OPINIÓN

La comunidad internacional y la propuesta de la oposición política interna de Nicaragua

por Ariel Montoya Ariel Montoya
Desde que se produjo la insurrección cívica en Nicaragua en 2018 hasta la fecha, ha habido un inmenso vacío en la comunicación política entre el régimen de Daniel Ortega, la clase meramente política y la comunidad internacional. Desde hace 2 años hasta hoy, poco a poco se ha venido conformando una estructura política en torno al Partido Liberal Independiente (PLI histórico de sus fundadores a Virgilio Godoy, que mantiene un reclamo desde 2017 ante la Corte Suprema de Justicia para restituir la  representación legal a sus verdaderos herederos, representado legalmente por el político opositor Valmore Valladares y acompañado por el político opositor Alejandro Hurtado), capitanes que  están dando la batalla a lo interno del país y quienes comparten con el mundo entero la proclama redactada y titulada «La Ruta hacia la Democracia».
La llamada «sociedad civil opositora» pretendió llenar ese vacío, pero sus proporciones en logros han resultado lamentablemente ineficientes e ineficaces, los cuales, aun manteniendo capacidad de interlocución con gobiernos, organismos multilaterales y hasta con partidos políticos a nivel siempre internacional, no logró llegar a ser considerada como opción política negociadora capaz de impulsar un diálogo, lo que cierra ese capítulo mientras ahora se abre otra puerta más fehaciente. Además, sus propios representantes han rechazado hasta pocos meses atrás la intencionalidad de un acercamiento entre el régimen y ellos, lo que los descalifica en esta nueva etapa por restituir la democracia. La proliferación de ONG crece a diario pues la sociedad civil surge con un fuerte componente de autonombrar a «sus» propios líderes, erigiendo así cada quien su propio feudo.
Tomando en cuenta lo difícil de las circunstancias a todo nivel, esta propuesta política viene abriendo paso. Por ahora con discrecionalidad, pero despertando confiabilidad y aflorando prontamente algunos respaldos internacionales.
Dicha «Ruta hacia la Democracia» es clara en señalar la grave crisis que vive toda Nicaragua. Plantea el «desempeño equivoco» del Gobierno, pero está consciente de que sólo a través de los mismos nicaragüenses se puede lograr en primera instancia y junto a la comunidad internacional como garantes y facilitadores,  buscar caminos de entendimiento.
Destaca en lo político que este es el momento de mostrar voluntad «de querer hacer bien las cosas públicas con dignidad y equidad nacional», pues, reafirma en uno de sus párrafos, la ciudadanía no puede seguir soportando las injustas políticas sociales y económicas que sólo han beneficiado a cierto sector político.
En reiteradas ocasiones tanto en Miami como en Washington el secretario general de la OEA, Luis Almagro, nos ha reiterado que mientras no haya una oposición política interna dentro del país, la comunidad internacional no pondrá toda la carne en el asador para implementar una agenda más agresiva, diplomática, económica y políticamente hablando, que presione al sistema de Nicaragua para que este reduzca la represión y permita una apertura cívica, electoral y democrática.
Este es el momento pues, para que la OEA, la ONU y todos los diferentes organismos que puedan -incluyendo a todos los nicaragüenses-, ser impulsores del cambio y que conozcan, avalen y hagan como propia esta «Ruta hacia la Democracia», como propuesta para una iniciativa de paz y cambio.
Queda evidenciada pues, la vigencia de una propuesta política para realizar un diálogo. Existe ya una fuerza organizada y en proceso de expansión, y ya el mismo Daniel Ortega ha dejado entrever la necesidad de acercar posiciones. El Vaticano, Estados Unidos, la Unión Europea lo han pedido y ante la ausencia de una correa  política o hilo conductor han debido llegar a acuerdos directamente entre ellos (Daniel Ortega y la comunidad internacional, en sus pocos acuerdos tampoco satisfacen la verdadera demanda del pueblo). No hay que olvidarnos de que los países de la región centroamericana abogan por la estabilidad regional, entonces, el giro de timón se vuelve imperativo mientras las ansias de libertad y democracia crece estando ya una Ruta de Diálogo político en camino en Nicaragua.

El autor es escritor, periodista y político liberal nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista internacional.