OPINIÓN

Kamikazes y Peleliu: el Japón cambia sus tácticas

por Carlos Balladares Castillo Carlos Balladares Castillo

La noche del 19 al 20 de octubre de 1944 nacen los kamikazes (ataques suicidas con cazas Zero que llevaban una bomba de 250 kilos bajo su vientre) con el liderazgo del vicealmirante Takijiro Onishi; y creo que no hay nadie en el mundo que desconozca esta palabra. Caminando por el centro de mi ciudad (Caracas) pude ver un negocio con este nombre, y es probable que alguna persona en Venezuela se llame así. Cuando era muy niño fue lo primero que conocí en relación a la Guerra del Pacífico, y a veces en medio de los juegos infantiles podíamos terminarlos al “estilo kamikaze”. Es una paradoja que el Imperio del Japón asumiera en las batallas aeronavales el ataque kamikaze que es una forma de “carga banzai”, y por el contrario en la defensa de las islas dejara de lanzar su infantería contra las ametralladoras de los “marines”. La Batalla de Peleliu (del 15 de septiembre al 27 de noviembre de 1944) fue la primera en la cual la defensa se realiza a través de una intrincada red de túneles en las montañas coralinas (algunos hablan de 500), de modo que el costo en vidas para los invasores sería mucho mayor al tener que ir “despejando” cada nicho o cada túnel. Una acción desesperada que mantenía la estrategia nipona de conservar lo conquistado por medio de una feroz resistencia. La realidad era que no le quedaba otra al tener una diferencia de 100 a 10 en lo que respecta a la fuerza de portaviones. 

Al ver la película Ein no 0/ The eternal Zero (Takashi Yamazaki, 2013), que se refiere a un entrenador de dichos pilotos suicidas pero que no desea morir e incluso busca evitar que los jóvenes casados y con hijos tengan que suicidarse; se descubre que el verdadero nombre no era “kamikaze” sino “tokkotai” (Unidad Especial de Ataque Shinpú). A principios del siglo XXI los nietos de dicho piloto comienzan a reconstruir su historia, al principio lo condenan porque incluso jóvenes como ellos los consideran equiparables a los terroristas, pero poco a poco comienzan a descubrir que fueron unos héroes que amaban su patria. Es evidente que como la mayoría de los filmes nipones sobre la Segunda Guerra Mundial tiene un alto contenido propagandístico y épico, pero es imposible no quedar admirados por el gran sacrificio que padecieron en la guerra al luchar contra un enemigo que los superaba en tecnología, cantidad de armas y recursos. 

Existen decenas de documentales sobre el tema, y otros filmes japoneses como: Gekkou no Natsu/ Verano de la sonata claro de Luna (Seijiro Koyama, 1993), Ningen no Tsubasa/ Las alas del hombre (Akihisa Okamoto, 1995) y Nojuuroku ya mairi/ Una luna de 26 días. La idea del vicealmirante Onishi buscaba retrasar el avance de la flota invasora de las islas Filipinas, para que la flota del almirante Takeo Kurita, que incluía los acorazados Musashi y Yamato (los más grandes de la historia) llegaran a tiempo para la defensa. Posteriormente se mantendría como una táctica para detener la invasión del Japón, e incluso Onishi llegó a decir después de los ataque atómicos de Hiroshima y Nagazaki: “¡Si estamos dispuestos a sacrificar 20 millones de japoneses en un esfuerzo kamikaze la victoria será nuestra!”.

Los kamikazes y la nueva táctica defensiva por túneles se encuentran íntimamente relacionados con la preparación de la Batalla por las Filipinas. Filipinas era la gran meta del general Douglas MacArthur, la cual logrará tener el apoyo del Presidente Franklin D. Roosevelt (en la reunión que tuvo con él y el Alto Mando en julio de 1944). El almirante Chester Nimitz terminó por aceptar dicha estrategia bajo el argumento que la toma de las Filipinas permitiría el aislamiento definitivo del Japón de sus rutas de aprovisionamiento desde China y el petróleo indonesio. La invasión se propuso para diciembre desde el norte en la gran isla de Luzón, pero en septiembre tras nuevos informes que afirmaban la debilidad de la guarnición nipona en el golfo de Leyte, se consideró que sería una gran ventaja adelantar la operación para finales de octubre. Previamente, MacArthur señaló que se debía tomar el aeródromo de la pequeñísima isla de Peleliu en las Palaos, porque este podría amenazar la invasión de Filipinas (Antony Beevor, 2002, La Segunda Guerra Mundial y Williamson Murray y Allan R. Millett, 2000, La guerra que había que ganar)

La Batalla de Peleliu fue olvidada rápidamente por mí al escucharla por primera vez en el “Episodio 23. Pacific (1942–1945)” de la serie The World at war (Jeremy Isaacs, 1973-74), aunque la serie resalta que es partir de este momento que la defensa genera mayor número de bajas entre los estadounidenses: 4 de cada 10 soldados fallecieron o fueron heridos en su captura. Pero por lo general dicha batalla casi nunca era nombrada en otros documentales, y mucho menos en películas. Pero todo cambió con el estreno en el 2010 de la serie The Pacific (Tom Hanks & Steven Spielberg, 2010) que relata la historia de los Marines de la Primera División de la United States Marine Corps (USMC) en dicho frente. La serie dedica tres episodios a esta batalla: el 5 al desembarco, el 6 al terrible cruce y conquista del aeródromo, y el 7 al sangriento dominio de sus colinas con los terribles sistemas de túneles. El desembarco en Peleliu se realiza con los LVT (Vehículo de desembarco con tracción por orugas) que por el fondo coralino impedía realizar en las tradicionales lanchas. Los testimonios de los soldados Robert Leckie y Eugene Sledge coinciden en el infierno que significó debido a tres factores: la temperatura de más de 42 grados centígrados que sumado a los problemas de abastecimiento de agua generó gravísimos problemas de deshidratación, tener que atravesar la pista de aterrizaje sin ninguna defensa mientras eran ametrallados y bombardeados por los japoneses, para luego iniciar el ascenso a las colinas e ir combatiendo metro a metro ante la aparición sorpresiva del enemigos desde cientos de túneles. La Primera División de los Marines perdería un tercio de sus miembros en esta batalla, y su combate se mantendría incluso de manera simultánea a la Batalla del Golfo de Leyte (23 al 26 de octubre). El cambio de tácticas no doblegaría a los Estados Unidos, la “Rendición incondicional” era la meta aunque el costo cada día sería más alto para ambos pueblos. La semana que viene retomamos el frente europeo para relatar el terrible final del Levantamiento de Varsovia (desde el 1º de agosto hasta el 3 de octubre de 1944).