No es un secreto para nadie que el exilio se produce por diferentes razones, depende de cada individuo y está íntimamente ligado a cada realidad, así como sucede con los que deciden quedarse en el país.
Estos motivos, argumentos y situaciones son exactamente igual de importantes para ambos. Para el que se queda o para el que se va. Al final, todos siguen padeciendo los horrores de la dictadura. Estar fuera no implica que te sientas libre, así como muchos de los que están dentro nunca llegan a sentirse presos.
Venezuela es un país diezmado y azotado, lo describe muy bien en su documental el abogado y cineasta Gustavo Tovar-Arroyo, Chavismo: La peste del siglo XXI, quien a través de su trabajo visual logra describir el origen y la realidad de lo que sucede en el país.
Es un reportaje incomodo, cruel y hasta pudiera decirse desmotivador; pero la realidad debe aceptarse con todas sus características, así evitamos seguir cayendo en el juego de esos eslóganes propagandísticos que pretenden mantener en pie una esperanza secuestrada por criminales.
Tovar-Arroyo vive en el exilio, tuvo que irse para seguir luchando como tantos; al igual que muchos venezolanos como Leonardo Padrón, Alberto Barrera Tyszka, por solo nombrar algunos escritores.
El éxodo que está viviendo Venezuela es un evento sin comparación en la historia reciente del continente, pero no ajeno a los diferentes países que antes han estado dominados por crueles tiranías, incluso el mismo país en las dictaduras pasadas como la de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez obligaron a muchos a migrar.
José Rafael Pocaterra, insigne escritor venezolano y de obligatorio estudio en el pensum curricular en el bachillerato, vivió en el exilio y desde allí publicó gran parte de su obra, como por ejemplo Memorias de un venezolano de la decadencia; desde allí promovió el fin de la tiranía gomecista, incluso participando en una invasión armada que entró por Cumaná a bordo del vapor alemán Falke.
¿A alguien se le ocurriría tachar de iluso o de incongruente a Pocaterra y acompañantes por esa aventura? ¿Saldrían los eruditos con títulos y máster en Sociología a cuestionar ese evento en aquellos tiempos? Es fácil y hasta cómodo obviar y criticar el fracaso.
Trece años antes de la muerte de Juan Vicente Gómez ya Pocaterra describía en sus relatos publicados lo necesario que era para el país la muerte de Gómez. Lo veía como la solución para todos.
“En Venezuela hay el deseo de ‘cambiar’ de sistema, pero en Venezuela no se consigue un fusil, ni un simple revólver ni un cartucho”, dice en una de las líneas del artículo, calificando este hecho como la verdadera razón por la que la oposición no ha logrado hacerse con el poder. Comenta, además, que las clases dirigentes en el país se encuentran sumidas en el servilismo, compradas con lucros, gozos y bienes materiales adquiridos groseramente. “Es menester, repito, responder al acto Gómez con otro acto”.
El último párrafo es un extracto de su artículo ya citado, la historia le daría la razón. Así como se la dio al poeta Andrés Eloy Blanco, quien también conspiró contra la misma tiranía en 1928 cuando, siendo estudiante universitario, participó en un alzamiento ciudadano que le llevó a pasar 5 años preso en las peores cárceles de la época gomecista.
Ya lo escribiría Rómulo Gallegos, insigne escritor y también parte de ese notable exilio venezolano, en su novela Doña Bárbara: “El mal es temporal, la verdad y la justicia imperan siempre”.
Gallegos fue doble exiliado, primero bajo la dictadura gomecista y luego durante el golpe de Estado a su gobierno por el triunvirato conformado por Pérez Jiménez, Delgado Chalbaud y Llovera Páez.
Han sido tantos los venezolanos que asumieron el exilio como una manera real de continuar la lucha por la libertad y la democracia del país, que sin duda fue la mejor decisión que pudieron haber tomado en el momento, porque así fortalecieron el criterio personal y lograron ser una voz más que necesaria en los países de acogida.
Por eso, es perversamente extraño que algunos ciudadanos que hacen vida en Venezuela intenten menospreciar y desprestigiar lo que realizan los exiliados, quienes continúan trabajando en pro del rescate de la democracia y el fin de la dictadura en todos los escenarios posibles y necesarios.
No todos los que se fueron han dejado de hacer y no todos los que se quedaron están haciendo; algunos están distantes, pero nunca ausentes.
¿Dónde te encuentras tú?
@andresvzla1975
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