OPINIÓN

La carreta delante del caballo

por Bruno Schaaf Bruno Schaaf

A estas alturas, resulta innegable que las baterías de los autos eléctricos van a ser uno de los grandes problemas de la transición energética, particularmente en Occidente. La semana pasada, China anunció una restricción de las exportaciones de dos minerales fundamentales utilizados en la producción de baterías para autos eléctricos –galio y germanio– y nos hizo recordar que Occidente está construyendo una nueva industria automotriz sin siquiera haber asegurado el suministro necesario.

En aras de la transición energética y de reducir la dependencia de China, en Europa y en Estados Unidos se vienen construyendo gigafábricas –es decir, fábricas de baterías con una capacidad de producción superior al GWh– a una velocidad nunca antes vista. Sin embargo, China tiene más del 60% de cuota de mercado en el tratamiento químico y el refinado de minerales esenciales para las baterías, e incluso este porcentaje llega al 80% en el caso de cobalto y el grafito. En otras palabras, sin China, estas gigafábricas no sirven para nada.

Incluso en algunos casos, el dominio de China en la cadena de suministro es tal que China controla no solo el procesamiento que ocurre en China, sino también el procesamiento en otros países. Este es el caso del níquel, donde China también controla el procesamento del mineral en Indonesia y Papua Nueva Guinea.

Con las ventas mundiales de autos eléctricos representando el 14% de todas las ventas de autos y proyectándose a alcanzar el 40% en 2030, parece lógico que Occidente no solo se enfoque en la construcción de gigafábricas –que son una pieza fundamental en la cadena de suministro de las baterías– sino también en aspectos menos sexy como el procesamiento químico y el refinado de los minerales. De lo contrario, estaría poniendo la carreta delante del caballo y construyendo una industria automotriz altamente dependiente de un proveedor poco confiable.

Afortunadamente, este problema se puede solucionar con la simple construcción de refinerías cercanas a las gigafábricas a las que proveen. Sin embargo, lograrlo necesita de cierta voluntad política, mayor cooperación con países productores de minerales necesarios para la producción de baterías – entre ellos Perú– y algo de premura para evitar una situación en la que China restrinja las exportaciones de litio o cobalto –tal y como acaba de hacer con las de galio y germanio– y paralice una industria automotriz que representa el 7% del PBI de la Unión Europea y el 3% del PBI de Estados Unidos.

Sea como sea, todo indica que China se convertirá en un líder –o incluso el líder– en la producción automotriz en las próximas décadas, dominando no solo gran parte de la cadena de suministro, sino también la producción en sí. Mientras tanto, otros países como Alemania perderán competitividad. De hecho, esto ya se refleja en la disminución del 40% en las exportaciones de automóviles alemanes desde 2018, mientras que las exportaciones de China han aumentado cerca del 400%, exportando cada país ahora un poco más de 2.5 millones de automóviles al año.

En fin, la decadencia de Occidente.

Artículo publicado en el diario El Reporte de Perú