En 2012 el presidente de China y entonces secretario general del Partido Comunista, Xi Jinping, anunció una cruzada nacional anticorrupción. El alto cargo aseguró que no haría acepciones, iría a “cazar los tigres y aplastar las moscas”.
Una estrategia multipropósito. Las moscas hacían referencia a los funcionarios menores del Partido Comunista. Los tigres eran los peces gordos, los altos cargos del ejército, el partido y otras élites en el poder.
La purga implementada por Xi cobró un saldo de 1 millón de miembros del Partido Comunista, poco más del 1% de sus afiliados. No era únicamente una lucha contra la corrupción, sino una contra adversarios reales, potenciales e imaginarios.
En Nicaragua, el dictador Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo, repiten la fórmula china. Están cazando a los tigres y aplastando a las moscas. La última refriega ha barrido con casi toda la jerarquía del Poder Judicial, incluidos pequeños empleados.
Corrupción y dictadura caminan de la mano. La manera en que Ortega gestiona el poder ha institucionalizado la corrupción, las mordidas y los negocios opacos. Ahora dicen querer matar al monstruo que ellos mismos formaron y alimentaron.
En una dictadura no existen vacas sagradas. El ejército es el próximo. Ortega ha pagado a las fuerzas armadas con poder y riquezas obscenas. Son un socio leal, pero peligroso. Un tigre que debe ser reestructurado y por lo tanto rodarán cabezas.
No es la primera vez. Ortega encarceló y dejó morir al general Hugo Torres, el guerrillero que le salvó la vida. La jueza Martha Quezada, que archivó la violación de Ortega contra su hijastra, fue destituida y el mejor amigo del dictador, Carlos Guadamuz, fue asesinado. Así funcionan las dictaduras.
Preparando la mesa para Murillo. Aunque el tema de la lucha anticorrupción tiene algo de cierto, el principal objetivo de las purgas es asegurar una sucesión dinástica tranquila, cómoda y sin alteraciones al status quo.
Los tigres y las moscas. Al igual que Xi, a la familia Ortega Murillo no le importan los tigres, ni mucho menos las moscas. Les interesa el poder por el poder. Todo lo demás es un sacrificio necesario en el altar de sus insaciables ambiciones personales.
Un bumerán en su contra. Las purgas internas, sumado a los ataques violentos contra la Iglesia y la sociedad civil, podrían tener un efecto adverso e inesperado, creando una olla a presión que podría estallar en las narices del dictador. Una crisis que podría abrir una oportunidad para el cambio. Es difícil pero no imposible.
*El autor es periodista exiliado, exembajador ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK).