La escritora Caroline Anderson decía que las personas “podremos tener muchas conexiones a nuestro alrededor, pero si no son significativas, si no se basan en la intimidad emocional y la confianza, si no son recíprocas, entonces no van a servirnos de nada”.
La amistad es la relación afectiva que generamos con alguien más, en la cual expresamos nuestro cariño, confianza, solidaridad y lealtad mutua. Con quienes tenemos este vínculo, compartimos todo tipo de momentos, les importa lo que nos sucede, y nos acompañan en nuestra vida.
Este especial sentimiento trae consigo muchos efectos positivos; pues es motor para nuestro desarrollo personal y social; y nos ayuda en nuestra salud, mejorando la autoestima y las defensas, y reduciendo el dolor y el estrés.
Una amistad se construye de distintas formas, en un instante o con el paso del tiempo, cuando encontramos algo en común con alguien. Puede nacer como resultado del contacto que hacemos en la escuela, el trabajo, o en cualquier espacio donde nos desenvolvemos.
En la actualidad, las nuevas tecnologías han cambiado nuestras dinámicas de interacción; como es el caso de la manera en que entablamos una amistad, pudiendo surgir virtualmente, y desde cualquier parte del mundo, sin límites de fronteras.
Las plataformas digitales y las redes sociales, como Zoom, Teams, Facebook, Twitter, Instagram, Linkedin, por mencionar algunas, nos permiten conocer a gente muy diversa con la cual, aunque sea de otra latitud y hable otro idioma, existe coincidencia de actividades, gustos o pasatiempos; y con quien podemos llegar a estrechar lazos más profundos por estas vías, que con quienes nos vemos físicamente.
A pesar de las facilidades que estas herramientas tecnológicas nos brindan para acercarnos; lo cierto es que la consolidación de una amistad dependerá de qué tanto la cultiven las personas; y por supuesto, conlleva mucho más que tener miles de seguidores, dar los suficientes “likes” a alguien, o enviarle emoticones o stickers.
Si bien ya es parte de nuestra cotidianidad relacionarnos a través de la red, tenemos que estar alertas de los riesgos que en ella se presentan, sobre todo hacia los menores de edad como, por ejemplo, a través de la suplantación de identidad, la exposición de nuestra vida privada, el uso indebido de nuestros datos personales; o bien, los ciberdelitos como el ciberacoso o el grooming.
Gabriela Mistral sostenía que la amistad significa “entendimiento cabal, confianza rápida y larga memoria; es decir, fidelidad”. En el marco del día internacional para conmemorarla, 30 de julio, aprovechemos nuestras interacciones, ya sean presenciales o virtuales, para alimentar aquellas relaciones afectivas que enriquecen nuestra alma y potencian nuestro ser; así como, para atesorar a quienes nos brindan su amistad, demostrándoles la nuestra.
Artículo publicado en La Silla Rota