no muy mencionado -ni trillado por los genios del copy-paste digital- tuvo lugar hace más de dos milenios en la India y está contenido en la obra denominada Arthashastra.
El Arthashastra es un tratado sobre el arte de gobernar escrito hace 2.340 años, por los nombres de Kautilya y Visnú Gupta asociados con Chanakia Pandit (350-283 a.C.), quien fue primer ministro del imperio Maurya, el primer gran imperio unificado de la India regido por la dinastía Maurya, misma que se estima duró desde 320 a.C. hasta 185 a.C., dominando todo el norte y centro de la India y algunas regiones de Afganistán y Pakistán.
Para escribir este artículo me he apoyado en el trabajo de Richard Mattessich (1998) titulado «Review and extension of Bhattacharyya’s Modern Accounting Concepts in Kautilya’s Arthasjastra», publicado en el Accounting, Business and Financial History, volumen 8, numero 2.
El profesor Richard Mattessich (1922-2019) es un referente en la doctrina contable internacional con más de 60 años de trayectoria y producción vinculadas a la contabilidad. La peculiaridad de Mattessich es que no era contador de formación sino ingeniero. En 1940 obtuvo su maestría en Ingeniería Mecánica en el Engineering College, Viena, y en 1944 su MBA en la Escuela de Economía y Administración de Negocios de Viena. En 1945 obtuvo su doctorado en Economía. Adicionalmente, fue galardonado con tres doctorados honoris causa: uno por parte de la Universidad de Málaga, España, otro por parte de la Universidad de Montesquieu en Bordeaux en el año 2006 y el tercero de la Universidad de Graz en Austria en 2007. Fue profesor emérito de contabilidad de la Universidad de Columbia Británica. También es conocido por introducir, en 1961, el concepto de hoja de cálculo electrónica en el campo de la contabilidad de negocios y administrativa.
En su artículo, Mattessich se enfoca en la sección del Arthashastra que se ocupa de la contabilidad y la auditoría, y revisa los conceptos contables modernos que se pueden encontrar en esta obra clásica. Señala –he aquí el punto importante– que, aunque el lenguaje y la terminología utilizados en el Arthashastra son diferentes de los que se utilizan en la contabilidad moderna, los conceptos subyacentes son similares.
Por ejemplo, Kautilya se refiere al uso de libros contables y la necesidad de mantener registros precisos de los ingresos y los gastos. También establece la importancia de la reconciliación de las cuentas y la verificación de los registros contables, lo que se considera una práctica estándar en la contabilidad moderna.
Mattessich también examina el concepto de auditoría en el Arthashastra, y señala que Kautilya aborda la importancia de la independencia del auditor y la necesidad de una revisión exhaustiva de los registros contables. Estos, por supuesto, son conceptos fundamentales en la auditoría moderna.
Mattessich también extiende la discusión a través de una comparación con la contabilidad moderna y señala que, aunque los conceptos fundamentales son similares, existen algunas diferencias en la forma en que se aplican estos conceptos en la contabilidad moderna.
Por ejemplo, en la contabilidad moderna, se utiliza la partida doble para registrar las transacciones, mientras que en el Arthashastra se utilizaba el enfoque de partida simple. También señala que la contabilidad moderna utiliza una variedad de técnicas para evaluar el rendimiento financiero, mientras que en el Arthashastra la evaluación se basaba principalmente en la observación de las transacciones diarias.
En resumen, Mattessich argumenta que, aunque existen diferencias en la terminología y los métodos, los conceptos fundamentales de la contabilidad y la auditoría en el Arthashastra son similares a los utilizados en la contabilidad moderna.
Así tenemos que 859 años antes del punto medio del intervalo de vida de Luca Pacioli ya existía la contabilidad, aunque no totalmente en la forma como la conocemos hoy en día.