La ciudad nocturna, aquella que raras veces volteamos a ver, la que casi nadie vive, pues pareciera que los noctámbulos son una especie de personas diferentes y que quizás deban aceptar vivir la ciudad de la forma en la que esté, sin quejarse ni tampoco exigir más. Lo cierto es que, si nos afanamos en decir que queremos una ciudad incluyente, pues esta debe ser para todos, y obviamente, también para ellos, con todas las condiciones operativas de una ciudad.
Este tema ha resultado ser novedoso en los últimos 5-8 años, quizás con una pausa forzada de dos lustros por la pandemia de covid-19, pero ha resultado de mucho interés entre quienes hacen gestión pública local. Al respecto, una venezolana –con la que por cierto tuve el gusto de compartir labores hace ya bastantes años en nuestro paso por la Alcaldía de Chacao, en Caracas–, Andreína Seijas –doctora en Diseño de la Escuela de Graduados en Diseño de Harvard–, es una de las voces más reconocidas en el mundo acerca de este tema, y hoy día luego de su paso por el Banco Interamericano de Desarrollo, se desenvuelve profesionalmente en Barcelona, España, como directora de Marketing y Comunicación para una empresa de asesoría de ciudades (IdenCity, transforming cities) en mejores prácticas y experiencias en política pública y de entornos colaborativos para generar atracción de talento e inversión.
Al respecto, Andreína generó un estudio cualitativo que recopiló datos de 35 “alcaldes nocturnos” y organizaciones de defensa de la noche en todo el mundo. En enero de 2020, la revista Urban Studies publicó los resultados de este estudio (con coautoría de Mirik Milan Gelders), que ofrece los primeros análisis exhaustivos de la relevancia de esta nueva forma de gobernanza urbana, como parte de su tesis doctoral. Allí, se dice: “Si bien la noche urbana tradicionalmente se ha relegado a… vigilancias estrictas, y si bien las ciudades difieren mucho en su enfoque hacia la infraestructura y la regulación nocturna, ha surgido un consenso creciente en torno a la necesidad de estructuras permanentes de gobernanza nocturna”.
Y es que la figura del “alcalde nocturno” ya no es una utopía; existen ciudades en el mundo que cuentan con esta figura, que se suma a los gobiernos locales y representa un papel moderno e híbrido, destinado a brindar gobernanza urbana y defensa en torno al poderoso y aún creciente sector económico de la actividad nocturna. Las competencias de los alcaldes nocturnos trascienden los bares y clubes de ocio para incluir restaurantes, teatros, hoteles y espacios creativos, así como los trabajadores del turno de noche que mantienen estas operaciones activas y los conductores de servicios de plataformas, taxis y entregas que sostienen la cadena de oferta de productos y servicios en movimiento las 24 horas. El alcalde nocturno, entonces, es un enlace que actúa como defensor, mediador, formulador de políticas y punto de contacto para la vida nocturna de una ciudad, que sin lugar a dudas también se topa con lo que suele hacerse en las noches en materia de mantenimientos en general, es decir, debe haber entonces una coordinación entre las actividades netamente nocturnas y aquellas propias de la dinámica urbana (limpieza, ordenamiento, etc.).
El estudio de la Dra. Seijas (2020) indica que existen más de 45 ciudades de todo el mundo que han designado formalmente “alcaldes nocturnos”, para mejorar la calidad de vida por la noche. Inspirándose en Ámsterdam, la primera ciudad en crear tal rol, muchos otros gobiernos municipales han adoptado este modelo para mediar entre los ciudadanos que quieren trabajar, divertirse o dormir después del anochecer. “La gobernanza nocturna no es un enfoque único para todos, sino una plataforma para que las ciudades reexaminen y manejen nuevos desafíos urbanos”, indica Andreína Seijas.
Este tema ya traspasa Europa y en Estados Unidos también se viene evidenciando cada vez más la gestión formal de la noche en las ciudades. Varias de sus urbes, incluidas Nueva York, San Francisco, Seattle, Orlando y Washington D.C., han introducido alguna forma de función de «alcalde nocturno»; Pittsburgh y Orlando tienen cada uno un «gerente económico nocturno»; hay un “defensor de los negocios de la vida nocturna” en Seattle y un “embajador de la economía las 24 horas” en Detroit; Nueva York y Washington, D.C. han creado la “Oficina de Vida Nocturna” especializada en estos temas.
