Si bien y parafraseando la promoción de una famosa tarjeta de crédito, una vida humana «no tiene precio», las complejas relaciones entre las personas requieren, en muchísimas ocasiones, estimados monetarios de una vida humana. A modo de ejemplo tenemos el caso de un seguro colectivo de accidentes personales, que otorga a los herederos legales en caso de muerte accidental del asegurado y como consecuencia de accidente amparado por la póliza, una prevista y determinada cantidad de bolívares. Otro ejemplo interesante lo encontramos en los juicios en los que la parte afectada solicita a la considerada como responsable de la pérdida de la vida de un familiar una compensación monetaria.
En octubre de 2013 escribí uno de mis últimos artículos semanales para El Universal titulado «La cabeza de un gato muerto». Allí y en el marco de una circunstancia particular, me apalanqué en un modelo financiero para realizar un cálculo práctico e imperfecto que me condujo a expresar el valor de la vida de ese presidente en términos monetarios.
El nombre de tal artículo lo tomé de un minicuento zen que transcribo a continuación. Un alumno preguntó a Sozan, maestro de zen: -¿Cuál es el objeto más valioso del mundo? -La cabeza de un gato muerto –respondió el maestro. -¿Por qué la cabeza de un gato muerto es el objeto más valioso del mundo? –preguntó el estudiante -Porque nadie puede decir su precio –replicó Sozan.
El caso es que con motivo de la «baja» del general iraní Qasem Soleimani, diversos diarios británicos dieron a conocer que alguien, en los funerales de Soleimani, había puesto un precio a la cabeza del presidente norteamericano Donald Trump, a saber, 80 millones de dólares norteamericanos. Dicho monto fue establecido en virtud de que Irán tiene 80 millones de habitantes y, en teoría, cada uno de sus ciudadanos podría aportar 1 dólar norteamericano para financiar la «baja» del presidente Trump.
Cabe entonces la pregunta: ¿Qué tan barata o cara está la cabeza de Trump a ese precio?
Por allí hay un dicho atribuido a Warren Buffet que dice así: «Price is what you pay. Value is what you get«, que traducido al español significa «el precio es lo que pagas y el valor es lo que recibes». Esta relación es útil para evaluar lo barato o caro de un activo y de hecho en los mercados financieros se utiliza bajo la forma de P/E o Price/Earnings, en donde P es el precio de una acción de una compañía listada en bolsa y E son sus utilidades anuales, mismas que pueden ser históricas o proyectadas. Dicha relación expresa el precio que está dispuesto a pagar un inversor por cada dólar de utilidad de una compañía y en consecuencia un estimado de si tal acción está barata o cara.
En esta primera aproximación al problema de valoración, compararé el precio colocado por los iraníes a la cabeza de Trump con el valor presente de la riqueza que Trump representa y tal comparación la materializaré con ayuda de la lista Forbes de “mil millonarios” del mundo, una lista que se publica en marzo de cada año desde 1987. Para 2019 habían en el mundo 2.153 mil millonarios y los tres primeros de la lista fueron: Jeff Bezos con 131.000 millones de dólares en riqueza, Bill Gates con 96.500 millones de dólares y Warren Buffet con 82.500 millones de dólares. Donald Trump ocupó el lugar 715 con “apenas” 3.100 millones de dólares. A fin de que el lector tenga una idea de lo que significan estas cifras, puedo decir que, de acuerdo con el Banco Central de Venezuela y para la semana finalizada el 27 de diciembre de 2019, nuestras reservas internacionales totales arrojaron la cantidad de 7.409 millones de dólares.
Pues bien, la relación entre los 80 millones ofrecidos por algún iraní y los 3.100 millones que representan la riqueza de Trump arroja una cifra de 0,026 (= 80 / 3.100), misma que luce poco significativa para transmitir la percepción del valor asociado a la «baja» de Trump, con todos los riesgos que para el “bajador” ello significa.
Una segunda aproximación es la denominada ley del Talión. Si la retribución taliónica tan característica de esas latitudes y longitudes, está efectivamente teniendo lugar (un ojo por un ojo y un diente por un diente), 80 millones luce una cantidad demasiado baja para compensar el valor que los iranies le asignan a la humanidad de Soleimani. Téngase en cuenta que aquí “ojo por un ojo” significa 80 millones de dólares por 80 millones de dólares. Claro, 80 millones de dólares luce una cifra astronómica cuando se compara con los 1.634 dólares anuales de salario mínimo en Irán (List of minimum wages by country – Wikipedia).
Hay todavía una tercera aproximación y consiste en una heurística de asignación de valor en la que las cosas valen lo que se está dispuesto a pagar por ellas y por supuesto, detrás de tal disposición existe un paradigma de sustrato. Un ejemplo extremo lo encontramos en el caso del actor, comediante y presentador de televisión norteamericano de raíces mexicanas (importante para entender lo que sigue) George López. En evidente intención de broma (el sustrato es el de un comediante) y respondiendo la pregunta que le hizo Ryan Fournier en su cuenta de Twitter, palabras más, palabras menos: “¿Qué piensa usted de la recompensa ofrecida por la cabeza del presidente Trump?”. López respondió: «Nosotros lo haríamos por la mitad de ese precio».
En mercadeo y según Phillip Kotler existe la llamada matriz precio-beneficio y la broma de George López se inserta en la zona de valor: el mismo “beneficio” por un precio menor. Por los momentos y dado que “en todas partes se cuecen habas”, su broma lo ha colocado en el centro de una enconada controversia, algunos incluso solicitan que sea investigado penalmente y hasta lo tachan de “magnicida”.
Con estas tres aproximaciones pretendo dejar la idea de que la cabeza de Trump se comporta como la cabeza de un gato muerto: resulta tan valiosa que nadie puede decir su precio.