La historia se repite porque la sociedad no ha aprendido. Estamos viviendo momentos tan críticos o peores que en los tiempos de la Guerra Federal. Una mortandad por covid, por violencia o falta de comida que alcanza niveles estratosféricos, una escasez de combustible que cada segundo que pasa es más aguda y cavernícola, niveles de intolerancia y agresividad al estilo de la Suráfrica del apartheid, clanes de gánsteres despellejando insaciablemente al país, un régimen que copia al carbón los pasos del holocausto nazi, y un largo y aterrador etcétera le sigue a la lista pero, aún no hemos aprendido la lección.
Las vicisitudes que hoy sufrimos implacablemente los venezolanos ya la hemos padecido a lo largo de nuestra historia republicana. Solo basta pasearse por las páginas de la historia y afinar bien los anteojos para darse cuenta de que la cosa se repite.
El principal problema y el más grave de los tres es el social. La sociedad es el núcleo fundamental de un país y por ende, es el que decide su destino. Pero la sociedad en la que cohabitamos se ha transformado en una «suciedad» de tribus de caníbales sedientos de carne fresca. El nivel de respeto y tolerancia ha quedado extinguido ya que, por sólo pitar te pegan un tiro, te roban y se dan a la fuga. La verdad, aunque duela, hay que decirla y tratar de cambiarla.
El intergaláctico destructor y su «revolución bolivariana» llegó con un proyecto de poder mas no de país, producto del descontento, desprendimiento y desteñida de los políticos y partidos tradicionales a partir de los años setenta. La inmoralidad y desconexión total hicieron que los líderes de una nación ascendieran a la cúspide del poder, un poder que estos fueron amalgamando a costa de sangre, venganza, engaños, corrupción y más.. Ahora, ese poder ya concentrado y centralizado lo usan a toda costa solamente para lograr su cometido: la eternidad mediante más poder.
Fomentar el resentimiento desmesurado, auspiciar el odio desmedido, desnudar a sus adversarios para que los «caníbales tribales» hagan de las suyas en cualquier escenario, dividir a toda costa, confundir más y más con cinco o diez ceros menos entre otras técnicas son las armas más poderosas de éste régimen. La razón se la doy a un político parisino cuando dijo que «la historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan».
¿Qué se está haciendo para combatir esta situación? El fuego se combate con fuego. El régimen no conoce de paz porque trataron de tomar las riendas de Venezuela mediante la fuerza en dos ocasiones y no pudieron. ¿Por qué? Por la gallardía y coraje de un hombre que luego, irónicamente le pasaron factura y de una Fuerza Armada institucional que luego se dejó enlodar a conveniencia y complicidad. Es la historia, aunque sea cruda, certera y letal.
Hoy vivimos algo inimaginable. Parte de una generación resiste y la otra parte empaca sus sueños y agarra para la frontera. Algunos, no han aprendido que «cuando Venezuela necesitó de libertadores no los importó, los parió», otros no han entendido que la antipolítica y el antipartidismo fueron unos de los detonantes más fuertes para llevarnos a esta realidad, otra gran parte hipócritamente quiere convertirse en la nueva camada y heredera de «Los Notables» para auspiciar aún más lo «anti todo» en el país. Tristemente esa generación está muy lejos de aprender.
No podemos seguir postergando el aprendizaje, debemos coger impulso. El lema: «este país de todos lo hacemos todos», dicho por Rómulo, está más vigente hoy que nunca. La política se hace desde las bases, con altura y compromiso. El sistema que hoy nos corroe puede llegar a su final si sacamos a la dictadura de nuestra mente porque esta realidad es una lección que el destino nos otorgó y que no debemos volver a repetir. De no elevar nuestra conciencia, única arma para conseguir la victoria, el holocausto que se aproxima arrasará con cada uno de nosotros. Pues, manos a la obra.
@JorgeFSambrano
#RendirseNoEsUnaOpcion