La historia comienza en 1979 con el primer Alien y dos golpes de astucia que por acción u omisión mantienen viva la franquicia y la criatura hasta el día de hoy. El primero y de menor importancia era un eslogan impecable: “En el espacio nadie te oye gritar”. El segundo era menos original en la historia del cine, pero mucho más eficaz. Su origen puede encontrarse en la siniestra frase con la cual Elias Canetti agarraba al lector por el pescuezo en la primera línea de Masa y poder. «A nada teme más el hombre que a ser tocado por lo desconocido». El primer Alien, dirigido por Ridley Scott tomaba esa premisa como estrategia visual. El alienígena crecía muy rápidamente y devoraba uno a uno a los tripulantes de la nave Nostromo, en parte como tributo al error de ser llevado por ellos mismos a su habitat, en parte por la desunión del grupo. Más importante eran dos toques de genialidad visual. El Nostromo (guiño a la novela de Joseph Conrad) era un espacio oscuro, de terror gótico disonante con el futurismo de los viajes espaciales. Y el monstruo nunca era visto en su totalidad. Su monstruosidad venía de la incongruencia de tentáculos, patas de artrópodo, cola con arpón y muchos dientes. Un triunfo del horror por elipsis. Feminista además, al final ganaba la tripulante Ripley.
Su secuela era inevitable y en 1986, plena era Reagan, un batallón de Marines invadía la madriguera de los Aliens en un ejercicio muscular eficaz que esta vez sí, mostraba a los monstruos en su desnuda indecencia. En 1992 un Alien 3 ya mostraba signos de decadencia a pesar del talento visual de un primerizo David Fincher y de las demás secuelas, incluyendo un apareamiento con su competidor Depredador mejor no hablar. Un reboot de hace siete años (Alien covenant) no agregaba mucho a la saga. Pero la idea de un ser definido por su agresividad y su absoluta alteridad respecto al ser humano no deja de ser tentadora. ¡Ah! Por si fuera poco, en vez de sangre el bicho tiene ácido en las venas.
Alien Romulus se ubica en el año 2142, probablemente en algún punto entre las dos primeras entregas. Su trama parte de otra premisa de la saga que a menudo pasa desapercibida. El origen de toda la desgracia está en que quien en definitiva gobierna las decisiones de los protagonistas es una empresa privada, aquí la Weyland Yutani. Alien es en esencia un drama de capitalismo futuro y codicia corporativa que lleva a los humanos a invadir su hábitat (en 1986) y aquí a secuestrar a las criaturas con fines genéticos o de guerra bacteriológica más bien inconfesables. Por eso los héroes de esta saga son esclavos “de facto” que trabajan en las minas de la Weyland y se rebelan contra sus amos huyendo hacia la nave Romulus del título solo para encontrarse con los xenomorfos de las historias anteriores. Del pasado llega el fallecido Ian Holm resucitado tecnológicamente para contarles que en el fondo todo era una empresa comercial. Ser rico, se sabe, es malo, dijo alguien por allí.
En esencia Alien Romulus es una colcha de retazos de todas las películas anteriores. Tiene el aspecto de escenario sombrío de la primera entrega, el pulso épico de su primera secuela y el asco minucioso con el cual las criaturas son descritas en las entregas anteriores. Una novedad, tal vez la única, es la edad de los protagonistas, adolescentes tardíos con ganas de encontrar un mundo más prometedor que el que ofrece el trabajo en las minas de la Weyland. Lo bueno es que la película funciona a pesar de las costuras que se notan al ensamblar las partes. La introducción es una presentación de las perversas condiciones del trabajo en las minas del futuro, la segunda es un descubrimiento del infierno que alberga la Romulus y la tercera es un muestrario de armas futuras y enfrentamiento con los xenomorfos del caso. No hay mayor delicadeza en el asunto y a medida que la trama progresa los tributos pagados a los antecesores se hacen más notorios al tiempo que la viscosidad y el asco –más que el horror– se van abriendo paso. Pero no importa, es un entretenimiento eficaz, bastante impersonal, que debe ser visto como un sentido homenaje a una primera película (tal vez a toda la saga).
ALIEN ROMULUS. EE UU. 2024. Director Fede Álvarez. Con Cailee Spaeny, David Jonsonn, Archie Renaux, Isabela Merced.