Siempre he tenido reservas en sumarme a las listas de los “abajo firmantes”, por dudar de su eficiencia. Sin embargo, acepté sin vacilar la invitación que me hizo Ramón Guillermo Aveledo para suscribir la carta del 22 de febrero de 2023 de apoyo al trabajo que realiza la Comisión Nacional de Primaria. Y fue así porque esta busca la realización de unas elecciones primarias para escoger la candidatura de la oposición. Esta carta es sencilla, breve, clara y de contenido oportuno y pertinente.
La comisión está integrada por distinguidos venezolanos que invierten sus esfuerzos en un trabajo complejo por la variedad de obstáculos que conspiran en su contra. La figura del presidente de la Comisión, Jesús María Casal, es garantía de que la tarea encomendada se ajustará de manera impecable a los linderos constitucionales.
El voto es el rasgo vital de la democracia, porque es el medio como se expresa la soberanía popular. Es la forma pacífica de decidir entre varias opciones. Si existe la oportunidad de elegir, esta no debe ser desperdiciada. Si bien el sufragio no es el único instrumento de la democracia, es necesario y fundamental para proyectar la legitimidad de sus instituciones.
Frente a la situación actual, la oposición se ha dividido en varios grupos: unos defienden la necesidad de ir a votar; y otros creen en la abstención. Me cuento entre los primeros porque el sufragio es un instrumento político determinante para resolver controversias políticas de manera pacífica. De ahí mi apoyo a la Comisión Nacional de Primaria, por cuanto del proceso electoral interno debe salir un candidato (o candidata) con legitimidad y fuerza suficiente para atraer el voto popular.
En este contexto, la situación de la oposición venezolana de hoy es de confrontación, lo cual es sobradamente conocido. La agresividad del discurso político del momento es aún mayor cuando es entre opositores. Truenan las descalificaciones recíprocas como un ritornelo permanente. El argumento es este: si no piensas como yo es porque eres un “traidor”, un “sinvergüenza”, un “colaboracionista” y demás adjetivos calificativos propios de la neolengua. Esto equivale a darse un tiro en el pie y no contribuye con el objetivo común de la mayoría de los venezolanos: la derrota del autoritarismo.
Es preciso que la dirigencia opositora haga un esfuerzo para enviar un mensaje coherente que sirva de acicate para que los venezolanos reflexionen sobre la necesidad de elegir el próximo 22 de octubre la candidatura unitaria para vencer a Nicolás Maduro. Con unidad y compromiso político se pondrá fin a un gobierno con apetencias de perpetuarse en el poder y de continuar con el control autoritario de la vida nacional.
Quienes combaten las primarias no proponen un plan alterno confiable e incluyente. Se afirma, incluso, que en Venezuela no están dadas las condiciones para ejercer libremente el voto, porque el mismo sería burlado por la maquinaria institucional socialista. El ejemplo que se cita con frecuencia es el de las elecciones de noviembre de 1952, cuando Jóvito Villalba y Rafael Caldera decidieron enfrentar a Marcos Pérez Jiménez en el amañado proceso electoral de ese año. Acción Democrática y el Partido Comunista de Venezuela estaban inhabilitados, pero los adecos fueron instruidos por Rómulo Betancourt y Leonardo Ruiz Pineda de sufragar en contra del dictador. Los resultados manipulados por el organismo electoral de la época -controlado por la dictadura militar- corroboraron el carácter tiránico del gobierno de Pérez Jiménez y esto marcó definitivamente el rostro de esa consulta electoral. Las consecuencias futuras eran inevitables. Todo era cuestión de tiempo.
Lo narrado nos coloca ante una situación complicada, que los griegos denominaron dilema porque, cualquiera que sea la decisión que se tome, el desenlace conducirá irremediablemente al mismo resultado: el ejercicio del voto no dará resultado porque estamos ante un régimen autoritario que no está dispuesto a soltar el poder. Pero el dilema se resuelve si nos concentramos en elegir una candidatura capaz de derrotar al autoritarismo, generar confianza en el sector militar y en toda la sociedad para que el vencedor en las urnas pueda estabilizarse en el poder. Ese es el desafío del candidato o candidata que surja del proceso electoral interno. De ahí la necesidad de apoyar a la Comisión Nacional de Primaria para que concluya con eficiencia el compromiso asumido.
La nación venezolana actual se mueve de una manera diferente a la de hace veinticuatro años, cuando comenzó el proceso autoritario que hoy se ha impuesto. Los desplazamientos de opinión, las movilizaciones transversales, así como los mensajes políticos creíbles pueden mover al venezolano en direcciones hasta ahora impensables.
La mayoría silenciosa comienza a tener conciencia de que la derrota y el fracaso permanente no puede ser un símbolo del destino nacional.
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