Lina Meruane Bozo, (Santiago de Chile, 1970) es una escritora chilena que dice sentirse cuando está en Chile la menos chilena de las escritoras. Su vigorosa obra que cabalga con inusual solvencia estilística entre la narrativa (novela y cuento) la dramaturgia, el ensayo de no ficción ha sido originalmente escrita en lengua española y traducida a doce idiomas. Meruane es de descendencia palestina e italiana. Se inició en el abigarrado universo de las letras y la literatura como narradora y periodista cultural y desde finales de la década de los años noventa del pasado siglo emergió a la superficie del panorama literario latinoamericano con un conjunto de cuentos bajo el título de Las infantas (Planeta, 1998, Eterna Cadencia, 2010) que se granjeó el visto bueno y palabras de elogio del también narrador y poeta chileno Roberto Bolaños.
Justo en este mes de octubre de 2023 la prestigiosa editorial española pone en las manos de los lectores de habla hispana un manojo de cuentos, 13 en total, que lleva por título el sugerente término de Avidez.
De acuerdo con la apretada sinopsis que contiene la edición de la editorial Páginas de Espuma se puede leer esto: Detengámonos en la «avidez», la nuestra y la de otros. La de todos. El deseo, la ansiedad, la ambición, la codicia. Lina Meruane, nos expone a los sentidos materiales y metafóricos de esta palabra a través de una multitud de madres e hijas insaciables, de hermanas incisivas, de amigas y amantes afiladas así como de hombres salvajes y animales cuya hambre alimenta el amor y el odio, la miseria y el castigo, el resentimiento, el perdón.
Un universo obsesivo por el que discurren objetos que cobran vida, cuerpos que la pierden, que se mutilan y se desgajan. Leer estos cuentos punzantes de Lina Meruane detona, como en cada uno de sus libros, una inolvidable avidez lectora.
El primer cuento de este maravilloso ramillete de cuentos contenido en este libro de relatos se titula: “Platos sucios” y trata de una familia de hermanos incluida la típica figura tutelar del padre reunida alrededor de una mesa meticulosamente vestida para congregar a los hermanos comensales, entre ellos Iván, Pedro, et al, y todo en abigarrado tapiz de detalles con que la narradora teje un asombroso relato contentivo de elementos propios de un ritual que transcurre en torno a una mesa en la cual las tazas, los vasos sucios, las cucharas y el resto de la vajilla, el padre fregando los platos, el espejo, el lavamanos, la bañera… Seguidamente, unas tres páginas más adelante la autora sorprende al lector con un cuento que exhibe un título desconcertante: “Tan preciosa su piel” cuya trama trata sobre las angustias y desesperaciones de un padre que agobiado por los efectos de una severa crisis de desabastecimiento y un cierre de los mataderos de la ciudad y de las fábricas de carne clausuradas lo inducen a adquirir un rifle e internarse en el bosque de la foresta en procura de un animal de presa para llevar a su núcleo familiar temporalmente sometido a los rigores de una alimentación vegana y vegetariana temporalmente compulsiva. El título del cuento “Tan preciosa su piel” proviene de la caracterización de esos mefítidos mamíferos omnívoros conocidos como zorrillos, zorrinos, mapurites, mofetas, epates o chingues. Son animales de mediano tamaño, que habitan principalmente en América, con un género en el sureste asiático. La escritora narra por encima de todas las cosas, como si el alfa y el omega de su trama narrativa fuera el hilo mismo de su narrativa. Los cuentos de este libro cabalgan con un pie en el estribo de la más osada y arriesgada fabulación de inobjetable carácter didascálico y el otro pie en el estribo de una decidida narrativa de vigorosa voluntad psicologista de irrebatible complejidad psíquica de los personajes. Cuentos aleccionadores como este particularmente en el que me detengo logran atrapar la atención del lector por su seductora pedagogía estética que destila en el espíritu de quien tiene la fortuna de leerlos lecciones indelebles de inequívocas resonancias universales. Verbigracia; “Esa maestra que mamá despreciaba por gorda nos había contado que era ley de la naturaleza comer a otros animales y que ellos, grandes o pequeños, nos comieran, antes o después. No nos dijo cuándo sería el debido tiempo pero insistió en que algún día nuestra carne sería aprovechada por la especie de los gusanos, y que alguna vez nos haríamos parte de los arbustos y de los árboles frutales que alimentaban a otros animales.”
Una de las estrategias narrativas más audaces que con irrecusable maestría discursiva y asombrosa solvencia sintáctica pone de manifiesto la narrativa de Meruane es la sorpresiva resolución y cierre final del relato siempre escrito con un raro dominio tropológico en el plano de la narrativa corta. El discurso literario de Meruane se distingue a lo lejos por sus rasgos peculiares en los que se fusiona la fascinación junto con la hondura propositiva de ideas sustantivas que dan sentido y pertinencia al relato contemporáneo.