El escenario argentino ha pegado un cambio descomunal en apenas ocho meses, los que lleva Javier Milei ajustando las riendas de un país indomable, deprimido en todos los sentidos y con una inflación galopante de tres dígitos.
El presidente que llegó al poder con un respaldo parlamentario minúsculo no da tregua a la oposición. El peronismo que compró los ropajes ideológicos del matrimonio Kirchner se resigna al huracán Milei mientras los otros peronistas, los que alquilaron el pensamiento único «K», ya comienzan a cambiar de estilo y a asumir algunos diseños de la moda que se cose, a mano y a máquina, en la Casa Rosada.
El presidente ha logrado sacar adelante la ley ómnibus o Ley Base, aunque tuviera que ceder, algo que se le hace muy cuesta arriba. Pero Milei también ha conseguido este martes que 18 de los 24 gobernadores de Argentina, todos de diferente partido al suyo de La Libertad Avanza, firmaran lo que se conoce como «Los 10 puntos del pacto de mayo».
Tijera para la economía y la educación
El decálogo es una declaración de principios similares a los que defendía en campaña. Dicho en sus palabras: «No hay plata». Y como no hay «guita», se impone el «equilibrio fiscal innegociable», una reforma tributaria que alivie la presión impositiva a los argentinos (más alta que en España), reducir el gasto público en torno al 25 por ciento del PIB, revisar la «coparticipación federal» o reparto de fondos a las provincias para evitar el chantaje del gobierno de turno (mucho para los amigos, migajas para los de otro bando) y una «reforma laboral moderna que promueva el trabajo formal». La economía sumergida en Argentina, en torno al 50 por ciento, toca fondo en el Atlántico.
Además, el texto suscrito va a la raíz de un árbol torcido por el abandono, los colegios y la permisividad en universidades públicas totalmente politizadas. Milei y los 18 gobernadores apuestan por «una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono» en las escuelas donde el lenguaje inclusivo pasará a formar parte del pasado como hizo con las Fuerzas Armadas.
Todo, a renglón seguido de un primer artículo con el que abre esta pseudo carta magna del modelo Milei: «La inviolabilidad de la propiedad privada».
Prohibido tocar la propiedad privada
El mensaje implícito para los que le votaron (56%) y para los que no lo hicieron es el mismo: se prohíbe la incautación de fondos, corralitos, corralones y estatización de empresas privadas (no olvidar YPF-Repsol, Aerolíneas, Aguas de Barcelona etc). Medidas que los argentinos han sufrido en su bolsillo cíclicamente.
No son pocos los que todavía lloran por Argentina a cuenta de los dólares que les arrebataron de sus cuentas o por los fondos de jubilación privados que se quedó el Gobierno de CFK, siglas por las todavía se conoce a la viuda de Néstor Kirchner.
Pero aún abundan más las familias donde varias generaciones jamás han visto trabajar a sus abuelos, padres y hermanos. El clientelismo como forma de gobierno arraigado en el Estado es lo que Milei también quiere dinamitar. Y en este caso, el compromiso lo comparten con su firma esos gobernadores entre los que no se encuentra ningún kirchnerista «pata negra».
En cuanto a la importancia territorial de esos seis leales «K» ausentes en lo que se ha bautizado como «Los 10 puntos del pacto de mayo», es menor salvo Buenos Aires, la provincia que sólo en extensión tiene el tamaño de toda Italia. Ahí es Axel Kicillov, el que expropió YPF a Repsol en el gobierno de Cristina Fernández, el que ordena, manda y se sueña como el siguiente presidente de Argentina. Incombustible pese a su desastrosa gestión económica, ha conseguido mantener el poder en un terreno clave y, de momento, hostil para Milei.
Originalmente publicado en el diario El Debate de España