¿Qué ha impulsado estas iniciativas de gestión? La novedosa dinámica de atención de la noche que conlleva a la desaparición de los lugares tradicionales de vida nocturna y la reducción del espacio creativo disponible, como resultado de factores que incluyen la gentrificación y la reconfiguración de ciertos vecindarios en áreas de uso mixto; otra es la necesidad de crear espacios más seguros, más inclusivos y más dignos para personas de diferentes preferencias y grupos sociales, que son social o profesionalmente activas después del anochecer, y brindar apoyo, capacitación y otros recursos para que quienes trabajan de noche tengan los servicios que requieren y merecen. Y esto además, reduzca los “reductos sin ley” que imperan en las noches citadinas y que muchas veces dejan abierta la puerta para que se dé mal uso del espacio público, esa costumbre ala que posiblemente veamos como normal, pero que no es el deber ser.
Sin embargo, pareciera que no es un tema nuevo esto de activar la noche bajo la gestión pública, pero las investigaciones dan cuenta que las funciones nocturnas de las ciudades han ido en aumento desde la década de 1990, cuando las estrategias de revitalización en las ciudades posindustriales comenzaron a utilizar términos como «economía nocturna» y «ciudad de 24 horas» mientras trabajaban para crear entornos más dinámicos, seguros y competitivos. independientemente de la hora del día.
Dice Andreína que “junto con la policía, los vigilantes vecinales, los Distritos de Mejoramiento Comercial y otros grupos, los alcaldes nocturnos ayudan a mantener las calles seguras y animadas por la noche, pero lo hacen desde la mediación y no desde la regulación. Si bien todavía son figuras relativamente nuevas, y aunque su alcance e influencia varían significativamente de una ciudad a otra, la visibilidad y el atractivo mediático de los alcaldes nocturnos ha ayudado a situar la noche en las agendas urbanas y está creando conciencia sobre la necesidad de más investigación y experimentación en este marco de tiempo, en gran parte inexplorado”.
Ahora bien, tampoco debe malentenderse a esta forma de gestionar la ciudad, para convertirla en las localidades de la rumba continua, es decir, la intención no necesariamente es la de amplificar las veladas ebrias o desenfrenadas. En este estudio se señala que ciudades como Praga (República Checa), donde el noční starosta –o alcalde nocturno– ha llevado a cabo campañas de información para evitar que la gente beba en la calle y está alentando a la ciudad a alejarse de su reputación como destino de fiestas mediante la promoción de una cultura superior, como museos locales y galerías. En Washington, D.C., el director de la Oficina de Vida Nocturna y Cultura de la alcaldía está equipando a los empleados nocturnos con herramientas y tecnología para manejar problemas recurrentes como el acoso sexual, el uso de drogas y el consumo de alcohol entre menores de edad, un esfuerzo para optimizar los recursos policiales y alentar a las fuerzas del orden como un último recurso solamente.
En general, el hecho de que ya se esté pensando en estas posibilidades de gobernanza 24 horas, es un gran avance, porque las ciudades realmente no duermen, suceden cosas y esas cosas lo que hay que hacer es ordenarlas y potenciarlas, para convertirlas en virtudes y beneficios, incluso de ingresos extras, que pueden revertirse en mejoras integrales para la ciudad, a través de una mayor recaudación de impuestos, de atraer inversiones y de generación de nuevas plazas de empleos. Estas 45 ciudades que ya han dado el paso están brindando nuevos espacios para que las mismas manejen de manera proactiva la gestión nocturna y evitar los efectos “ciudad gótica”, que evidentemente tiene una repercusión positiva en la reducción de los índices de criminalidad y en la mayor oferta de servicios para el ciudadano, que también implicará una mejor iluminación (alumbrado público), mayor presencia de personal de seguridad, instalación de cámaras de monitoreo, entre otros complementos.
Los miedos de parte de la población pudieran venir de situaciones tales como el aumento del ruido y, por ende, la interferencia de ello en el sueño de quienes no hacen vida nocturna. Los australianos (p.e) están entendiendo los beneficios de las horas de negociación posteriores al cierre de las jornadas laborales tradicionales, como en el caso del suburbio de Sydney: Parramatta, en donde los mismos residentes y el consejo municipal están pidiendo horarios extendidos, citando beneficios para las familias, los jóvenes y las empresas locales. Y reconocen la necesidad de construir viviendas insonorizadas, para que a cualquier hora del día o de la noche, las personas que requieran dormir puedan obtener ese descanso reparador de calidad, en una habitación oscura y tranquila, mientras la ciudad prospera a su alrededor. Casos como este, nos muestran otra cara de la moneda, y es increíble todo lo que nos queda por explorar aún en materia de gestión de las ciudades.
Espero haberles contribuido,¡hasta la próxima entrega!
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