La pandemia, la que conocemos como el coronavirus en su expresión universal, a mi modo de ver no es producto de la importación, como pretenden funcionarios del más alto gobierno hacerle creer al conglomerado nacional en declaraciones con exhibiciones continúas de sus “físicos” en las que se atribuyen la condición de tal. Entre ellos desempeña un papel más destacado Nicolás Maduro, tenido como ilegítimo mandatario, remplazado constitucionalmente por el diputado de la República Juan Guaidó, actual presidente de la AN. Por lo que resulta no ser Maduro el idóneo para opinar sobre tal menester, dada su condición de sustituido entredicho.
El tener la infección como venida de Colombia, entre otras naciones, dadas a la exportación de virus, como en forma reiterada nos hace ver el mandatario imputado usurpador por la AN, constituye una triquiñuela inveterada para eludir la falta de cuido hospitalaria, que sin solución de continuidad afrontamos los venezolanos. Situación objeto de denuncias, de reclamos y manifestaciones frecuentes, llevados a cabo por una ciudadanía en estado de “mengua”, resignada a conseguir la paz en los cementerios, dada la imposibilidad de continuar con vida en el planeta Tierra.
Darle entonces cabida a la importación predicada nos pondría en condiciones de considerar como cierta una maniobra habitual, que no tiene otra consideración que añadirla a la postura habitual de “charlatanería” con atisbo de narcisismo a la que pretende acostumbrarnos un régimen carente de respaldo, que con disposición autoritaria ha tratado, en forma maniquea, de impedir la celebración una elección libre que permita el ascenso al poder de un ciudadano que sepa dar por entendido que el acatar la Constitución radica en el imperio del Estado de Derecho. Como es deseo de muchas potencias y organismos internacionales que solo reconocen como presidente provisional de Venezuela al diputado Juan Guaidó.
Darle carácter de importada a una peste tan dañina como lo fue la gripe española por 1918; y como a otras que se han venido sucediendo, con inversión de gastos cuantiosos de dineros del patrimonio nacional para afirmar su creencia, no es serio. Peca por irresponsable. Hay quienes vistas las consecuencias traídas por la pandemia le atañen responsabilidad de extensión a China, nación que recibe halagos continuos por parte de un régimen cuyo cambio se pide a diario, lo cual no comparto por cuanto es una estrategia de mercado; pero sin negar la habida falta de información de esta nación asiática sobre el particular referido, dado que el virus es oriundo de China.
Sin excepción, en los años transcurridos desde el inicio en 1993 de la fracasada revolución militar, llamada bolivariana, con falso uso utilitario del “mito” Bolívar, los venezolanos hemos venido padeciendo de una “Mavita”, que habiendo sido una nación próspera, con una industria petrolera nacionalizada, con garantía de estabilidad de precios, que fuimos capaces de plantearle a las naciones industriales, entre ellas Estados Unidos, la importancia de exploración y producción del petróleo.
Hicimos negocios para hacer con sus residuales una fuente de ingreso de primer orden. Que logramos incorporar a las discusiones de la OPEP sin discriminación a los países no productores. Que nacionalizamos muchas de nuestras industrias básicas. Que pusimos en marcha la sustitución de importaciones. Que hicimos de la agricultura un hito de adquisición exportable. Que aumentamos la refinación de la gasolina. Que masificamos la educación estadal sin exclusión de la impartida por particulares. Que los estudiantes de educación primaria contaban con merienda diaria incluyendo el vaso de leche Que la gasolina estuvo sin escasez al servicio de pequeños y grandes productores. Que unió al país mediantes carreteras de la mejor calidad. Que las maternidades cubrieron los partos de todas las clases prestándole la mejor calidad de servicio; y por qué no decirle sin temor a equivocación, casi todos los hijos de inmigrantes, hoy dueños de las actividades comerciales, nacieron en ellas.
Pero todas estas conquistas han sido desaparecidas, de ellas conservamos el pasado. Es decir, el residuo. Sin otro culpable, que no sea esta mavita de larga duración sin condiciones para extinguirla, se le agrega otra también de grandes perjuicios, la cual hemos comentado con el nombre de coronavirus, que a nuestro modo de ver, su presencia en el país, ha sido manipulada por el gobierno cuestionado, quien mantiene anuncio de presentación diaria, con supuestas pocas bajas, pero con prisión para el profesional que se atreva a opinar sobre su implementación y dar resultados incluyendo periodistas, como también sometiendo a prisión a asesores del presidente provisional.
Todos los días en cadena nos hastían con resultados imprecisos que nos llevan a su no confianza; pero eso sí, con ataque hasta bélico, donde le dan como perverso a los que se han sumado al gobierno provisional que nombrare la AN. Se asumen en sus amenazas la representación de un pueblo que desasistido de servicios sanitarios, con aumentos de responsabilidad de cuido de muchos de los de los ascendiente descendiente de más de 5 millones de migrados tuvieron que abandonar al país en busca de trabajo, sin posibilidad para sobrevivir con imposición diaria de mantenerse en sus casas con empleo de jabón (agua que no llega a los hogares), productos precarios; y con desconocimiento que por falta de empleo se muere la gente, se le impide el trabajo a los adultos de 60 años en adelante, sin transporte de Metro, se les tiene como agentes mejor servido para el contagio infeccioso en forma exponencial. Todos nos preguntamos qué hace el Sonde y el gran número de policías y motorizados en beneficio del necesitado: Pues bien, no le permiten transitar por calles. Impiden la entrada al Metro; pero ordenan “encierros”, sin contemplación de necesidades. Se crea un de miedo impuesto por una autoridad arbitraria que goza del elogio diario de los que usan los medios de comunicación a manera de gestión publicitaria.