¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Adonay! Isaías 31:1 RVR1960
Durante siglos de historia, por mucha estrategia, traspiés de las oposiciones a los regímenes tiranos, por muchas alianzas de las tiranías con la gobernanza, compras de voluntades, es ineludible el derrumbe de las tiranías.
La verdad es que estar en los zapatos de cualquier tiranía ha de ser la peor pesadilla y de las tragedias para cualquier ser humano, todo un castigo autoinfligido a lo largo de ese tortuoso proceso.
Más allá de toda la astucia y solidez de estos sistemas de gobierno, caerán por su propio séquito de sufrientes aduladores y esclavos, de allí el trastorno de todo el sistema, ya que está basado en interpretaciones subjetivas de pretender modelar la mente y la conducta de la humanidad; olvidándose de que el individuo actúa de manera impredecible en cualquier momento de su vida, sustentado en el principio de libre albedrío, junto al axioma que hace humanos a todas las personas, basándose en aquella sentencia que dice la Torá: sus leyes, orden y preceptos están grabados en el alma de todas las personas.
Ir contra las leyes naturales no sólo es erróneo, sino que es un delito contra el orden natural y divino, que recaerá como un rayo en todos aquellos que osen ir en contra del orden y los derechos naturales del hombre y de la naturaleza.
Podrá pasar el tiempo bajo los totalitarismos, pero al final es el orden natural el que se impone. Por ello tanto sufrimiento en los regímenes tiranos, porque no sólo se rebelan contra el orden natural, sino contra la divinidad y todo lo implícito en ella.
Es obvio que la humanidad siempre resistirá estos sistemas, porque sencillamente van contra la naturaleza, la lógica y el orden y la economía espiritual por el cual existen; esto explica por qué los sistemas totalitarios van contra las ideas espirituales, porque sus fundadores saben que existe una conexión eterna con la creación, que supera no sólo la línea del tiempo, sino la materia en todas sus dimensiones atómicas del tiempo y del espacio.
La espiritualidad el nudo georgiano de los regímenes tirano totalitarios, que también explica el afán de esos modelos en llevar a las personas hasta el nivel más bajo, para generar guerras constantes donde no las hay, entre otras estrategias; porque estos modelos saben que mantener una moralidad dentro del orden humano acelera no sólo su propio derrumbe, sino la imposibilidad de desarrollarse.