“En la cancha comienza la vida de un barrio”: esta certeza resume la razón por la cual varios jóvenes vienen trabajando, junto con Caracas mi Convive y Alimenta la Solidaridad, en el proyecto de recuperación de las canchas deportivas en sectores populares. Ya son quince los espacios intervenidos en esta iniciativa de organización popular, una cifra discreta si se compara con el tamaño de las aspiraciones de nuestras ciudades, pero todo un logro en lo que implica para los vecinos involucrados en estos proyectos.
Es mucho más que reparar una cancha, es recuperar el sentido de pertenencia de una comunidad con sus espacios, es una forma de apoyar la organización comunitaria, una vía para empoderarse de lo público de manera responsable, una excusa, reconocen, para formar una verdadera comunidad de vecinos. Y es que “la cancha” en el barrio va más allá de unas marcas en el suelo para hacer de deporte, es la plaza de una comunidad, el punto de encuentro, la referencia social y geográfica de los vecinos, el espacio de “lo público” donde nacen todas las iniciativas de trabajo por el bien común y donde debutan los nuevos liderazgos populares.
En Caracas Mi Convive somos muy conscientes de este universo de significados que hay que respetar, por eso la recuperación de estos espacios cumplen con una agenda de trabajo que incluye la presentación de la organización, la convocatoria de los vecinos, un taller de prevención de violencia, el trabajo organizativo y cultural en los “puntos calientes” y la divulgación de información sobre el proyecto Monitor de Víctimas.
Más adelante se avanza con un taller sobre identidad social y organización comunitaria donde se explora, junto a los vecinos, todo aquello que los vincula, se trabaja en la reconstrucción de los vínculos con su entorno, se les invita a formar parte de un proyecto para que “la cancha” les pertenezca. Esta es la única garantía, nos dicen nuestros líderes en la comunidad, de que estos espacios recuperados sobrevivan al paso del tiempo.
Junto a la comunidad se realizan los primeros bocetos del proyecto. La idea, es hacer de la cancha un lugar especial, diferente y visualmente distintivo, se aspira a unir un trabajo de cemento, cabilla y pintura a un sentimiento de orgullo por aquello nos hace únicos como comunidad, algo por lo cual debemos sentirnos como en casa. Más adelante, según el cronograma de trabajo, se delegan las funciones entre los vecinos, a fin de lograr que el mayor número de personas hagan un aporte en el proyecto.
Todos tienen que dar algo, nos dicen los involucrados en estas experiencias, ya sea su tiempo, sus conocimientos, sus herramientas o apoyando en las convocatorias; hay que buscar que el mayor número de personas se sientan involucradas para que este espacio les pueda pertenecer realmente. Más adelante vendrá el momento de la limpieza, la reparación de las imperfecciones, el taller de pintura con los voluntarios, el sellado de la superficie, la aplicación del diseño y la demarcación del espacio.
Uno de nuestros líderes nos insiste en el valor que tiene esta iniciativa al decirnos que, más allá del profundo aprendizaje personal que le ha dejado estas experiencias, está convencido que el crecimiento de su comunidad y la unión de sus vecinos, serán las mejores referencias al momento de hablar de su vida. ¿Existe acaso un mejor legado?
Quienes formamos parte de Caracas Mi Convive nos las jugamos en la cancha porque hemos descubierto que allí se refuerza el sentido de comunidad, porque es el lugar donde se hace realidad la esperanza que mueve a la gente que quiere un cambio, inspirados en los valores de la solidaridad, el trabajo y la democracia. Desde allí miramos a nuestros vecinos y pensamos, junto a ellos, todo aquello que podemos hacer por Caracas, si nos atrevemos a imaginar un futuro donde todos juntos luchemos por el cambio que necesitamos.
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