Algunos en el medio europeo se han dado a la tarea de defender la tesis de que España pudiera ser la bisagra para que Bruselas desarrolle con Pekín una alianza estratégica para hacerle frente a Estados Unidos en su devastadora política comercial.
Hay algo bien atornillado en el ánimo europeo que le hace reaccionar con una actitud de amor-odio frente a los norteamericanos. Esta ambivalencia ancestral hacia a gran potencia estadounidense, de la que no logran despegarse en unos países más que en otros, colorea lo cotidiano y permea nítidamente hacia lo político. España es quizá la más fiel representación de esa dualidad incrustada en el alma ciudadana. Aun así, los ingresos por venta registrados por la subsidiaria de McDonald’s en suelo español ascendieron a 416 millones de euros en el año 2022, ¡40% más que el año precedente!
El caso es que de acuerdo con analistas de estos temas pareciera que una jugada magistral se estaría preparando desde Madrid para que Pedro Sánchez busque liderar un batallón antitrumpista, partiendo de un mayor estrechamiento comercial de la Unión Europea con China. Ello podría servir de contrapeso ante la posibilidad de que Europa termine afectada en la guerra de aranceles que Estados Unidos pudiera desatar en breve.
Al ver estos temas más de cerca es posible imaginar que Sánchez esté soñando con el fortalecimiento de sus lazos con Pekín. Le vendría de perlas al actual presidente del gobierno español un escenario en el que se coloque el sombrero del adalid internacional de la antihegemonía norteamericana. Le sería útil para llenar su agenda de un tema fresco en momentos en que las turbulencias de la política interna lo mantienen con camisa de fuerza en cualquier iniciativa política doméstica y paralizada la administración gubernamental.
Algo distinto es que su capacidad de maniobra en los medios europeos lo faculte para influir en el ánimo de los otros 26 en un tema tan delicado como el rifirrafe que se viene cocinando entre Estados Unidos y China en el terreno de lo comercial. Particularmente si se toma en consideración la poco complaciente posición ya asumida por la nueva canciller de la Unión, Kaja Kallas, ante el socio asiático.
No puede afirmarse que la relación económica entre España y China sea marginal, pero la voz cantante de la Unión Europea en su relación bilateral con el coloso de Asia no se ubica en el Palacio de la Moncloa.
Si realmente se desatara una batalla entre las dos potencias lo que estará en juego en Europa en materia de comercio y de inversión es enorme. Pero la pérdida de vitalidad de la economía china de los últimos años la vienen distanciando de ser la aliada obligada. Eso, aunque Europa y China sigan siendo, hoy por hoy y cada uno para el otro, el mejor frente comercial. La inversión china en la economía de los 27 + Reino Unido ha estado cayendo desde 2010 ubicándose en 2023 en su más bajo nivel -6,8 billones de euros-. La de Estados Unidos sigue ostentando el primer lugar con 36% de toda la IED y siendo los principales inversionistas en España y en Alemania.
Así las cosas, el gobierno español debe ser cauteloso con asumir cualquier posición adversa a la política exterior de Donald Trump. Es la hora de ponerle una lupa a las alianzas. Meterle un dedo en el ojo a los americanos en el instante actual puede convertirse en un paso en falso que termine costando caro.
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