El gobierno está a la ofensiva. Abiertamente, están formando grupos de adeptos para movilizarse en la capital, su plaza hostil, y también amenazan, sin mayor consecuencia, la estabilidad del Estado de Derecho. A la postre, suben hasta 5% de aceptación en todas las encuestadoras. Y, al mismo tiempo, el cerco fiscal al presidente y su familia se estrecha. La sobrina está detenida y la primera dama con los días contados.
Si el presidente fuera un demócrata iniciaría una transición en la que ciertas figuras de impunidad podrían negociarse. Sin embargo, es un autoritario y sus incentivos para la confrontación se incrementan. El mandatario ahora sueña con una aprobación mayor y lo va a trabajar. Sabe que a la Fiscalía se le puede retrasar, se va a demorar e incluso se le puede también vencer. Él, objetivamente hablando, tiene más poder. Y si consigue lo que le falta —una aprobación popular masiva— ganará las victorias que tenga por delante, ya que en el Congreso aún tiene respaldo.
Esa es la estrategia que usaron sus aliados vizcarristas (acordémonos del asesor presidencial ad honorem Daniel Salaverry). Grandes cuotas de aprobación popular le conjuraron una capacidad de maniobra enorme al expresidente Vizcarra. Cerró inconstitucionalmente el Congreso sin mayor consecuencia y se aplaudió uno de los peores manejos de la pandemia del mundo, entre otras perlas vizcarristas. Lo único que falló en la estrategia vizcarrista fue el control del Congreso presidido por Merino, institución que por el momento Castillo sí controla, pero podría dejar de hacerlo. Castillo sabe que con popularidad y una mejor relación con la prensa podría llevar a cabo sus planes y que los aliados que circunstancialmente se alejan (Acuña) pueden volver. Eso no lo entendía antes.
Imagínense este escenario: la primera dama es detenida preliminarmente por 10 días y llegamos a un punto inaudito de escándalo judicial; cumplido el tiempo, sale y la investigación se estanca; luego Castillo sigue en campaña, se victimiza y crece hasta 30% de aprobación; y finalmente, dos semanas después, anuncia una serie de obras, una serie de bonos jugosos basándose en la inflación y la crisis alimentaria. “Los limeños y la Fiscalía no me dejan trabajar, encierran a mi familia sin argumentos, aun así, el gobierno del pueblo trabaja para el pueblo, por eso lanzamos el bono Pueblo Peruano para familias de bajos recursos y rurales”. Todo eso días antes de la Navidad de 2022 y en el verano es una constante mundial el incremento de popularidad.
Castillo está haciendo su trabajo y prepara escenarios donde podría salir victorioso. La Fiscalía rema contra un gobierno inescrupuloso que no tiene miedo de utilizar la burocracia, el fisco y hasta la violencia popular para su permanencia, ¿quién falta en esta ecuación? El Congreso y, por supuesto, los resultados de la oposición política.
En los últimos días, la oposición ha seguido haciendo lo único que sabe hacer: salen en prensa a pedir los 87 votos, presentan interpelaciones, seguro censurarán a alguno más, pero nada más allá de eso, ¿por qué? La respuesta es compleja, pero podemos comenzar por lo más importante y es que ni siquiera se juntan a conversar, a coordinar. Los líderes de la oposición, como Keiko y Porky, disfrutan de sus propias aventuras. Porky está enfrascado en su campaña en Lima, y Keiko, según cuentan, anda más preocupada por hacer deporte que por la política. En Avanza País no hay mayor liderazgo y los congresistas de oposición de los tres partidos prefieren pelearse por temas internos del fuero parlamentario que armar una coalición.
Es hora de que hagan un frente único por la patria. Sabemos que ni se reúnen a coordinar. Eso en estos momentos roza con la funcionalidad hacia el gobierno. No se puede ser más inútil. La unión hace la fuerza y con más fuerza se harán mejores estrategias. Se puede convocar a la sociedad civil, poner en mayor jaque al gobierno y ayudar a la Fiscalía.
A estas alturas pedirles que tengan los 87 votos es idílico. Desde esta columna solo se les pide que se junten a coordinar y organizar un frente de verdad, unido.
El presidente y el premier literalmente están convocando a hordas urbanas para tomar la ciudad en la cara de la oposición. Lo hacen desde Palacio de Gobierno, a cinco cuadras del Congreso, ¡Y no hacen nada!
Congresistas, nos estamos jugando el futuro del país, por favor, represéntennos.
Artículo publicado en el medio peruano El Reporte
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