OPINIÓN

La autocrítica del GPT

por Juan Carlos Pérez-Toribio Juan Carlos Pérez-Toribio

ChatGPT por

Para alguien como yo, que terminó su tesis de Licenciatura en una máquina de escribir,  y que consultaba interminables ficheros y montañas de libros,  lo que está sucediendo con la Inteligencia Artificial, y particularmente con el ChatGPT, como nos lo ha hecho ver nuestro colega Leopoldo Colmenares, es a todas luces abrumador.

Si bien es verdad que en el fondo lo propuesto hasta ahora ha sido más que lo conseguido, como asevera Carlos Castilla del Pino, no es menos cierto que el destino –parafraseando el título en español de aquella antigua película Soylent Green– parece finalmente  habernos alcanzado; pues aunque muchos intuíamos que la Inteligencia Artificial llegaría algún día a asumir muchas de las actividades que  realizamos actualmente los humanos, de alguna manera esto ya parece estar sucediendo. Recientemente, por ejemplo, hemos sabido que un juez colombiano  ha dictado sentencia según las indicaciones del mencionado chat, el cual hizo toda una exposición de motivos apoyándose en la jurisprudencia que había sobre el particular. Incluso, se habla de ciertos despachos de abogados que ya han suprimido parte de su plantilla aprovechándose de esta herramienta. Y seguramente esto no ocurrirá sólo con el Derecho sino con muchas otras materias en la medida que instrumentos como éste se continúen desarrollando y retroalimentándose, como  ha señalado Marc Vidal, en su blog, o el catedrático Manuel Castells, en un artículo publicado en el diario La Vanguardia.

Sin embargo, muchos consideran que el ChatGPT, aunque  ha ido mucho más allá del buscador Google, sigue acarreando algunos defectos difíciles de soslayar. Los economistas Gustavo Delgado y Katiuska López, preocupados por el avance de la IA  le han preguntado al mismo Chat sobre sus propias limitaciones, a lo cual éste ha respondido señalando algunos problemas que todavía le podrían estar ocurriendo con la coherencia de sus diálogos, con la calidad de sus datos, con el contexto en que se sitúan su respuestas y, algo que me ha llamado mucho la atención, con el prejuicio y el sesgo de sus textos. Pues “…existe el riesgo – dice éste, literalmente– de que el modelo genere respuestas que reflejen prejuicios o sesgos ocultos en los datos”. Y es que el mismo Chat parece ser “consciente” de la imposibilidad que posee intrínsecamente el lenguaje natural de ser  aséptico o neutro, pues toda palabra, como decía Nietzsche, es ya  un prejuicio. En este sentido, se podría decir que todos los juicios que emitimos, incluyendo los científicos, son juicios de valor, como lo demostró Putnan y, antes que él, Kuhn. En el mismo quehacer científico llegamos a preferir una teoría o una hipótesis cuando la valoramos más coherente, más precisa o con más alcance que otras. Inclusive llegamos a seleccionar los datos para realizar un experimento según nuestra carga teórica previa, la cual está plagada no sólo de experiencias sino sobre todo de valoraciones.

Sabemos, por otro lado, que los humanos vivimos en constante conflictos debido a nuestras diferencias (científicas, de género, raciales, generacionales, religiosas, etc.); y que éstas se expresan a través del lenguaje, el cual, como expresó Derrida, no es ni mucho menos inocente. Así, si consideramos, con Van Dick,  que la ideología es el conjunto de creencias e interpretaciones sobre la realidad de los diferentes grupos sociales que le tratan de imponer a los demás a través fundamentalmente del lenguaje, seguramente el Chat mencionado tampoco podrá escapar a ella, como parece estar sugiriendo la respuesta que nos ofrece el propio  GPT.

En este sentido, habría que señalar que Althusser llegó a considerar a la ideología como el cemento de la sociedad (del cual no podríamos prescindir), llegando a tildarla incluso como “eterna”. Aunque con ello contradecía su propia concepción marxista de la ideología, creo que en esto no se equivocaba.

En fin, esperemos que este nuevo instrumento, que se avizora a sí mismo como probablemente sesgado, no termine  sirviendo a los que detentan el poder en cualquier de sus formas, como parece haber sucedido con la mayoría de las novedades tecnológicas.